Aviso
de spoilers: Este post contiene referencias al argumento de “Hijos de la
Anarquía” y “Mad men”. Si no las ha visto y piensa verlas mejor no lea el post.
O igual si.
Hace
poco tuve ese ahogamiento que te ocurre cuando acabas un buen libro o una buena
peli. Y notas que tienes que coger aire porque te falta. Fue con el final de
Hijos de la Anarquía, una de las mejores series de televisión que he visto
nunca. Siete temporadas “in crescendo” hasta la apoteosis final. Al acabarla
retome las dos últimas temporadas de Mad men, ya sólo me faltan dos o tres
capítulos para el final, pero me imagino lo que va a pasar.
Me
lo imagino porque pese a las diferencias, las dos series hablan de un mismo
tipo de macho alfa. Quizá por eso me gustan las dos
A
ver, SOA (acrónimo en inglés de Hijos de la Anarquía) es una serie de moteros
de California a principios del siglo XXI. O sea, hay móviles pero no datos ni
Whatsapp. Es lo que tiene la tecnología, que ayuda a centrar las épocas.
Los
moteros empiezan por pasar un poco de marihuana, luego la cosa se complica y
acaban formando una banda de delincuentes. Y claro, como son malos hacen cosas
malas y, esto es la clave, les pasan cosas malas. Es la clave, porque el
espectador empieza cogiéndoles cariño. Y luego empieza a ver como les ocurre de
todo. Sufren asesinatos, asaltos, violaciones, matan a sus familias…Tienes que
hacer un esfuerzo para darte cuenta de que todo eso no ocurre porque si. Ocurre,
porque esos chicos tan majos, con los que te habías encariñado, se han ido
degradando y a la vez, asaltan, matan, asesinan…Lo normal. Una vez abierta la
caja de Pandora, nadie puede controlar su furia.
Pero
en medio del caos surge Jax Teller. Jax tiene un secreto, el libro de su padre,
fundador del club, que explica cómo hay que dejar la violencia y volver al paz
y amor hermanos. Con ese secreto, Jax se erige en jefe. Acto seguido, se
autoconvence de que el puede controlar la furia incontrolable. Y se lanza a dar
órdenes y organizar.
Pero
el caos es eso, el caos. Y cuando su propia madre le miente por la jeta, el se
lo cree. Y acaba siendo el peor de todos los malos. Acaba sembrando más muerte
y violencia que cualquier otro antes que él. Su propia soberbia, su afán de
controlar y su sentimiento de ser “el elegido”, “el redentor” le hace caer en
la más absoluta miseria.
“Mad
men” trata de la vida y el trabajo de los ejecutivos de la publicidad en la era
pre-marketing. Allá por los años 50 a 70 del siglo pasado, justo en el momento
en que se estaba entre contratar anuncios por palabras en un periódico y la
fase de “hay que crear la necesidad”.
Es
un mundo que hoy sorprende ver. Porque resulta complicado de asimilar. Es
difícil, pero hay que asimilar que entonces en las oficinas se fumaba (no sólo
tabaco), se bebía mucho, se practicaba el acoso sexual sin ningún pudor y las
tácticas para hacer clientes era todo lo que a uno se le pudiera ocurrir que le
gustaba a un cliente. Darle vicios vamos.
En
medio de este panorama está Don Draper. Don tiene un secreto. Su secreto es que
no es el hombre perfecto que aparenta sino un tipo traidor, ruin y resentido.
Pero él controla. El piensa que puede controlar la situación. Y salir adelante
pasando por encima de todo eso para alcanzar una felicidad y estabilidad que se
le negó desde niño.
Pero
es imposible.
Don
acaba sumergido en la mierda tanto o más que cualquiera de ellos, se
alcoholiza, se vuelve cínico, cambia de mujeres, amantes, amigos y objetivos
con la facilidad de quien cambia de camisa. O más. Se lleva por delante la
vida, la felicidad y los sueños de quien haga falta, en aras de una presunta
justicia en la que ya sólo cree él, porque perdió la razón de su lucha hace
varios millones de dólares.
Jax
y Don. Dos ideas pararelas, dos fracasos iguales.
Jax
piensa que él es superior al resto de sus iguales. Por eso quiere liderarlos.
Don sabe que es inferior a todos sus iguales, por eso quiere destacar. Ninguno
quiere ser uno más. Los dos quieren ser “el más”.
Jax
administra justicia en un principio de forma serena y objetiva. Calma a los
exaltados, consuela a los afligidos, da de comer a los hambrientos…
Don
se toma la justicia que se merece, en un principio con razón. Se apodera de la
vida de otro, se asigna un trabajo, consigue una familia.
Cuando
la vida se vuelve en contra de Jax, reacciona como un auténtico salvaje, impone
una dura ley de hierro y fuego convencido de que tiene la razón. Pero lo único
que tiene ya es la furia, y actúa según ella.
Cuando
Don recibe un revés, pasa por encima de quien sea y huye. Huye de su mujer,
huye de sus amigos, huye de su segunda mujer, huye de sus hijos. Y sigue
cobrándose más “vidas” para pagarse una felicidad a la que hace tiempo dejo de
tener derecho. Y arruina compañeros, usa a amantes, desprecia amigos.
Don
Draper anda siempre ligeramente escorado, vigilante, ofensivo. Jax Teller sube
siempre en la moto por el lado contrario, desde la derecha de la moto.
Los
dos ponen su entorno a su servicio, los dos pisotean a quien haga falta para
lograr unos objetivos que hace tiempo dejaron de ser legítimos.
Los
dos, en fin, entran en una espiral autodestructiva que no pueden controlar. Su
debilidad, cuando llegan a la cima de sus aspiraciones, se transforma en miedo.
Y el miedo se combate atacando.
Dos
épocas, dos historias. Dos víctimas de si mismos.
Ustedes sabrán disculpar el gafaplastismo de este post. Pero estando en La Mancha, los minutos parecen horas, las horas días, los días...lo que sea