miércoles, 8 de junio de 2011

Alguna vez tenía que pasar

Pues si. Que está bien que me tenga que comer marrones bajo el nombre de viajes, pero también tiene que haber algo de lo otro. Y lo otro es ese viaje que has pensado siempre que alguna vez te podía tocar. Y va y te toca.
Y el negocio del pollo frito me ha traído al Medio Oeste. Y siempre había pensado que podía hacer un viaje así, y voy y lo hago. Y me sale todo como había imaginado. Me paran en el control policial y me retienen lo justo para ponerme nervioso pero no para perder el enlace. Y me interrogan pero suavecito, sin violencia ni tocamientos, lo necesario para poder contarlo como anécdota.
Y luego vuelo en un minijet de esos de ejecutivos, algo más pequeño que un autobús, y además volamos bajito, para ver el paisaje.
Y aterrizo en una ciudad sin pena ni gloria, y resulta que el coche más bien modesto que había alquilado no está. Y me dan un cochazo que te mueres de envidia si se lo ves a otro. Un coche americano como Dios manda.
Así que me pongo a recorrer un pueblo medio estadounidense. Y todo es como pesaba y como lo había imaginado. Y veo todo lo que hay que ver. Y está Wall-Mart y los carteles de casas en venta, y voy a un sitio de los de venta de coches de segunda mano, con fotos del empleado del mes, para que me intenten vender un coche. Y como en cadenas de comida de ellos, y me mezclo con ellos.
Y recorro la ciudad - pueblo y todo, todo, es como lo había pensado, como lo veía en las pelis y lo leía en los libros.
Y hago carretera por rectas infinitas.
Y el sábado me haré 5 horas en mi super coche americano para poder parar en garitos con camareras teñidas de rubio que sueñan con ser actrices.
Porque esta siendo todo como lo había pensado.
Y me da pena que no este La Parienta. Y me jode estar fuera de casa. Pero este viaje, por una vez, no es sólo un marrón. Este viaje es volver a un sitio donde no había estado nunca. Pero había imaginado mil veces que sería así. Y va y resulta que es así.
Y si, mucha globalización, pero aquí las costillas saben diferentes, las hamburguesas tienen un sabor nuevo e incluso las camareras rubias son de otro rubio.
No voy a decir que me gusta el viaje, pero casi.
Y en el curro, por supuesto, diré que ha sido un marrón.