Era un tío de una inteligencia excepcional. Nadie lo duda. Pero su apariencia...Lo primero es ponerle un nombre ficticio, el real era demasiado original para conservar el anonimato, así que le llamaremos Cromañón. Pues bien, Cromañón era un tío bajito, a eso unía el andar encorvado desde los hombros. Su porte era...inexistente. Eso lo acompañaba de una indumentaria original: pantalón de chandal azul marino ajustado a las canillas y jersey de lana de cuello alto, de los que tejen las abuelas. Por si fuera poco iba despeinado y se afeitaba una vez a la semana.
Quizá alguien podía pensar que eso lo compensaba con locuacidad y simpatía. Ni de coña. Veías a Cromañón y le saludabas:
-Hombre Cromañón, si hace tres días que no te veo ¿que tal? ¿en que andas?
Y el se volvía retorciendo su medio joroba y decía:
-Grñññ
Porque Cromañón hablaba poco, su mayor riqueza lingüística provenía de el uso de gruñido y otros sonidos raros.
Ojo, era un tío con unas notas de escándalo y una inteligencia fuera de lo común. Eso que quede claro. O sea, no era un tío con problemas. Era raro.
Ella era...La mejor
descripción era compararla con
Winnie Cooper, la novia de
Arnold en la serie "Aquellos
maravillosos años", pero más mujer. Tenía su toque exótico, morena, alta, con formas varias...En fin no sigo. Destacaba no sólo porque en el ambiente de pañuelos palestinos y sobacos sin depilar de las féminas que entonces nos rodeaban la limpieza fuera virtud. Destacaría en cualquier ambiente. De hecho
El Chico de la Consuelo que
ejercía de su chofer ocasional, los
días que la llevaba estaba hasta simpático. Y cambiaba el
carajillo de coñac por una tila matutina...
Y un día empezaron a salir.
Nadie entendía aquello ¿que coño tiene Cromañón para salir con la Cooper? ¿cómo se lo ha pedido, gruñendo?. El caso es que salían juntos. Y ella empezó a venir en nuestra pandilla. Trabé con ella cierta amistad. Es decir, no tenía su número de teléfono por ejemplo pero fuimos a estudiar juntos un par de veces. Con ella he sentido vergüenza de ser hombre. Te esperaba en la barra de un bar y te acercabas y veías al de al lado mirándola de arriba abajo, y de abajo arriba... y te daban ganas de decir "tío córtate". El vivía cerca de mi casa, me encontraba con ella muchas mañanas, cuando salía de pasar la noche con él y íbamos juntos en el autobús. Era muy simpática. Le gustaban mis excentricidades en el vestuario. Igual que ahora llevo sombrero, por llamar la atención, entonces llevaba camisa de doble puño y tirantes, no de goma cutres, sino de seda. Le molaban mis tirantes de seda. Debí regalárselos.
El caso es que estaban juntos, el con su chandal y su jersey y su pelo sin peinar y ella un palmo más alta, elegante...nadie entendía nada. Corrió un rumor-chiste: "Cromañón tiene una tranca de dos palmos... si no no tiene explicación..."
Al cabo de un año o año y medio, en una cena de compromiso por no se qué, me acodé en la barra libre dispuesto a beberme todo. Y él se me planto al lado
-¿Que haces Gonzalo?
-Pues mira, he comido como un general, hay barra libre...me voy a beber todas la botellas de ginebra que pueda. Vamos que me voy a tajar.
-Pues yo contigo
-Pero hombre de Dios, Cromañón, yo no doy cuentas a nadie, pero tu si te tajas ¿que le vas a decir a tu novia?
-He cortado con mi novia
-¡¡¡¡¿Que has qué?!!!!
-Que la he dejado, que me agobiaba
-¡¡¡¡¡¡¡Pero eres gilipollas Cromañón, si no vas a encontrar otra así en tu puta vida desgraciao!!!!!!¡¡¡¡¡¡¿Tu has visto la pinta que tienes?!!!!!!- Si, es una barbaridad, pero el alcohol me soltó la lengua.
Total que le dio por descojonarse, y se encogorzó conmigo. Aquella fue la última vez que nos vimos. El se fue y ella dejo de venir con nosotros.
Siempre me he preguntado que habría entre ellos, como sería aquella relación.
Y me arrepiento de no haberle regalado, a la Cooper, los tirantes de seda.