Querido amigo lector, si es que aún existes. Habrás visto que en los últimos años se ha propagado la expresión "bienestar animal" como un requisito indispensable en multitud de ámbitos. Si además estas involucrado en algo que conlleve la presencia de animales, estarás harto de las legislaciones y normas sobre el tema.
Por eso he decidido escribir esta guía porque como experto que soy tengo que conservar la verdad y difundirla. Bueno, en realidad nadie me lee, por eso la escribo aquí más que nada para tenerla a mano para endilgarle el enlace al próximo que me venga con el tema.
Tradicionalmente
se habían usado los índices productivos como indicativos de bienestar animal. Un
animal sano, crece, se reproduce y produce. No había habido, desde la domesticación,
mayor problema acerca del bienestar animal. Del mismo modo que ocurre con los
humanos, asumimos que un animal enfermo o con un trato inadecuado no crece o no
se reproduce…Esa fue históricamente la única preocupación acerca del bienestar
animal y de hecho funcionaba. Los animales crecían, se reproducían y producían en
las condiciones en las que vivían en las granjas, o más bien corrales y protogranjas.
A
veces, en la cría de animales se llegaba a extremos que difícilmente parecían compatibles
con la cría en cautividad. Animales atados, con movimientos limitados y sin
contacto exterior. Pero la realidad es que la producción seguía. Los animales crecían
y se reproducían.
Poco
a poco, en la cría de animales fue entrando el concepto de confort. Confort en
el alojamiento de los animales. En el fondo, introducir el concepto de confort,
no fue más que una primera muestra de antropomorfismo sobre los animales. El
hombre empezó a preguntarse si es animal estaba cómodo en las situaciones en
que se le alojaba.
La
consecuencia de esta búsqueda del confort, fue un aumento significativo de las
producciones y una mayor facilidad para las mismas. Proporcionar confort a los
animales hizo que su cría fuera más rentable, por fácil y por productiva.
El
problema surge cuando, a partir de aquí, dejamos de tomar la producción o la
productividad de los animales como índice de su bienestar. A partir de ahí se
pierde la medición objetiva del mismo. La realidad es que no sabemos que es el
bienestar animal, no podemos interpretar los sentimientos animales. Ni siquiera
podemos situar sus sentimientos en el mismo plano que los nuestros. Definir acciones
“inteligentes” de un animal o sus sentimientos con la inteligencia y los
sentimientos humanos, no es más que una forma de antropocentrismo. Tenemos que
empezar a convencernos de que la inteligencia y los sentimientos de otros
animales no tienen nada que ver con los humanos, son de otra dimensión y
seguramente no se pueden definir con las mismas palabras que definimos los
sentimientos humanos.
Atribuir
inteligencia o sentimientos a los animales es un error. Porque la inteligencia
y los sentimientos están definidos por los humanos para los humanos. Hay que
entender que la mente animal funciona de otra forma. Del mismo modo que hubo
que descartar que la inteligencia fuera relacionada con el tamaño del cerebro
(o por lo menos que había animales con cerebro más grande que el humano, a los
que no podíamos atribuir más inteligencia que el humano, si la medimos como
inteligencia humana) también hay que empezar a descartar que el espectro de los
“sentimientos” de los animales sea comparable al patrón de sentimientos de los
humanos.
Ningún
patrón ha servido a lo largo de la historia para definir la inteligencia
animal. Ni el tamaño del cerebro, ni el uso de herramientas, ni compartir un lenguaje…todas
esas pretendidas medidas de la inteligencia animal fracasaron cuando se
profundizo en el conocimiento de los animales. Puede ser que el error sea el
patrón por el que pretendemos medir a los animales. Los seres vivos no tienen
el mismo patrón evolutivo a lo largo de la historia, por ello no tienen que
tener el mismo patrón de mecanismos (inteligencia, instintos, habilidades,
sentimientos…) de resolución de conflictos.