ECDC y yo nos
conocemos desde nuestra más tierna infancia. Empezamos el cole juntos a los 6
años. En algún momento que no tengo muy claro, empezamos a ir en la misma
pandilla, sobre los 13 ó 14 años que es cuando se hacían las pandillas. Y hasta
hoy.
En el cole no
éramos demasiado estándar. Nos salíamos de la norma establecida. En general,
nuestro grupo allí jugaba de outsider. Por distintos motivos. Fundamentalmente
porque nos la sudaba el juego de aparentar y presumir. A algunos porque
pensaban un poco y daban más valor a otras cosas, a otros (bueno a uno) porque
tenía mucha más pasta que todos los que aparentaban tenerla juntos. Y a mí
porque mi profunda vida hondamente espiritual me apartaba de las vanidades
mundanas.
El caso es que
nos entendíamos bien, teníamos nuestros sitios fijos, de patio, de copas, de
fiesta… Íbamos a nuestro aire y nos ignoraban desde el respeto. A veces caían
en la tentación de intentar que participáramos y, por ejemplo, nos pedían que
nos hiciéramos cargo del periódico del colegio. Ese año no salió ningún número
de los 4 previstos. Todos ellos fueron censurados por la dirección.
Así que pasamos
por el colegio (de los 6 a los 17, incluyendo BUP y COU), sin destacar
demasiado, ni por buenos ni por malos. De hecho, hace poco, a la mujer de uno
de la pandilla, la mujer de otro del cole le dijo “es que tu marido iba con los
raros”, con gran cabreo de la esposa del nombrado. A mí me parece una
definición perfecta, en ese ambiente éramos raros.
Nuestro colegio
tiene una asociación de antiguos alumnos. En general las asociaciones de ese
tipo las hace o gente muy partidaria o gente muy desesperada. No sé quién hace
esta, pero en su afán por dar lustre a la agrupación, empezó hace unos años a
dar un premio al antiguo alumno del año.
Es algo muy de
provincias, coges al que destaca un poco en la capital, le das el premio y así
te echas el pegote de presumir que estudio en el colegio y tal.
Este año cuando
llegó la convocatoria de la jornada anual (en realidad hay 100 socios que pagan
religiosamente la cuota de la famosa asociación, pero ellos mandan
infatigablemente los 4000 boletines a otros tantos ex alumnos), yo me quedé
alucinado. El premio de antiguo alumno destacado se lo daban a ECDC.
A ver, que no
es que no se lo merezca, que puede que sí. Pero me parece, con lo poco que lo
conozco, que no encarna demasiado bien la representación en su cuerpo mortal de
las heroicas virtudes y ejemplar vida que propugnaba nuestro cole. Vamos que no
sé si es bueno para el cole presumir de que ECDC ha estudiado allí. Que igual
algún padre de los que va por la cuarta esposa y séptimo hijo (porque usar
anticonceptivos es pecado) ve que ha estudiado allí un ser contestatario y
librepensador (sobre todo pensador) y dice “mira Mari Jenni, vamos a sacar los
niños de ahí que esto ya no es lo que era”.
Claro que igual
ECDC ha confabulado con amigos y conocidos para conseguir el premio, que todo
puede ser…
La cuestión no
sólo radica en darle el premio, el hecho es que hay una entrega física del
mismo. Hay un acto en el que el premiado es invitado a recoger el premio y dar
un discursillo. Ese era el punto peliagudo.
Total, que el
día de autos me presento en el cole dispuesto a hacer de clá para el artista.
Ante la falta de otros miembros de la pandilla (cumpleaños, comuniones de
hijos…) resultó que iba yo como único representante. Para hacer más bulto me
lleve a La Parienta (que en realidad, no quería perderse el posible
espectáculo) y a mis hijos que les importaba el evento lo mismo que la
copulación de los cestodos. Pero yo no contaba con la astucia de ECDC. Ja. Se
presento al evento con su esposa (lógico), sus hijos (normal), su madre (bueno,
vale), su abuela (pelín exagerado) y ¡su suegra!, ¡se llevó a su suegra a
aplaudir!. Tal y como es su suegra, yo imagine que también daría un discurso,
pero no, se contuvo.
La presentación
del premiado la hizo un responsable de la entidad con más ganas que pericia. Le
debió de pedir al propio ECDC un resumen de su paso por el colegio, a modo
ilustrativo y se creyó lo que le mandó. Cuando empezó con lo de “ECDC no sacaba
buenas notas en el colegio…” nos descojonamos. Fue uno de los 5 que tuvieron
matrícula de honor…
Luego vino el
discurso de ECDC, que era lo interesante.
La verdad es
que sabe hablar. Lo hizo de maravilla. Empezó suave y tal, dando las gracias,
luego se fue viniendo arriba y dejó atrás sobradamente los 10 minutos que le
habían dado. Mientras iba dando cariño, atizaba unas collejas impresionantes en
los cimientos del centro educativo, les explico lo que se podía hacer y lo que
no, les dijo lo que estaba bien y mal, les puso a caldo en unas cuantas cosas.
Mientras recordaba lo bien que se lo había pasado y lo feliz que había sido
allí. Yo creo que aún estarán analizando si el discurso era a favor o en
contra.
Dio las gracias
a su familia, a sus amigos (yuju, “los raros” tenemos un premio) y se bajo del
atril con toda la elegancia posible.
Le pedí el
discurso para pasárselo a los otros colegas. Me dio tres folios en blanco que
había ido pasando, durante 20 minutos, para que pareciera que leía algo súper
estudiado.
Y nos fuimos a
la parte de comer croquetas.
Lo mejor, es
que como los otros amigos no pudieron ir, hemos quedado este finde para comer y
contárselo, y allí volveremos a recordar historietas y a reírnos juntos. Igual,
con unas cuantas cervezas hasta consigo que repita el discurso, si no pondré la
grabación que hizo La Parienta con el móvil… pondremos a parir a los ausentes,
nos contaremos nuestras desdichas, beberemos…
Sólo por eso, hubiera merecido la pena el premio