lunes, 16 de mayo de 2022

Estando donde no me toca

 Recuerdo la muerte de mi padre. Recuerdo acompañarle en los últimos días, cuando sabía que se iba a morir. Lo sabía él y lo sabíamos los de su alrededor. Estar ahí, acompañarle dentro de lo posible, me hizo sentir bien. No por mi, por él. Se que mi padre tuvo la sensación de morir acompañado. Y se que tuvimos conversaciones que el quería tener antes de morir.

No es especialmente agradable, ni siquiera es muy memorable. No te supone una satisfacción especial. Pero creo que es un deber, como hijo, y  que ayuda al que está muriendo. Lo hay que hacer y se hace.

Eludir esa responsabilidad, intentar pasar por encima o de puntillas no debe ser bueno. Ni para el que se va ni para el que se queda.

Mi madre esta sobreviviendo a varios finales previstos. He estado ahí en cada uno de ellos. y cuando se ha recuperado, hemos seguido con nuestra vida, como si nada. Y algún día será el definitivo. y espero estar ahí.

Mi suegro no se muere. Mi suegro empezó a apagarse hace un par de años o tres. Primero fueron pequeños olvidos y confusiones. Luego un ictus aceleró todo. La mitad del tiempo ya no estaba, no conocía. Hoy el Alzheimer ya lo domina más de tres cuartas partes del día.

La Parienta estuvo ahí. Siempre. En cada momento. y lo sigue estando. 

Yo no estoy ahí por tener que estar. Estoy ahí como consorte, en segundo plano. Pero en ese segundo plano me ha tocado vivir cosas que no eran mías, que no eran para mi. me ha tocado vivir cosas que eran para su hijo.

Pero su hijo no está...ni se le espera. Su hijo ha renunciado al derecho a ver apagarse a su padre. Su hijo ha renunciado a ver como esa mente lúcida y brillante se iba transformando en inocente y divertida. Ha renunciado al deber como hijo de ver la decadencia y muerte de su padre.

No voy a contaros la paliza que eso supone para La Parienta...eso es duro pero es otro tema.

Lo que quiero contar, lo que intento explicar es que la renuncia de mi cuñado es una desgracia sobre todo para él. Ver morir o ver desaparecer de la consciencia a tu padre, es irreemplazable. Nada te va a enseñar en la vida lo que te va a enseñar eso. Y si te ocurre a la edad lógica, y si te da tiempo a darte cuenta, es una forma bonita y dolorosa de cerrar un circulo y una etapa de tu vida. Cuando piensas que ya sabes todo y que ya estás de vuelta de todo, te ayuda mucho a entender la vida y las relaciones.

Mi cuñado, al renunciar a esos últimos momentos de lucidez de su padre, al renunciar a esos momentos en los que hay que ayudarle físicamente, al renunciar a ver como se pasa de persona a despojo, se está haciendo un daño inmenso a si mismo. Y yo no pretendo reemplazarle, no me aporta nada vivir como yerno lo que ya pase como hijo. Pero intento ser un buen marido y un buen yerno. Y estar ahí cuando puedo. Seguramente escaqueandome más de lo debido. 
Pero es que no es mi padre. Y yo no puedo sustituir a su hijo. Incuso aunque haya caído en ese circulo cercano de las personas a las que el enfermo no conoce pero "le caen bien". Aunque bromee con él y consiga arrancarle sonrisas contándole chistes verdes. 

Yo no soy su hijo. Y me da una pena enorme lo que su hijo se está perdiendo.