Nunca he metido
la pata en la organización de un viaje. Al principio porque lo haces con mucho
cuidado. Luego porque creas una rutina que respetas y te permite hacer las
cosas bien.
Pero no todo el
mundo es igual. En el reino del pollo frito han contratado a un par de fichajes
presuntamente buenos. Una es la sustituta de la Gran Duquesa. Pero esta la han
robado de la competencia y es muy joven y presuntamente muy experta y bien
contactada.
En su curro
anterior, tenía contacto con algún cliente de África, de la zona que llevo yo.
Así que organiza un viaje para verlos y presentármelos. Con todo lo experta que
es, no debe haber ido allí en su puta vida. De hecho no sabía que le hacía
falta visado (a mi no, pero es que ella es de un país de la antigua URSS), y no
le dejan embarcar en el avión sin él.
Yo me
descojono, por lo bajinis, y damos marcha atrás justo desde el aeropuerto.
Aplazamos el viaje.
En ese momento,
después de avisar a La Parienta de que me vuelvo a casa, me llega un whatsapp
de mi hijo.
“Se me han
borrado los contactos de la tarjeta del móvil”.
Mi hijo está en
plena preadolescencia, una edad en la que ya no te apoya incondicionalmente, ni
te respeta tanto, pero que a cambio te permite ciertas licencias en el trato. Por
ejemplo explicarle los ángulos con la contundente frase “la bisectriz es la
polla”. Medito y pienso que ya tiene edad para tomarle el pelo así que le
contesto:
“Vale, no
toques nada, voy a anular el viaje y vuelvo a ver que pasa”
“K dices???????”
“ Que si, que
voy a casa a ver que pasa con tu móvil”
“Pero papá, K S
una Xorrada, k lo podre arreglar!!!!”
Respiro hondo y
lanzo el órdago:
“Hijo, tu eres
más importante que mi trabajo. Si tu tienes un problema, yo dejo el viaje y voy
a ver qué te pasa”
Pasan dos
minutos, me imagino a mi hijo agobiado, intentando hablar con su madre, sudando…
Al cabo de tres
minutos más, me llega el mensaje:
“Papa,
capulloooooooooo”
A ver si
espabila….