Siempre
he sido más o menos gordo, desde que recuerdo. Me gusta comer, beber y no me
gusta prácticamente nada que requiera el mínimo esfuerzo físico. Salvo eso
claro…
De
joven tenía más o menos organizadas mis épocas de engordar y adelgazar. Tengo
la ventaja de que soy alto, casi metro ochenta y cinco, con lo cual podía subir
y bajar de peso sin que mi aspecto cambiara demasiado. Es decir, yo podía subir
y bajar diez kilos en poco tiempo y con muy poco esfuerzo.
Eso
era hasta un día, el día que empecé a notar la vejez. De repente cuando me puse
a perder los kilos que me sobraban, no se iban. Pasé una agonía de tiempo hasta
que los perdí. Lo justo para volver a engordar… Mi cuerpo dejo de ser elástico.
A partir de ahí, lo de perder peso era una agonía. Y tenía que procurar no
ganarlo. Está bien, es lo que tiene envejecer.
Pero
mi hijo ha llevado esa elasticidad al extremo. Al punto de dejar en ridículo mi
elasticidad. Mi hijo también tendía a ser gordo. No tanto como yo, también es
verdad que no llega a metro ochenta, así que no se puede permitir tanto margen.
Pero empezó a machacarse haciendo deporte. Y se convirtió en un tío algo gordo
pero fuerte como una mula.
De
repente un día, hace como año y medio, nos dijo que iba adelgazar. Que ahora en
vez de que su cuerpo fuera nosequé, como ya no iba a jugar tanto a balonmano,
quería que su cuerpo fuera nosecomo. Su madre y yo, sin hacer mucho caso, le
dijimos que podía hacer lo que quisiera. Pero que se hiciera unos análisis cada
seis meses para ver que estaba bien…
Mi
hijo ha adelgazado veinte kilos.
Ojo,
sin perder la fuerza. O sea, ha cambiado de tipo de alimentación y ha seguido destrozándose
en el gimnasio. Mi hijo era un mostrenco de casi 80 kilos que levantaba 150
kilos en peso muerto. Ahora mi hijo es un figurín de 62 kilos…que sigue
levantando el mismo peso. La verdad es que impresiona. Aparte de que aprovecha
para llevar la ropa superceñida (renovación de vestuario completa), la verdad
es que yo no creo recordar a nadie con todos los músculos a la vista, como los
tiene el.
Yo
pensaba que ese era el aspecto que quería tener. Pero no. Mi hijo es como los
Pokemon con los que jugaba de pequeño. Va adquiriendo formas. Y el otro día
dijo que quería ir al nutricionista.
-¿Para
qué?¿aún quieres adelgazar más?
Pues
no. Según me dijo había acabado la fase de definición y ahora tenía que entrar
en la fase de coger volumen
-¿Qué?¿ahora
engordar?
Pues
si. Ahora se ve que tiene que engordar. Pero engordar manteniendo la misma
proporción de músculo, no se bien como, y el nutricionista le va a indicar lo
que tiene que comer. A la vez que, como siempre sigue matándose en el gimnasio.
L idea es que ahora tiene que ganar entre 5 y 10 kilos. O sea, perdió 20 y
ahora recupera la mitad, o algo así.
Total
que yo alucino viendo como con la elasticidad de la juventud modela y remodela
su cuerpo según le viene en gana. Mientras que mi vejez va haciendo inamovible
cada célula del mío… Pero he descubierto algo. Yo no estoy gordo.
Estoy
en fase de coger volumen,