Cuando podía parecer que nada iba a
motivarnos a volver por las intrincadas sendas del deporte, yo empecé a
insistir en que teníamos que empezar a cuidarnos, coño, que ya teníamos una
edad. Concretamente esa edad en la que agradeces un día a la semana para
ponerte ciego con los amigos.
Así que volvimos al Pádel. Con
energía.
Ahora ya nos hemos hecho expertos en
jugar en las pistas municipales y el las del club pijo de ECDC, dónde nos cuela
oportunamente a jugar. Ha resultado una diversión muy de agradecer en nuestra
vida. Pero yo creo que lo que jugamos no es Pádel, es un deporte alternativo.
Lo digo sobre todo por varias características que os explico a continuación:
-En origen estábamos cinco para jugar. Cuatro más uno por si fallaba alguien. Uno de los titulares ha venido dos veces en año y medio…Así que quedamos cuatro. Cuando falla alguno (cosa que se da con cierta frecuencia) empezamos a llamar como locos a todo conocido que juegue al Pádel a ver si lo engañamos para que venga al partido. Eso motiva que los días inmediatamente anteriores al encuentro los vivimos con un estrés y unos nervios que ni los jugadores de la final de la Champions conocen. Nos matará un infarto buscando compañeros de Pádel.
-Como somos amigos desde hace mucho, y
muy amigos, nos gritamos de todo. Se protesta hasta la última pelota, se
insulta, se tira a dar…lo que sea. Podemos permitírnoslo porque nos conocemos
de sobra. Pero claro, cuando hay invitado de fuera…se sorprenden un poco. Hay
quien dice que yo soy el que más grita y más trampas hace. Leyendas.
-Somos unos deportistas muy sanos,
tenemos muy en cuenta los peligros de la deshidratación y las temidas “pájaras”
por bajadas del azúcar. A nosotros no nos pillarán nunca deshidratados ni bajos
de azúcar. De hecho, hubo un aficionado que vino a jugar dos o tres partidos
con nosotros y luego lo dejó porque dijo que quería adelgazar…Ya le explicamos
que, sorprendentemente, por más deporte que hacemos, pesamos más. No lo
entendíamos hasta que nos dimos cuenta de que el músculo es más denso que la
grasa. Así que no estamos engordando. Nos estamos volviendo musculosos. Al ver
nuestro aspecto nadie lo diría, pero así es, estamos cada vez más musculados,
por eso pesamos más.
-Como había cierta duda en que tal era
nuestro nivel de Pádel, diseñe una clasificación, que relaciona el numero de
juegos (no partidos) ganados con el número de partidos jugados. Un algoritmo
maravilloso para poder evaluar el nivel de cualquier jugador del 1 al 7 sin que
influya el número de partidos jugados. No tiene más puntos el que más partidos
juega sino el que juega mejor. Lo cedí altruísticamente al grupo y lo actualizo
cada semana. Pues bien, los antipáticos de mis compañeros, en vez de agradecer
mis esfuerzos, despotrican de la maravillosa herramienta y critican mi posición
en la tabla. Incluso afirman que subo y bajo los puntos de la gente a voluntad.
No tienen corazón.
-Por si fuera poco con llevar la
clasificación, después de cada partido y sin retribución ninguna, uso mi
florida prosa para hacer una breve crónica del mismo, que sirva a los que no
han ido para hacerse una idea de cómo ha sido. La citada crónica empieza a ser
vituperada a los cinco minutos de su envío por Whatsapp, y según avanza la
noche post partido, los improperios llegan a niveles que a veces son
inaceptables.
-Tras los partidos, mientras nos
hidratamos, comentamos las noticias más importantes de la semana así como
nuestras lecturas e inquietudes… somos tan cultos que hay veces que a alguno le
dan las 4 ó 5 de la mañana en estas sesudas conversaciones. Sorprendentemente,
nuestras parientas, no se han quejado de ese trasnochar fuera del fin de
semana. Lo cual empieza a hacernos pensar que no nos echan de menos. De hecho
el día del penúltimo partido mi parienta puso un Whatsapp a otra parienta:
“mira el reportaje que están echando en La2”, la otra contestó. “gracias
Gonzalo, ahora lo pongo”. Y la mía: “No soy Gonzalo, soy su parienta, Gonzalo
está jugando al Pádel con tu marido”…Por un momento, al conocer esta
conversación, pensamos que igual en nuestras casas sobrábamos, luego vimos que
nuestras parientas, que son muy cultas (habéis visto que hablan de reportajes
de La 2) saben de nuestras inquietudes intelectuales y nos dejan ese día de
solaz mental. No es menos importante que conservemos nuestros trabajos pese al
aspecto, ten hidratado, con el que llegamos los viernes…
Yo creo que
a los que vienen de fuera a jugar con nosotros, o a los que nos ven jugando, en
general les damos envidia. Y es que hacer deporte es muy sano.