martes, 5 de mayo de 2009

La vez que me fui de putas

Era una suerte, cada vez que teníamos reunión, cruzábamos España. La empresa nos dejaba ir en coche y usábamos un día entero. Quedábamos, recogíamos CD´s y nos poníamos en marcha. Un buen coche, dos colegas, unos H. Upmann Magnum 50 y la amplia llanura castellana para recorrer. Nadie esperaba, podíamos llegar cuando quisiéramos al Hotel siempre que llegáramos a la reunión a las 8 de la mañana.
Como éramos los dos de buen comer, paramos en un pueblo a atizarnos una buena cena, no recuerdo si lechazo o cochinillo cuchifrito. Salimos de cenar a las 11 de la noche, con alguna dificultad de movimiento, he de reconocer.
El caso es que al poco, algo empezó a moverse dentro de mí, y no en el sentido metafísico sino en el puramente corporal. La cena quería salir con urgencia.
-Por favor para en la primera gasolinera que tengo que cagar pero ya
-¿Gasolinera?¿a las 11 y media en una carretera de segunda? A ver en ese pueblo si hay un bar…
Recorrimos el pueblo de arriba abajo. Nada.
-Llévame a un campo aunque sea, ¡tengo que cagar ya!.
-¡Pero hombre! en el campo.. Mira allí hay una luz
-¡Vamos!
Nos acercamos con el coche no era una luz, eran muchas y de colores…
-Jodeeeeeeeeeer si es un puticlub...
-¡Da igual! ¡para!
-Coño Gonzalo…no querrás meterte en un puticlub.
-Tendrá váter ¿no? Pues te tomas un botellín de agua y yo a lo mío
Me iba a contestar pero yo ya estaba saltando del coche en marcha. Me abalance a la puerta donde un gorila del este me abrió la puerta haciendo chistes sobre mi priapismo exacerbado. No le escuche, me arroje sobre la barra y pedí a un simpático amerindio:
-Dos botellines de agua… sin vaso ¿el baño?
Recibidas instrucciones, me lancé al cuarto de la salvación. Estaba la luz encendida, fuera botón, bajamos el telón, posición y… salió el lechazo, sus hermanos de camada y todo el rebaño, desmenuzado y color chocolate.
Había llenado media taza. Estaba en pleno esfuerzo, no por que saliera sino porque lo hiciera ordenadamente y sin salpicar cuando llaman a la puerta. Yo seguí dándolo todo. Vuelven a llamar y contesto sin ningún pudor:
-¡¡¡Ocupado!!!
-¡Abra la puerta!
Que educado, pensé, me trata de usted…en una casa de putas
-¡¡¡Que estoy cagando!!!- yo ya no tenía ni educación ni vergüenza
-POLICIA, ¡Abra la puerta!
Se me corto el asunto en el acto. Grité que iba e intente apañarme con el papel a toda velocidad, no fue suficiente y al subir la ropa note como empezaba a ejercer de secante. Abrí la puerta sin ni siquiera tirar de la cadena. Yo mido más de 1,80, pues había allí un tío que me sacaba la cabeza. Rubio, con gafas y le colgaba la placa del cuello con una cadenita.
-Ahí había una raya de coca- me dijo señalando la cisterna
Me volví y efectivamente, en la cisterna había una raya de polvo blanco gorda como un dedo.
-Es verdad agente, pero le juro que no es mía, yo estaba cagando- pude contestar con un hilo de voz y señalando “el cuerpo” del delito que llenaba la taza.
Vi pasar mi vida a toda velocidad por delante de mis ojos, vi a mi mujer mirándome con desprecio después de que hubiera llegado la noticia, mi hijo, mi hija pequeña, los padres del cole, los profesores de mis hijos, los vecinos, los del trabajo, los clientes… todos me señalaban y decían “ese, ese es el que estaba en un puticlub, metiéndose unas rayitas”
-Espere aquí y tire de la cadena por favor que este olor no hay quien lo aguante- dijo el policía con cara de asco-¡traedme al lupas!-gritó.
Entro otro poli, este con la placa en la cintura, agarrando por el brazo a un tío con pinta sospechosa. De hecho en una rueda de reconocimiento lo señalaría hasta un ciego. El notas olfateo el aire y me miró:
-Tío..¡estas podrido!
El poli rubio cortó:
-Lupas cabrón, esa raya es tuya ¿ves?, te hemos pillado, como vuelvas a intentar jugárnosla te capo ¿me oyes?
-Que si, inspector, que vale, me habéis pillado
-Disculpe agente-volvió a salir mi vocecilla- ¿me puedo ir?
-Tire, márchese…y cuídese las tripas haga el favor
Salí a toda pastilla. Mi compañero estaba charlando con dos mozas con muy poca ropa y muy divertidas a juzgar por lo que se reían. No se había enterado de nada.
-¡Vámonos!
¡Hombre Gonzalo, has llegado!, chico estas blanco ¿no has podido…?
-¡Vámonos!
-Pero, hombre si he invitado a una copa a estas chicas…
Le agarré del brazo y lo saque fuera, me miró:
-Estás muy mal ¿qué te pasa? ¿Qué es la mancha marrón de tus pantalones?
En el fondo mi colega se portó bien, si le hubiera pasado a él yo no sólo se lo hubiera contado a toda la empresa. También se lo habría contado a la competencia…

domingo, 3 de mayo de 2009

Dos mujeres, dos historias

Hace poco me puso un post Molinos, la escritora de esa gran blog/obra literaria que es "Cosas que (me) pasan", sobre si era cierto lo que conté en su día de cuando conocí a Janine Turner. No sólo a esa, he conocido a dos famosas (no tanto como la Turner) por cuestiones laborales o afines:
Escena 1:
No se por qué un descerebrado de la empresa nos había metido en un hotel de lujo en Barcelona. El caso es que había pedido que me subieran el desayuno a la habitación (el día de antes salí y tenía los deberes sin hacer) y quede con los compañeros a las 8:30 en Recepción en perfecto estado de revista.
A las 8:27 me dirigí al ascensor. Se abrió la puerta y estaba ella. La presentadora rubia y flaca que hacía el programa en biquini. Aún no se había operado la nariz y la verdad es que llamaba la atención.
-Hola-saludé
-Buenos días - contesto sin el menor interés.
Paso el quinto piso, el cuarto... y lo solté:
-A ti te dará igual, dije, pero vamos a bajar del ascensor y están esperando todos los de mi curro y van a alucinar.
Me miró muy seria y parecía que se despertaba:
-¿Cómo te llamas?
-Gonzalo.
Llegamos a la planta baja e incluso salí yo delante para ver a mis compañeros como los vi, con la boca abierta un palmo y los ojos como pelotas de ping-pong. Me acerque a ellos con sonrisa de suficiencia y de repente me agarran del brazo.
-Gonzalo- dijo, era ella.
Me dio un beso que me dejo el moflete hundido tres días mientras con la boca hacía un ruido como si zumbaran un millón de abejas.
-Ha sido una pasada- me dijo- hasta la próxima.
Y se fue.
Las corbatas de mi compañeros se deslucieron de la baba que les caía. Nunca lo aclaré. Aún hay en esa empresa gente que se cree que tuve algo con ella.
Escena 2
Madrugada en un hotel de una ciudad de provincias. Salón del dasayuno. Entro y está vacío. Sólo una persona. Era una Miss España. No se cual porque las confundo todas, me parecen todas iguales. Cojo mi dosis habitual del colesterol y me siento en su mesa enfrente de ella (recordad, todo el salón vacío)
-Lo siento, no hay otro sitio.
Me miro como diez segundos. Tenía unos ojos azules que mareaban un poco. Me empecé a acojonar.
Se levantó sin decir nada y se fue a otra mesa. Al poco acabó y se marchó.
No se despidió.
No nos vio nadie.