martes, 2 de marzo de 2021

Mi hijo, la elasticidad de los cuerpos y la vejez

 

Siempre he sido más o menos gordo, desde que recuerdo. Me gusta comer, beber y no me gusta prácticamente nada que requiera el mínimo esfuerzo físico. Salvo eso claro…

De joven tenía más o menos organizadas mis épocas de engordar y adelgazar. Tengo la ventaja de que soy alto, casi metro ochenta y cinco, con lo cual podía subir y bajar de peso sin que mi aspecto cambiara demasiado. Es decir, yo podía subir y bajar diez kilos en poco tiempo y con muy poco esfuerzo.

Eso era hasta un día, el día que empecé a notar la vejez. De repente cuando me puse a perder los kilos que me sobraban, no se iban. Pasé una agonía de tiempo hasta que los perdí. Lo justo para volver a engordar… Mi cuerpo dejo de ser elástico. A partir de ahí, lo de perder peso era una agonía. Y tenía que procurar no ganarlo. Está bien, es lo que tiene envejecer.

Pero mi hijo ha llevado esa elasticidad al extremo. Al punto de dejar en ridículo mi elasticidad. Mi hijo también tendía a ser gordo. No tanto como yo, también es verdad que no llega a metro ochenta, así que no se puede permitir tanto margen. Pero empezó a machacarse haciendo deporte. Y se convirtió en un tío algo gordo pero fuerte como una mula.

De repente un día, hace como año y medio, nos dijo que iba adelgazar. Que ahora en vez de que su cuerpo fuera nosequé, como ya no iba a jugar tanto a balonmano, quería que su cuerpo fuera nosecomo. Su madre y yo, sin hacer mucho caso, le dijimos que podía hacer lo que quisiera. Pero que se hiciera unos análisis cada seis meses para ver que estaba bien…

Mi hijo ha adelgazado veinte kilos.

Ojo, sin perder la fuerza. O sea, ha cambiado de tipo de alimentación y ha seguido destrozándose en el gimnasio. Mi hijo era un mostrenco de casi 80 kilos que levantaba 150 kilos en peso muerto. Ahora mi hijo es un figurín de 62 kilos…que sigue levantando el mismo peso. La verdad es que impresiona. Aparte de que aprovecha para llevar la ropa superceñida (renovación de vestuario completa), la verdad es que yo no creo recordar a nadie con todos los músculos a la vista, como los tiene el.

Yo pensaba que ese era el aspecto que quería tener. Pero no. Mi hijo es como los Pokemon con los que jugaba de pequeño. Va adquiriendo formas. Y el otro día dijo que quería ir al nutricionista.

-¿Para qué?¿aún quieres adelgazar más?

Pues no. Según me dijo había acabado la fase de definición y ahora tenía que entrar en la fase de coger volumen

-¿Qué?¿ahora engordar?

Pues si. Ahora se ve que tiene que engordar. Pero engordar manteniendo la misma proporción de músculo, no se bien como, y el nutricionista le va a indicar lo que tiene que comer. A la vez que, como siempre sigue matándose en el gimnasio. L idea es que ahora tiene que ganar entre 5 y 10 kilos. O sea, perdió 20 y ahora recupera la mitad, o algo así.

Total que yo alucino viendo como con la elasticidad de la juventud modela y remodela su cuerpo según le viene en gana. Mientras que mi vejez va haciendo inamovible cada célula del mío… Pero he descubierto algo. Yo no estoy gordo.

Estoy en fase de coger volumen,

4 comentarios:

  1. Así estoy yo, rozando los 50 y unos kilos que no se quieren ir, más cogidos que los políticos a sus cargos.

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  2. Acabada mi fase de coger volumen a mis 54, estoy en fase de definición: molicie sería la adecuada.

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  3. Mi hermana, con 54, acaba de perder 7 kilos en 21 días.
    Pasando hambre porque como no le gusta el verde, que es lo único que no tiene que pesar,lo pasa mal.Pero ella es así, incapaz de ser constante cuidándose pero luego, previo pago, meterse en una dieta salvaje para quitarse los veinte que le sobran.
    A mi se me escapa, igual que se me escapan tantas conductas ajenas.


    He llegado a la conclusión que a mi alrededor muchísima peña tiene una relación insana con la comida.Ella está convencida que para poder hacer bien la siesta hay que estar con el estómago lleno y que el ejercicio es para los demás.

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  4. Y si, la vejez se mide en esas pequeñas cosas.
    La elasticidad, el tiempo que tardas en recuperarte de una borrachera, que ya no te puedes tirar una semana durmiendo una hora porque son fiestas, que no puedes jugar a churro-media manga-mangotero ni subirte a caballo a la parienta para hacer la gracia, etc., etc.

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