miércoles, 17 de noviembre de 2010

El gimnasio como ecosistema

He empezado a ir al gimnasio. En mi lucha por tener un cuerpo que a La Parienta le resulte sino atractivo, al menos rentable en su mantenimiento, la temporada de ir en bici se acabó. Lluvia y viento son dos elementos poco compatibles con mi afición a la bici. Así que, aprovechando que tengo un gimnasio a 50 metros de casa y que con las crisis los precios del mismo están por los suelos, me he apuntado a uno. No sólo me he apuntado, también voy. Tres días a la semana.
El gimnasio es una forma de deporte desconocida para mí desde hace muchísimos años, desde mi época de fornido atleta universitario. Es entretenido. El gimnasio va a dar mucho tema para el blog. Y eso es importante.
Para empezar mi gimnasio tiene un detalle que mola. Las taquillas de dejar la ropa y los bancos de los vestuarios son de madera. Como en las pelis de ejecutivos. Eso me gusta. Luego se divide en las salas de clases (yoga, spinning, Pilates y demás) que no pienso pisar y la sala común. Esta es la que uso.
Primero está la zona de la gente sana. Bicicletas, cintas de correr, maquinas de esquí…eso tipo de aparatos. Con la tele puesta y tal. Aquí vienen “los sanos” gente que llega hace una horita de deporte y se va. Gente que se escapa un rato del trabajo, opositores desfogándose, mozas que aún están en el mercado…Llevan ropa deportiva de marca normal, una botella de agua y su toalla. Zapatillas de tenis o similar. Atienden a la tele o al MP3, no hablan con nadie y vienen y se van solos.
Luego viene una zona de transición con maquinas raras. Ahí te pones en posturas diversas y tiras de determinadas palancas. Lo que pasa es que de las palancas cuelgan pesos…eso lo hace difícil.
Al fondo esta la zona de los culturistas y boxeadores. Esto es una parte con las paredes llenas de espejos y un montón de pesas de todos los tamaños. De 0,5 a 25 kilos. Los tíos que la pueblan, se dedican a levantar cantidades ingentes de peso en posturas inverosímiles. Tienen una hipertrofia muscular tremenda. Se ponen agachados, levantan una pierna, estiran los brazos…y así levantan 100Kg. Quince veces. Mientras se miran en el espejo. Todos llevan ropa deportiva de marcas raras, zapatillas de colores agresivos y hacen ejercicio en pandilla. Sobre todo porque a veces se tienen que ayudar para no ahogarse bajo el peso que levantan…Llevan como complementos guantes y cinturón-faja de cuero. Además llevan una parafernalia tremenda: botella de agua y otra de líquido de color raro, toalla, esponja…hablan rarísimo: “¿Has acabado ya?” y otro le contesta “Si, ya he hecho mis tres horitas, sólo me falta la definición…”. Hay que joderse, tres horitas…
Hay un tercer grupo que pulula por todas partes. Los camorristas. Tíos con pinta de porteros de discoteca, músculos y muy fibrosos, vestidos de oscuro y con cara de irse a dar de leches con alguien. Hacen pesas donde los culturistas, se van un rato a las bicis, paran en algún aparato a hacerse unas series…no sé muy bien cómo van porque no los miro mucho. No sea que me calcen un guantazo.
Yo por el momento hago un poco de todo, un rato de bici, unas maquinas y luego algo de pesas. Una hora o así, según me dé. Supongo que habré de integrarme en un grupo pero aún no lo tengo claro. No llevo botella ni MP3. Pero hoy haciendo pesas ha venido un culturista a explicarme cómo hacerlo mejor…
Lo dicho, esto va a dar mucho juego…

lunes, 15 de noviembre de 2010

Cosas que hacemos todos los que tenemos blog

Hubo un verano en mi vida en que descubrí que no era bueno hacer generalizaciones. Ese verano, nos dio por buscar enfoques alternativos a través del uso de sustancias naturales no comercializadas. Vamos, que nos poníamos ciegos de porros, pero lo decíamos de esa otra forma y vestía más. Después de fumarnos alrededor de una hoguera (nos atraía el fuego y en mi pueblo hace frío en las noches de verano) decíamos gilipolleces como "¿Os imaginais que música hubieran hecho Simon & Gartfunkel si fueran negros?" y nos quedábamos tan contentos.
Hubo uno, exaltado él, que un día empezó: "Porque ¿quien no se ha probado la ropa interior de su madre o de sus hermanas?" y también "¿Quien no tiene un amigo del que a veces siente que está enamorado?". Como eramos buenos, no le abrumamos con respuestas....pero me quedo muy claro que no se debe generalizar.
Aún así, a riesgo de meter la pata, como profundo conocedor del comportamiento animal (animales somos al fin y al cabo) voy a autoflagelarme (nos) para contar cosas que hacemos los que escribimos un blog:


-Leer algún blog que no tienes enlazado ni comentas nunca.
-Releer tus primeras entradas y pensar que es raro que no las hayan comentado más.
-Poner comentarios en algún blog de pocos lectores o recién creado pensando “la alegría que se va a llevar cuando vea que le comenta un insigne bloguero como yo…”
-Decir que escribimos para nosotros.
-Soñar con que algún día oirás a alguien, que no sepa que es tuyo, hablando de tu blog.
-Tener ganas de hacer posts aclarando post anteriores porque, por los comentarios, has visto que no lo han captado bien.
-Investigar el perfil de gente que hace comentarios, en tu blog y en otros.
-Mirar estadísticas y contadores.
-Alegrarte, delante del mapa del Analytics, porque han entrado en tu blog desde Turkmenistán. Aunque sea para meterte spam.
-Leer dos veces los comentarios, primero en tu correo y luego en el blog…
-Tener post de reserva, por si no tienes nada que contar.
-Pensar “y esto ¿quedaría bien en el blog?” con los acontecimientos chorra de cada día.
-Pensar que no nos comentan más en las mejores entradas.
-Tener unas ganas irresistibles de contar tu caso en los comentarios a post de otros.
-Hacer post sobre cómo se hace tu blog, como llegaste a otros blogs... metabloguerismo en general. Comentar todos los post de metabloguerismo que vemos.
-Decir que nunca haremos un meme y leer todos los meme que encontramos pensando ¿y si lo hago?

Nada grave al fin y al cabo...