viernes, 4 de noviembre de 2011

Cumpleaños


Estaba en paro agobiado, mucho. Y me llamaron para una entrevista, y otra, y otra y así pase las navidades tranquilo. Caí en medio de un montón de ingenieros. De repente estaba en Grecia, entre pasotas e indiferentes. La Parienta se quedaba con el mando y con la nave y yo en México viví con los hijos de los colonizadores y con lo hijos de los indígenas y me gustaron más los segundos. Pero ya me estaban ofreciendo, otra vez, putas en Bangkok. Casi sin respirar estaba entre musulmanes, con Internet censurado, y me miraban como se mira al infiel. De repente estaba en Irlanda, como de joven, como siempre. El tiempo no pasa en Irlanda. Vacaciones de Semana Santa, familia. Cruce Rumania en coche, para volver atrás treinta años. África me golpeo en toda la cara. Estaba enfermo y en Johannesburgo. Enfermo lejos de casa, tan lejos, te sientes muy pequeño. “Papá ¿por qué no te desapuntas de ese trabajo nuevo?”, decía mi hija entre lágrimas y yo me quería ir de Angola. Pero irme ya, por Dios, quiero volver. Llamé a La parienta mientras estaba cruzando el Missisippi, “te echo de menos” “y yo”. ¿Cuántas veces nos lo hemos tenido que decir este año?.  Ya estaba cenando en Chicago. Había probado la soledad en un bar donde se emborrachaban ejecutivos fracasados e intentaban ligar con desesperadas tristes, y ahora cenaba enfrente a una familia, un sábado noche, como podía ser la mía. Y sentí la soledad muy fuerte. Pase otra vez por Rumania  y me fui a Irán, que me gustó, me sorprendió y me encanto su gente.
Verano, vacaciones. Pausa y vuelta al curro, y vuelta al cole de los niños y vuelta a buscar una rutina.
Y lloré toda una mañana, paseando por Bucarest, acordándome de mi padre.
Y ya soy un año más viejo.
Y el mundo que viene da miedo. No se lo que nos pasará, pero miro para atrás y da vértigo. Y si miro para el futuro veo lista de viajes que me espera para el año que viene, con más África, más…de todo. Así que pienso que si he pasado todo eso, sin con mi miedo al avión he cogido 35 este año,  tampoco será tan complicado sobrevivir un año más, y pagar deudas y la hipoteca. Y a lo mejor, con un poco de suerte, tengo más ratos de estar con La Parienta, y gano algo más de pasta y el mundo capitalista occidental no se va al carajo….y dentro de  un año puedo celebrarlo otra vez.
Tampoco pido tanto.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ya soy mayor...


Uno nunca pensaba que iba a tener historias de abuelo cebolleta. Yo me creía eternamente joven.  Pensaba que estaba en la pomada. Y no, ni de coña. Hace poco, por una de esas carambolas que tiene la vida laboral esta que llevo, me encontré cenando con varias “azafatas / interpretes / pensad lo que queráis”.  Y hablando con ellas me di cuenta de que su insultante juventud (no pasaba ninguna de los 31) las situaba lejos de mi. Muy lejos de mí. De hecho les parecía totalmente inofensivo.
Ojo, una cosa es que yo sea inofensivo. Que lo soy. Pero otra diferente es que te perciban como inofensivo. Vamos, que son gacelas que se ponen a comer a tu lado sin problema, como para que presumas de león…Que te vean como inofensivo, te hace sentir mayor.
Eso si, a cambio, el que te vean como inofensivo, te permite tener conversaciones mucho más divertidas e interesantes. Y me he dado cuenta de que los tíos de ahora lo tienen muy fácil. Conocen a una tía y en seguida están en contacto por el Facebook, o el Twenti, se intercambian el móvil…Y oyendo todo esto me soliviante, y les expliqué que eso no tenía mérito. Que en nuestra época era mucho más difícil:
“Primero tenias que conseguir el teléfono de la tía en cuestión. Y claro pedírselo era  demasiado obvio. Tenias que conseguir que te lo diera una amiga, o alguien. Y que a la vez le dijera que la ibas a llamar. Si aceptaba ya era un paso. Pero luego había que llamarla, y todas, todas las tías del mundo tenían un hermano cabrón en casa. Un auténtico hijodeputa que cogía el teléfono cuando llamaban a su hermana y te preguntaba que quien eras, que qué querías….lo que fuera para hundirte los pocos arrestos que te quedaban….O te cogía el padre. No se que era peor. Y luego ya cuando se ponía ella no sabias que decir. Que además todas las putas casas del mundo tenían un teléfono en el medio del salón, nada de portátiles. Y ahí estabas tu intentando quedar con una, y tu hermano descojonandose, y tu hermana echando oreja, tu madre de charla con el párroco que justo ese día había venido de visita…Aquello era complicado, que vergüenza, ahora lo tienen todo hecho….”
Cuando me callé, me miraban alucinadas. Luego directamente se estropearon de risa, me pidieron un caldito y una manta para las rodillas…