Alina era la
más guapa de su pueblo. Y si me apuras de la comarca. Era famosa por su belleza
en toda la región, en la Rumania profunda. Además era lista y le gustaba
estudiar. Quería estudiar.
A veces, las
cosas se tuercen y a ella se le torcieron. Mucho. Cuando tenía 15 años su padre
tuvo un accidente laboral. Quedo incapacitado para el trabajo. Su madre tuvo
que emigrar, para mantener a la familia. Su padre, hundido y humillado, pasó a
dedicarse a fundir en alcohol la mierda de pensión que le quedaba.
Alina tenía un
mal futuro.
Pero Alina era
guapa, y tuvo suerte. Se dedico a hacer millones de castings y ficho por una
agencia de modelos. De Paris, de las buenas. Consiguió el sueño de muchas niñas
rumanas.
Viajes,
desfiles, pasarelas. China, Emiratos, Paris, Nueva York. Ganaba dinero, mandaba
dinero a su familia y a la vez iba estudiando en la universidad. Estudiaba derecho
con unas notas más que dignas. Mientras ganaba dinero.
Pasó a ser
conocida en todo el país. Y empezó a rondarla Sergei. Sergei salía desde la capital
e iba a verla a su pueblo siempre que estaba allí. En helicóptero. Sergei era
de una familia de la jerarquía comunista, que supieron cambiar de bando en el
momento preciso y ahora eran de la oligarquía capitalista.
Y puso cerco a Alina.
Ramos de
flores, cenas, visitas. Presión familiar, presión social, presión de todo el
mundo…Acepto a sus requerimientos y empezaron a salir, tenía 20 años.
Entró en una
vida diferente, viajes a ver la final de la Champions o a una fiesta en Moscú, salir
a cenar con chofer, vestir zapatos de 1000 euros…Pero a la vez el novio iba
poniendo condiciones. Que no salgas con tus amigas, que no quiero que hagas
esas fotos…La situación se iba tensando.
Alina,
intentando resolver el problema de los celos de él, se fue a vivir a la
capital. A un piso que compartía con una amiga. Para estar cerca de Sergi. Pero
fue peor. Sergi no podía estar más con ella, porque tenía muchas cosas que
hacer, pero a ella la quería encerrada en casa. Sin salir, sin trabajar. El se
ocupaba de todo y mandaba todo, vestidos, zapatos, teléfono móvil (del que él exigía
saber el PIN)…
Pero claro, la
familia de ella le decía que eso era normal, que eso era que le quería… Aunque
ella sospechaba que tenía algo que ver que su madre ya no tenía que trabajar,
que podían mejorar alguna cosa de casa…
Se rebeló.
Decidió tener su trabajo y su dinero, ser independiente. E intentar arreglar
las cosas, porque ella estaba enamorada de Sergi, y quería que funcionase.
Empezó a
trabajar como abogada para una empresa extranjera, cuando estaba libre aceptaba
algún otro trabajo, de azafata, de traductora, de modelo…
Sergi se hartaba
de ridiculizarla y de presionarla para que abandonase. Si conseguía un trabajo
por el que le iban a pagar 500 euros, el le mandaba unos pendientes de 600
euros. Y a su familia le parecía bien, y a las amigas, y a la sociedad…
Y él le iba
imponiendo condiciones, no salgas, no te vistas así, no contestes a ese.
Un día un chico
le sonrió en un bar, Sergi hizo que le dieran una paliza. Aquello no
funcionaba, la situación no mejoraba.
He estado una
semana de viaje con un colega de otra empresa, que llevaba a Alina de traductora.
Hemos salido a cenar algún día.
Nos conto su
historia porque nos vio normales. Porque vio que éramos gente normal, con
problemas normales. Para desahogarse. En un momento dado le preguntamos si
alguna vez le había pegado. Nos miró, con los ojos llenos de lágrimas y nos
dijo “Todavía no…”
El último día
que la vimos, se iba a casa a pensar toda la noche. Tenía dos opciones, o
aceptar una oferta de una aerolínea y dejar su país y trabajar de azafata o
quedarse y claudicar.
Si se iba, su
madre tendría que volver a emigrar para ganar dinero. Y ella tendría muy difícil
volver nunca a su país.
Y si se quedaba
ya sabía lo que le tocaría.
Me alegro de no
saber qué eligió. Me alegro de que se quedara así la historia, no quiero saber
más.