Un día te das cuenta que estás planificando algo y los años pasan a mucha, a demasiada velocidad. Y que en nada habrá pasado otro año. Y a veces te duelen cosas y te empieza a fallar el cuerpo. De repente adelgazar te cuesta muchísimo, ya no tienes la facilidad de comer y dejar de comer que tenias antes.
Además empiezas a entrar en un estado más zen. Te importan menos cosas y te importan menos. Tienes una tranquilidad muy grande.
Tienes paciencia en el trabajo, cuando empezaste eras joven y querías comerte el mundo y comértelo ya. Ahora sabes llevar cada cosa a su tiempo, y retrasar lo que hay que retrasar, y dejar pasar lo que hay que dejar pasar.
Discutes menos y con menos pasión, seguramente escuchas más y tus opiniones no son tan tajantes.
Empiezas a leer menos ficción, y hasta te enganchas con libros que ni hubieras soñado leer.
Eres más cómodo, pero a la vez te sientas mejor, ya no puedes tirarte de cualquier manera en el sofá, porque luego te levantas contracturado. un sillón de orejas empieza a tener un extraño atractivo.
De repente empiezas a mirar por debajo de las gafas cuando es algo cercano.
Incluso te empieza a dar igual la última peli, la última canción o la última chorrada de Internet. Ya no te importa tanto lo que es "lo último" y seguramente te empeñas en ver aquella película que triunfo hace años y no pudiste ver. o te encuentras enganchado a música que hace años no suena.
Incluso un día tu hijo te gana en una carrera. Y de repente ves que se está haciendo un hombre y que su cuerpo está dejando de ser el de un niño. Dentro de poco será seguramente más fuerte que tu.
Te estas haciendo viejo.