jueves, 23 de junio de 2011

¿A las barricadas? ¿quién?

En estos días inciertos en que vivir es un arte...decía la canción. Y algo así está pasando hoy en los curros de mucha gente. Comíamos el otro día cuatro casi-amigos. Yo recién llegado a mi trabajo nuevo, otro con un ERE encima, otro acojonado del dinero que se pierde en el suyo...Y coincidimos en que ha florecido una nueva especie en casi todas las empresas. El capullo.
No es tiempo de que se aprovechen los empresarios, o quizá si pero como siempre. Es más tiempo de esos jefecillos o mandos intermedios que se creen a salvo de todo y parte sustancial del negocio. Y entonces utilizan la situación actual para amedrentar y abusar de la gente. Hace poco, un representante del comité de empresa de una compañía donde trabaja un amiguete entro a la oficina diciendo: "os voy a alegrar el día...tenemos trabajo". No se puede hacer eso. No se puede aprovechar la situación actual para pedirle a la gente que renuncie a su baja de paternidad, o para poner cursos de "formación" (que consisten en que la empresa saque pasta de la tripartita) de seis horitas y fuera de las horas de trabajo. Ah, y obligatorios...
Pero hay mucho capullo, mucho mindundi que disfruta teniendo a la gente acojonada, diciéndole que mira que hay veinte esperando en la puerta a ver si te vas, que oye tal y como está la cosa...son amargados, ineptos que recurren a eso para poder sentir poder.
No hay sindicatos, no hay representantes del comité, no hay...nadie. Nadie que se moleste en decirle al trabajador que el tiene sus obligaciones si, pero también sus derechos y que un buen descanso y una buena vida social son ahora más necesarios que nunca.
¿De que han servido tantos años de lucha sindical?, de nada. De paniaguados que cuando se han dado cuenta de que verdes las han segado, se han ido por la puerta de atrás. Y ahora que la cosa es seria, que a todos los niveles laborales ruedan cabezas y rodarán más, nadie aporta cordura ni lógica. Es un tiempo de capullos.
Y cuando cambien las cosas, si cambian, serán los primeros en atacar al empresario cabrón. Entonces si serán valientes.

lunes, 20 de junio de 2011

Vuelta a casa

Entro en casa. Me voy a la habitación a dejar la maleta. La coloco sobre la cama y respiro. Abro el armario y miro mis camisas. A veces, La Parienta, en momentos de bajón me dice: “cuando no estés voy a abrir el armario y te cambiare el orden de las camisas”. Lo hace para fastidiar, se que no me lo haría nunca, pero las reviso. Parecen guardar el orden del día que me fui…
Me vuelvo y entonces lo veo. Mi montón de papeles no está en su sitio. Lo han cambiado. Respiro hondo, no me dejo llevar por el pánico. Lo veo dentro de una carpeta y lo saco y lo pongo en su sitio. Me tranquilizo algo.
Pero entonces voy a la cocina…¡Oh!. ¡Mi vaso!, mi vaso de beber agua lo han mezclado con el resto de vasos…no lo han dejado en su sitio especial, ¡oh!. Resisto las ganas de golpearme en la cabeza, cojo el vaso y lo restauro a su sitio. Aprovecho y repaso, alguien ha guardado las sartenes en un orden diferente al suyo. Las pongo en orden, tienen un orden. De paso compruebo que la asistenta ha guardado la olla Express en el sitio de la olla grande y a la inversa. Deshago el desastre que amenaza con romper la armonía familiar y sigo revisando. Empiezo a respirar agitado. Procuro tranquilizarme.
Los platos están fuera de sitio, los pongo en su sitio, los llanos al fondo, luego los de cocinar, luego los hondos…El friega platos está a medio poner. Y han puesto vasos en el lado derecho antes de llenar el izquierdo…voy rehaciendo, recomponiendo y ordenando. Canturreo bajito y mantengo la respiración, me muevo acompañando el ritmo. Todo es bueno para no dejarse arrastrar…No tengo que golpearme...
Dejo mi libro de leer en el sitio del libro de leer y quito lo que había. Compruebo que mis calzoncillos y calcetines están en el orden que les toca. La mesilla de noche en su controlado desorden.
Y entonces es cuando respiro tranquilo de verdad. Ya estoy en casa.
Menos mal que soy un tío normal y nada maniático.