A veces las cosas ocurren y os acontecimientos te desbordan. A veces todo va demasiado rápido y antes de que te des cuenta ha pasado por encima de ti. Este post no va a ser fácil. No sé bien como contarlo.
Hace un par de meses yo era un ejecutivo con éxito en su curro, con ofertas para irme y un horizonte muy calmado. Tenía un blog dónde me reía de mi empresa.
Me han despedido.
Lo escribo y no acaba de parecerme real.
Un economista suizo parió hace una decena de años un sistema denominado “adelgazar las estructuras”. Consiste en ir despidiendo trabajadores proporcionalmente en todos los niveles de la empresa tantos administrativos, tantos operarios…Y me ha tocado.
Hace un par de meses yo era un ejecutivo con éxito en su curro, con ofertas para irme y un horizonte muy calmado. Tenía un blog dónde me reía de mi empresa.
Me han despedido.
Lo escribo y no acaba de parecerme real.
Un economista suizo parió hace una decena de años un sistema denominado “adelgazar las estructuras”. Consiste en ir despidiendo trabajadores proporcionalmente en todos los niveles de la empresa tantos administrativos, tantos operarios…Y me ha tocado.
No es fácil explicar el proceso sin que se sepa dónde curro. Pero ha sido rápido, muy rápido y muy por sorpresa.
Cuando te lo dicen te invaden varios sentimientos. No eso de la negación, ira, negociación…no.
El primero es miedo. Tengo miedo. Un miedo negro y palpable. Tengo miedo de tener casi cuarenta, ser casi experto en chorradas y tener que salir a buscar curro. Tengo un miedo cierto y real a la situación actual y al futuro próximo.
También siento rabia. Rabia porque al final se confirma que todo lo que pensé era cierto. Que yo no era más que un puto número en un engranaje. Que les da igual todo. Oye mira, tu finiquito, despido improcedente y todo lo que te que toca. Deja el coche, el portátil y el teléfono…Rabia porque ni siquiera hay razón ni motivo. Rabia porque al final tu curro se queda hecho para ellos.
Luego siento pena. Pena por La Parienta, a la que hay que amargarle un poco la existencia, mira ahora esto va a ser así, por ahora descarta el viaje, no se ya veremos. Aunque La Parienta siempre reacciona mucho mejor que yo frente a todo. También frente a esto. La Parienta confía en mi más que yo mismo. Pena de que mis padres se van a agobiar y ya no están en edad…
Y algo de vergüenza, vergüenza de ir a la fila del paro para apuntarme, vergüenza de cómo me va a mirar la gente, vergüenza de contar infinitas veces mi historia en entrevistas…
Incluso ahora me doy cuenta de que me quedo sin tema del blog. Ya no seré “un ejecutivo existencialista”. Querría no ser existencialista, ser más determinista y creer que todo obedece a un plan preestablecido en el que acabo con un curro de super-héroe. Pero no. A partir de ahora será el diario de un parado existencialista. Espero poder hacerlo interesante.
Me queda una semana dura. Lamerme las heridas, ir a firmar a la central. Procurar hablar con alguno…luego viene un verano que se me va a hacer largo, porque de aquí a septiembre dudo que salga nada…
Y ese miedo negro y espeso, que casi puedo palpar como fondo de todo.
Cuando te lo dicen te invaden varios sentimientos. No eso de la negación, ira, negociación…no.
El primero es miedo. Tengo miedo. Un miedo negro y palpable. Tengo miedo de tener casi cuarenta, ser casi experto en chorradas y tener que salir a buscar curro. Tengo un miedo cierto y real a la situación actual y al futuro próximo.
También siento rabia. Rabia porque al final se confirma que todo lo que pensé era cierto. Que yo no era más que un puto número en un engranaje. Que les da igual todo. Oye mira, tu finiquito, despido improcedente y todo lo que te que toca. Deja el coche, el portátil y el teléfono…Rabia porque ni siquiera hay razón ni motivo. Rabia porque al final tu curro se queda hecho para ellos.
Luego siento pena. Pena por La Parienta, a la que hay que amargarle un poco la existencia, mira ahora esto va a ser así, por ahora descarta el viaje, no se ya veremos. Aunque La Parienta siempre reacciona mucho mejor que yo frente a todo. También frente a esto. La Parienta confía en mi más que yo mismo. Pena de que mis padres se van a agobiar y ya no están en edad…
Y algo de vergüenza, vergüenza de ir a la fila del paro para apuntarme, vergüenza de cómo me va a mirar la gente, vergüenza de contar infinitas veces mi historia en entrevistas…
Incluso ahora me doy cuenta de que me quedo sin tema del blog. Ya no seré “un ejecutivo existencialista”. Querría no ser existencialista, ser más determinista y creer que todo obedece a un plan preestablecido en el que acabo con un curro de super-héroe. Pero no. A partir de ahora será el diario de un parado existencialista. Espero poder hacerlo interesante.
Me queda una semana dura. Lamerme las heridas, ir a firmar a la central. Procurar hablar con alguno…luego viene un verano que se me va a hacer largo, porque de aquí a septiembre dudo que salga nada…
Y ese miedo negro y espeso, que casi puedo palpar como fondo de todo.