sábado, 14 de noviembre de 2009

Historia de Paco. Ganadero en peligro de extinción

Paco era ganadero desde siempre, heredó el oficio de sus padres y de sus abuelos. Tenía ovejas, les daba de comer, parían corderos que vendía. Todo normal. De repente un día le dijeron que habíamos entrado en la comunidad europea. No sabía muy bien que era eso, pero al llevar sus corderos al matadero del pueblo lo encontró cerrado. Era por eso de la comunidad europea.
Se tuvo que ir al matadero más cercano con autorización, que estaba a 100 Km. Cuando llego y vieron sus corderos, le explicaron que así no podía ser. Que con tan pocos no podía negociar. Allí compraban los corderos de mil en mil, no de diez en diez como el carnicero del pueblo. Le contaron cosas de la globalización, Europa y las oportunidades del mercado y le recomendaron que volviera con muchos más corderos.
Paco se empezó a preguntar cómo se podría producir tanto, sí realmente le iban a comprar tantos corderos…entonces se enteró de lo de la subvención. Resulta que te iban a pagar por cada oveja que tuvieras. Paco se asustó y se imagino lo que iba a pasar…
Y pasó. Resulta que como pagaban por ovejas y no controlaban lo que hacías con el dinero…todo el mundo puso ovejas. El de la Caja de Ahorros del pueblo a medias con el Notario, uno que se había ido a la capital, algún otro… Y claro se cargaron el precio del cordero. ¿Por qué? Pues porque vendían a precio de coste. Producir un cordero me cuesta 10 pues lo vendo a 10 y arreglado. Mi beneficio es la subvención...Pero el suyo no, la subvención la empleo en mejorar su granja. Se quedo sin beneficios una temporada, viviendo de lo que le daban el campo y alguna otra cosa.
Paco monto una granja en condiciones, instalaciones adecuadas y tal y espero a que escampara el temporal. Cuando aflojo la fiebre, él tenía una buena granja y estaba preparado. Pero cuando iba a vender los corderos, le contaron lo de la trazabilidad. Resulta que ahora para vender sus corderos tenía que identificarlos individualmente, ponerles un número y un registro. Eso costaba dinero.
Cuando lo hizo, le explicaron que tenía que respetar una normativa absurda sobre los residuos de su explotación. Tratarlos como si fueran residuos industriales. Los residuos eran la mierda de toda la vida que se había echado en el campo. Además los cadáveres ya no se podían echar a los buitres. Se les tenía que dar “casi-cristiana” sepultura. Eso también costaba dinero
Cuando acabó con eso le explicaron que había que respetar unas condiciones de granja, luego unas de bienestar animal, luego… Cuando Paco explico que aquello era una enorme gilipollez, un señor político le dijo que no tenía ni idea. Que el 70% de los europeos estaban dispuestos a comprar la carne producida bajo aquellas normas.
Así que Paco adapto todo. Con todo en orden se fue a vender al matadero de la capital que en este tiempo lo había comprado una cadena de hipermercados. Llegó con sus corderos con todas las normas cumplidas. “A 12€” le dijeron. “¡Pero si producirlos cuesta 24€!” protestó. Le dijeron que era la globalización, que los corderos venían de Australia/ Nueva Zelanda/ Uruguay/ Brasil… a ese precio. “¿Pero cumplen todas las normas absurdas que me habéis hecho cumplir a mí?”
Ah…eso. Ya pero es que hemos descubierto que ante el precio más barato, sólo un 4% de la gente se plantea todas esas normas. O sea había un 70% de europeos que iban a comprar carne producida conforme a eso, ¡pero sólo un 4% la compra realmente!”. “¿A que tiene gracia?”
Paco no le encontró la gracia. Lo mismo le pasaba al de los terneros, su vecino Luis. Estaba como él. La subvención les arruinó.
El otro día me junte con ellos en su pueblo, nos emborrachamos y dimos vivas a la revolución, pedimos tierra y libertad y recordamos la época en la que la gente honrada se ganaba la vida.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Congresos, ferias y otras zarandajas

Hace aproximadamente 20 años, las ferias eran un lugar donde la gente exponía sus productos y los posibles clientes paseaban y caminaban. A veces incluso compraban algo.
Los congresos eran una cosa más seria. Científica. Hablaba gente que sabía del tema o que era interesante. A veces había algún tipo de presentación comercial.
En uno y otro eventos había algún puesto de los “charlatanes” tradicionales. Tíos que a base de labia vendían peines, cuchillas de afeitar, esculturas o una mierda pinchada en un palo.
Hoy, con el tiempo, los charlatanes han colapsado las ferias y los congresos. Cualquier “evento” (que dicen los de marketing), está tomado por los charlatanes. Cualquier empresa encuentra a un científico, asesor, experto o tonto del haba en general que a cambio de pasta está dispuesto a decir lo que sea.
El mismo charlatán presenta un día las maravillas del producto A y al cabo del tiempo las maravillas de su competencia el producto Z. Sin sonrojarse. No hay reunión o congreso, o feria, o lo que sea, que se precie que no tenga al menos una docena de patrocinadores. Que pagan claro. Y regalan chorradas.
Creo que es casi imposible encontrar un científico “honrado”, que cuente la verdad y no lo que dice su “patrocinador”.
Los charlatanes de antes tenían mérito, los productos que vendían eran caros y malos. Pero a la gente le caían en gracia y los compraba.
Eran más honrados que los de ahora.