lunes, 18 de marzo de 2019

Vuelta al blog


Había, y supongo que sigue habiendo, gente que tenía en casa una habitación para las visitas. Un salón, generalmente grande y muy recargado de muebles, que no se usaba para los días de diario. Sólo cuando se recibía visitas de nivel. Yo nunca fui una visita de nivel en las casas que recuerdo con esa habitación. Una de un tío mío y otra de unos amigos de mis padres. Nunca entré en ninguna de las dos en esas habitaciones especiales. Yo era de confianza.

Esas habitaciones estaban en penumbra y con los muebles recubiertos de plástico o de sábanas o de sábanas y plástico. Recuerdo verlas desde la puerta respirando flojito y tremendamente admirado de cómo de malgastaban unos muebles y un espacio que en mi casa, de cinco hermanos, era impensable. Usábamos hasta el último centímetro disponible.

Así me siento al volver al blog, como en aquella puerta, Procurando respirar flojo y no mover nada. Sin animo de destapar los muebles, pero con cierta curiosidad.

No sé bien por que deje el blog. Supongo que porque ya no me divertía y había pasado a ser una obligación. Sin duda también influía la tremenda pereza en buscar temas, en dar salida y expresar un montón de historias que me interesaba más vivir que contar. Nada especial, lo mismo de siempre pero con una pereza infinita por buscarle la vuelta para contarlo aquí.

No se porque vuelvo al blog, ni siquiera tengo claro que vaya a volver o que esto sea sólo un post en mitad de la nada. Pero me hace gracia en los blogs, que sigo leyendo, vuelve a haber poca gente, como al principio. Vuelve a ser un lugar de unos pocos.

Tampoco me voy a poner farruco, mi blog siempre fue de unos pocos, más bien unas pocas.

Y así, venciendo la pereza y rescatando tiempo que no tengo, vuelvo a escribir en mi blog. No se cuánto durara esta vez.