B. llegó al
trabajo de mal café. Era un día gris de mierda, con viento. De los que no le
gustaban. No le había dado tiempo a tomarse el café de la mañana, las obras le
habían hecho perder tiempo como para no poder ir al bar a desayunar. Por si
fuera poco, tenía un montón de trabajo y no llegaba, le asaltaba la sensación
de que se estaba dejando cosas pendientes, continuamente. Había discutido con
su madre por teléfono, con su compañera de piso en persona y con su novio por
mail. La semana era completa. Y además tenía la regla. Y aquello no olía a
nubes ni a rosas.
Se sentó
delante del ordenador asqueada, con el mal sabor de boca del despertar, sin
matarlo con café, esperando a ver cuando podía escaparse. Se puso a revisar
todos sus clientes de la ETT, comprobando que hubieran recibido los esclavos en
el tiempo previsto. Y entonces lo vio.
Un golpe de
corriente eléctrica le bajo desde el centro de la cabeza a los ovarios, una descarga
que la paralizó. La había cagado, pero bien.
Uno de sus
clientes, de los buenos, de los que iban bien y pagaban, le había encargado
hacía poco una selección de personal. Normalmente le pedían peones y operarios,
pero esta vez no. Esta vez le habían pedido un trabajo de verdad, no de ETT, le
habían encargado una selección de un ejecutivo de nivel alto. De los que
normalmente seleccionaban ellos directamente. Iban tan agobiados que le habían
pasado la selección a ella. Y ella la había guardado, pensando que por fin iba
a poder poner en marcha todo lo que sabía, los test, las entrevistas…todo lo
aprendido en el master lo iba a ejercitar y, por una vez, no iba a ser como una
tratante de esclavos.
Pero se había
olvidado. La mierda de los encargos y recuentos del día a día le habían hecho
olvidar aquel encargo especial.
Y mañana
acababa el plazo. Y tenía que mandar un candidato, al menos, que cumpliera con
los requisitos. Se agobio, mucho. Tenía ganas de llorar pero no tenía tiempo.
Respiro y pensó en las opciones que tenía. No podía tirar de archivo, hacía
meses que no se hacía una selección seria. Con la que estaba cayendo…
Se decidió a
meterse en Internet, saltarse todos los procedimientos y los pasos y buscar a
la desesperada. Tenía claro lo que iba a hacer. Un tío que hubiera pasado por
alguna multinacional. Que hubiera superado pruebas y test y de todo, que
estuviera bregado en selecciones. Así se aseguraba que iba a dar el perfil
delante del cliente. Aunque todo fuera un montaje puro y duro.
Estuvo dos
horas buscando en los portales principales del ramo. Y entonces lo vio. Cumplía
todos los requisitos. Era algo mayor pero valía perfectamente, no era del
sector pero casi. Y tenía referencias y experiencia como para garantizar que no
era un cantamañanas…podía valer. Quedaba una parte que iba a ser complicada. A
ver si salía. Cogió el teléfono y llamó directamente al móvil que figuraba en
el currículum.
-Diga
-¿Gonzalo?
-Si
-Le llamo de la
empresa de selección TAL, tenemos un puesto que podría interesarle. Nos
gustaría hacerle una entrevista.
-De acuerdo-
tenía voz de mayor, joder esperaba que no hubiera mentido en la edad, estaba
casi en el límite- ¿Cuándo quieren que vaya?
Ahora, a ver si
cuela, a ver si sale por fa, pensó B…
-Pues… ¿dentro
de hora y media podía ser?- no había podido controlarse algo de angustia se le
había escapado por el teléfono.
Hubo un
silencio, unas décimas de segundo de silencio, y luego sonó su voz, grave.
-De acuerdo,
dentro de hora y media.
Colgó el
teléfono. La primera parte había salido bien, ahora faltaba algo más. Tenía que
llegar el tal Gonzalo, tenía que ser un presentable, tenía que no ser un
capullo ni haber mentido en el currículum. Y si todo eso encajaba, tenía que
mandarlo a una entrevista, mañana, con la empresa cliente. Sin decírselo
claramente, pero haciéndole entender que en teoría era el producto resultante
de un complejo proceso de selección. Para eso hacía falta una conjunción de
casualidades como para asustar a cualquiera. Pero bueno, algo tenía que salir
bien en esta semana de mierda.
Se paso la hora
y media mirando la puerta, con aprensión, pensando en quien iba a venir que le
iba a resolver la papeleta o a hundir en la miseria, a hacerle quedar mal con
su cliente, con sus jefes…mejor no pensarlo. Sobraba gente en la calle como
para meter la pata…
-¿B?
-¿Si?
-Soy Gonzalo
Había entrado
sin que le viera. Suspiro aliviada, era normal, parecía normal. No parecía ni
psicópata ni raro. Y desde luego no había mentido en la edad. De hecho no
aparentaba ni los cuarenta.
Empezó a
explicarle el puesto, el contestaba, seguro, claro. Estaba claro que sabía lo
que era una selección, que había pasado mil y que delante del cliente no la iba
a dejar mal, iba a salir airosa, le hicieran las pruebas que le hicieran. Podía
salir bien. Y encima tenía una voz que te relajaba y te daba confianza. Empezó
a tranquilizarse y, tras el subidón del stress, se le llenaron los ojos de
lágrimas. Por fin, algo iba a salir bien.
-Perdona,
¿estas bien?- El tío le había notado algo. Y aún no le había contado ni la
mitad de la historia…
-Si, si…es que
es una semana muy dura. No es un buen día, sigamos…
-¿quieres que
vayamos a tomar un café y seguimos?, creo que te hace falta. Eso si, me tendrás
que invitar tu que el paro es duro.
La miraba y
sonreía. Mierda, tenía que salir bien, seguro. Ese tío tenía que valer y tenía
que echarle un capote.
Cogió el bolso
y salió a invitarle a un café. Y a contarle el resto del marrón.