viernes, 18 de febrero de 2011

Seamos sinceros: lo que ayer no conté

Ayer escribí un post que no era el que quería escribir. Ayer leí el post de Molinos y decidí pasar silbando y dedicarme a otra cosa. Y meter un post de coña, en plan cachondeo, que pensaba hacer cualquier día; a ver si así se me iba de la cabeza lo que me rondaba. Pasaba y me dejaba más tranquilo.
Pero no se va.
Y es que entiendo a Molinos, pero porque me pasa algo parecido.
Viajo, viajo mucho. Tengo una temporada en que me como el mundo. Nunca he tenido especial miedo a viajar. Me he hecho 50 ó 60000 kilómetros al año en el coche sin importarme. Me he hecho más de 1000 kilómetros en un día sin cansarme demasiado. Sin pensar en riesgo y sin miedo.
Pero ahora es distinto.
Ahora llevo una vida (al menos los primeros meses, luego se suavizará) en que me despierto en un país, salgo para otro, vuelvo y me vuelvo a marchar. Y estas a muchas horas, incluso a días de tu familia, de tu gente y de tus cosas. Me da miedo.
Me da miedo, por supuesto, matarme en el avión. Eso no tiene remedio. Pero me da más miedo no estar. No poder estar. Recuerdo una noche que La Parienta estaba hecha polvo con mi hijo que llevaba tres noches sin dormir. Yo estaba de viaje con un compañero a dos horas de casa. Lo dejé en el hotel, vine a casa y estuve con La Parienta. Le di algo de apoyo. A la mañana siguiente aparecí a desayunar en el hotel y aquí no ha pasado nada.
Ahora no. Ahora si pasa algo estoy a muchas horas de avión, ahora no puedo apoyar, ni nada. Ahora soy un sujeto pasivo que está en la otra punta del globo. Y pase lo que pase no se puede contar conmigo. Y si alguien está malo, y si alguien necesita un abrazo, o un poco de charla…yo ni estoy ni se me puede esperar.
Y soy un cabrón y un vago por pensar esto y sé que tengo que estar contento por tener curro pero pienso a veces que tengo derecho a otra cosa, y que me voy a quedar en mi casa con los míos, que no tengo porque andar dando tumbos por ahí…pero me rehago, me sacudo a la angustia y me agarro a la escalerilla del avión murmurando “más cornadas da el hambre”.
Y espero que los míos lo entiendan igual que yo. En fin, que me estoy volviendo tan blandengue que hasta me he tenido que sincerar con vosotros...

jueves, 17 de febrero de 2011

Cosas que (me) ponen

Total que me he decidido a hacer este post. Ya hice uno de las que me ponen. Ahora no va a ser de personas, va a ser de cosas. Al fin y al cabo como nadie de vosotros me conoce....pues no pasa nada. Y los dos o tres que me leen y me conocen, me temo que ya nada les sorprende.
Así que vamos con esa pequeña lista de fetiches personales:
  • Las manchas en el escote de las señoras: Si, se que parece una perversión. Pues lo siento, me ponen mogollón las manchas oscuras en la piel del escote que se les forma a las señoras de cierta edad. En mi descarga he de decir que tuve una amiga que reconoció que le se lió con un señor (mayor) porque le ponían mogollón las manchas de sus manos. No estoy sólo.
  • Los labios oscuros: Odio el glossy, los brillos y todo lo que haga parecer que he pillado a una tía desvalijando una fábrica de caramelos. No. Lo bueno son los labios pintados de oscuro. ¿Cuanto? pues cuanto más mejor. Si son negros es el summum.
  • Las medias que ya no lleva nadie: Y todas dicen ¡si yo llevo medias!. No bonita, tu llevas pantys. Los pantys son un antídoto de la lujuria sólo superado por los calcetines ejecutivos de algunas mujeres. Unas buenas medias, de las que se quedan a medio muslo...y por favor, con costura por detrás.
  • Los tatuajes: Me molan. Aunque no tengo edad. Quiero decir que las de mi edad, cuando estaba en el mercado, no tenían tatuajes. Ahora esta más generalizado.
  • La ropa interior grande: No hablo de talla, hablo de tamaño. Me pone más una señora con sus bragas y su sujetador de los que tapan que una tía con huesos que lleva todo mini y se le sale por todas partes en el desfile de moda de turno. Claro que a lo mejor es porque me imagino señora versus tía con huesos.
  • Las uñas de colorines: Esto es culpa de La Parienta, que una vez me esperaba; en una visita de cuando novios , con las uñas pintadas de "azul clarito". Desde entonces me ponen las uñas de colorines.

Ahora que nombro a La Parienta, se me ocurre que quizá mejor paro. Que a mi me pone ella sobre todo y si un día lee esto, ella que no lleva ni tatuajes, ni tiene manchas, ni nada...se va a pillar un mosqueo...