Al
analizar las condiciones de vida de los animales en una granja es cuando más se
puede caer en la trampa de humanizarlos. Podemos pensar en que las condiciones
naturales de un animal son malísimas cuando en realidad esas son las
condiciones en las que el animal vive a gusto. Es muy peligroso juzgar sin
tener los conocimientos necesarios.
Por
ejemplo, podemos pensar que una gallina en un corral en la parte de atrás de
una casa de pueblo era una cosa muy bonita y natural. Pero esa gallina estaba
sometida a los ataques del zorro o del milano, pasaba frio y calor a veces en
exceso, comía de todo, incluso parásitos que le provocaban enfermedades…Así que
esa imagen bucólica, no corresponde a un animal bien tratado, por ejemplo.
Para
entender bien la producción animal, lo primero que debemos de darnos cuenta es
que para que un animal crezca y se desarrolle ha de estar sano. Un animal
enfermo, con carencias o con stress o maltratado, no puede crecer ni engordar
ni reproducirse. Ni existe una forma artificial de hacerlo.
Obviamente,
se puede tomar como referencia las condiciones de la naturaleza “salvaje” para
definir lo que está bien o mal. Pero hay un problema. La naturaleza es cruel,
muy cruel, y los animales que viven en la naturaleza no tienen porque estar
bien. Un rumiante en la sábana está sometido a la acción de depredadores, a la
sequía… a un montón de condicionantes naturales que no por naturales dejan de
ser dolorosos.
Por
todo esto, hizo falta llegar a un acuerdo de lo que era el “bienestar animal”
para garantizar que en las granjas se estaban haciendo las cosas bien o
mejorarlas. Se llegó así al principio de las cinco libertades. Lo bueno de las
cinco libertades es que, siendo bastante subjetivas, son un criterio evaluable
para garantizar el bienestar animal que es en sí otro concepto subjetivo.
Las
cinco libertades son:
1.-
El animal ha de estar libre de hambre, sed y desnutrición
2.-
El animal ha de estar libre de sufrir las inclemencias del tiempo
3.-
El animal debe de estar libre de dolor y/o enfermedad
4.-
El animal debe estar libre de miedo o angustia
5.-
El animal ser libre para expresar sus pautas de comportamiento propio.
El
sólo hecho de que en una granja se cumplan estas cinco libertades (algo
obligatorio en Europa) hace que cualquier animal de granja al menos tiene unas
condiciones de vida mejor que sus homólogos salvajes. En la naturaleza, los
animales mueren de hambre, de sed, de todo tipo de enfermedades, de frio, de
calor…
No
hay discusión en las tres primeras libertades. Están claras… en general. Hay que
tener una cosa en cuenta. Que un animal esté libre de las inclemencias del
tiempo, no significa que tenga que vivir a 22º. Significa que hay que
conseguirle un ambiente adecuado. Es más, hay animales a los que les conviene
un frio moderado en invierno y un calor moderado en verano. Cambian el pelaje,
adaptan el metabolismo…circunstancias varias que lo recomiendan. Así que ver
unas vacas en el campo mojándose porque llueve no tiene porque ser maltrato
animal. Una de las cosas que es obligatoria según la ley de bienestar animal es
que todos los implicados en la producción animal (granjeros, operarios,
transportistas) han de recibir una formación en cuanto al bienestar animal. Así
que, si las vacas se están mojando, seguramente no es malo para ellas.
Estas
tres libertades no están en orden de importancia, son del mismo nivel y
obviamente, es el manejo profesional el que determina como actuar. Y creedme,
los que trabajan con animales, suelen ser los más interesados en que estén
perfectamente.
En
el próximo post hablaré de las otras dos libertades, las más complejas.