La
idea era buena, pero la naturaleza es sabia. La naturaleza exige sus periodos
de actividad y descanso. Así que después de pasar Hermosillo, estaba cansado.
No
suponía un problema, en principio, porque llevaba un rato observando como a
ambos lados de la carretera había un montón de hoteles, con muy buena pinta.
Cada tres o cuatro kilómetros había un hotel. Me sorprendió porque no parecía
una zona muy turística… de hecho el tráfico aparte de mí, eran coches de
trabajadores y cimarrones. “Los cimarrones son los coches a los que les
quitan las placas de matrícula, porque van a hacer alguna que otra ilegalidad y
no quieren que les saque fotos la policía…claro que algunos van con
impactos de bala y conviene no mirar mucho a los ocupantes…”
Bueno
total, estaba cansado así que me metí en el siguiente hotel. Una pasada de
hotel.
Se
entraba por una avenida con árboles a los lados y se llegaba a una glorieta
delante de la puerta del hotel. No había ni un coche. Pare y baje. Salió a
recibirme un señor trajeado y un poco nervioso.
-Buenas tardes patrón – me dijo - ¿Qué se ofrece?
-
Pues… venía a dormir
-¿A dormir?
-Si..
voy de viaje, estoy cansado y quería pasar la noche…¿esto es un hotel no?
-¡Orale, claro!, así que es eso, patrón, está usted
buscando un hotel nomas..
-Si,
y.. ¿esto es un hotel o no?
-Pues…según y como, jefe, según y como. Mire si quiere
dormir bien, mejor siga unos kilómetros adelante, ¿vale?, así como a la
izquierda vera otro hotel, uno azul. Pues, si no le incomoda, mejor duerme en
ese hotel…
México
es un país de vueltas y revueltas. En México se ríen de los gallegos, pero han
desarrollado su peculiar forma de marear con el lenguaje. Así que renuncié a ningún razonamiento y
seguí unos kilómetros más adelante hasta un hotel azul.
Al
entrar, un hotel muy similar al anterior, me estaban esperando otro señor
trajeado, dos uniformados como botones y una camarera. Me recibieron como si
fuera de una familia real, cogieron mis maletas, aparcaron el coche…Celebraban
todo lo que hacía como si fuera un logro inmenso. Cuando les di mi pasaporte se
miraron unos a otros, contentísimos de que el huésped les diera el pasaporte…
Les
dije que no quería cenar, que me iba a la cama y que buenas noches
-Y, usted patrón, ¿querrá desayunar mañana?
-Si,
claro
-Y..¿que se le ofrece desayunar?
-Pues…huevos
rancheros y chocolate, lo típico
-¡Que bueno patrón!
Me
alucinó que me preguntaran el desayuno que quería antes de acostarme siquiera.
También que yo fuera el único huésped y su absoluta obsequiosidad, aunque para
un español, en México, es difícil saber cuando la obsequiosidad es demasiada…
A
todo esto yo tenía, como siempre, un contacto local que me esperaba en Los
Mochis. No le había dicho nada de mi plan de bajar por carretera, porque los
mexicanos son muy exagerados y enseguida le quitan la diversión a todo. Aproveché
antes de acostarme a mandarle un mensaje (era 2012, cuando Blackberry aún era
lo más, de nada pseudo) y me dormí tan ricamente.
A
la mañana siguiente desayune jaleado por todo el personal (4) del hotel. A la
hora de pagar fue un poco…raro:
-¿Qué
le debo?
-Pues…verá, ¿Cuánto pagaría normalmente por una noche asi?
Calcule
a ojo 100€, en México quizá 60€…
-Unos
30 $, mentí por toda la barba
-Pues, aquí con 25 ya haríamos apaño, patrón, pero entre
caballeros, que no ha de haber papeles…
Pagué
en efectivo y seguí viaje.
Cuando
llegué a Los Mochis mi contacto local estaba de los nervios y me echó una
bronca descomunal.
La
carretera que baja a Los Mochis por el pacífico esta llena de hoteles de lujo.
Hoteles de las familias del narco, que cada día lavan en esos hoteles millones
de dólares en dinero negro. Hoteles que figuran como abarrotados de clientes
que pagan en efectivo. Nunca nadie pernocta en esos hoteles, ni siquiera se
sabe de alguien que lo haya intentado…”El
Cártel”, Don Winslow.
Bueno,
pues yo si pase la noche en un hotel de esos…