martes, 23 de febrero de 2016

Al abuelico con pistolas de agua...


-Papá cuéntanos algo que nos aburrimos.

Mi hija me interpela medio de cachondeo mientras vamos de viaje, me provoca para que le cuente historias de abuelo cebolleta y cachondearse de mi. Es mayor, ya  puedes cachondearte de ella. Inspiro y contesto:

-¿Te he contado la historia de Hendrich y el elefantito, que me la contaron en Sudáfrica?

-No

-Pues bien. Hendrich era de origen holandés. Pero sus padres estaban destinados en Sudáfrica. Vivian en una reserva cerca del parque Kruger,..

-¿Donde las fotos que sacaste de animales?- Es verdad, en un viaje del curro estuve allí de turismo

-Al lado mismo

-Mola

-Bueno, pues vivía allí. Un día iba paseando al lado de la cerca de los elefantes. Entonces el tenía unos 13 años. Y ve que un elefante jovencillo tiene una pata levantada en el aire. Y mueve la cabeza y barrita muy bajito, como llorando…

-Oooooh

-Total que Hendrich salta la valla y se acerca al elefante, le acaricia y entonces se va agachando. Y ve que tiene un alambre clavado en la pezuña. Con cuidado Hendrich se lo saca. Y el elefantito apoya el pie en el suelo. Y deja de barritar, y le pasa la trompa por el hombro. Desde entonces, cada vez que Hendrich iba por donde los elefantes, el elefantito se acercaba hasta él, levanta la pata y mueve la cabeza barritando bajito. Haciendo ver a Hendrich que se acordaba de cuando le curó la pata.

-¡Que guay!

-Espera, que ahora viene lo mejor. Hendrich se fue de Sudáfrica. Volvió a Holanda. Y vivió allí. Habían pasado 20 años desde que dejó Sudáfrica cuando iba por el zoo con sus hijos. Se pararon a ver los elefantes. De repente un elefante se separa de la manada se acerca trotando a la valla y se queda mirando a Hendrich. Entonces levanta la pata en el aire y empieza a mover la cabeza barritando bajito

-¡Que monooo! ¡ Era el elefantito!

-Bueno, espera, Hendrich salta la valla y se acerca, entonces el elefante le echa la trompa por el hombro… Le agarra de la cabeza y mientras le estrangula le empieza a zarandear de un lado a otro, golpeándole con todo lo que encuentra. Después de muerto, aún lo piso varias veces.

-¡¡¡¡¡Papaaaaa!!!!- horrorizada
-Seguramente, no era el mismo elefantito…