miércoles, 3 de marzo de 2010

Ni tan Santos ni tan Inocentes

Aviso antes de empezar que mi rostro tiende a la redondez. Tengo lo que vulgarmente se conoce como “mofletes”, no siendo exagerados, dotan a mi rostro de un porte juvenil e incrementan mi belleza. (Me doy cuenta ahora que llevo ya varias justificaciones de mi físico en este blog, algún incauto puede pensar que soy feo. Craso error).
Aunque las patillas la compensan algo, esa tendencia al círculo sigue destacando. Esto nunca me molestó, al contrario, era un rasgo de mi personalidad. Hasta el día del puto niño.
Por una extraña casualidad, acabé en un autobús urbano. Vehículo que no suelo frecuentar, por la vagancia propia de los que tenemos coche gratis (del curro). Ese día me subí en el inicio de la línea y esperé a que arrancara.
Justo antes de arrancar, subió una joven madre con un niño en brazos. No hablaba ni andaba, aún vestía de bebé. Unos 7 meses a ojo. Se sentaron justo delante de mí. El cabrón del niño, desde los brazos de su madre, oteo el panorama y se fijó en mí. Normal, no había nadie más en el autobús…
De repente, mientras me mira fijamente, infla los carrillos y contiene la respiración. Como haciéndome la burla. Si llega a tener diez años más le calzo una leche.
Total que arranca el autobús y ahí vamos, la madre feliz sin enterarse, el niño en brazos mirándome y poniéndose rojo brillante y yo pensando en matarlo. En la primera parada (zona de la Universidad), suben unas jovencitas tardo adolescentes con diademas usadas como faldas. Se vienen a la parte de atrás. Me ven. Ven al niño…empiezan a descojonarse…una se meo encima seguro.
Ante las carcajadas, la madre miró a su niño (por fin) y a mí. Se puso tan roja como el hijo de puta que llevaba en brazos y empezó a enseñarle cosas por la ventanilla: “mira, cariño, un coche rojo, mira un perrito, mira un circo, mira el Séptimo de Caballería persiguiendo a los indios…”
El niño no miraba nada. Me miraba a mí y se amorataba. Yo valoraba seriamente que Herodes ha sido mal juzgado por la Historia, sus razones tendría…
Siguió el viaje, gente subiendo, niñas riendo, la madre enseñando de todo por la ventanilla y e cabrón del mico mirándome con los mofletes inflados. Cada uno que subía, marujas, viejas, currantes, pintas…veía la situación y aumentaba el jolgorio, el descojono era ya generalizado.
En la cuarta parada (faltaban seis para la mía) me levanté muy digno y me bajé.
Espero que el chaval muriera asfixiado.

lunes, 1 de marzo de 2010

Modas del curro

Hay quien cree que la moda sólo es esa forma estúpida de vestirse sin seguir un orden…pues no. La moda es mucho más. La empresa imbécil en la que trabajo, también sigue los estúpidos designios de la moda.
Y es que en las empresas, si te fijas, hay modas. Las modas abarcan campos diversos. Por ejemplo, ahora en mi curro está de moda pedir el coche de empresa con cambio automático. Todo el mundo quiere cambio automático. ¿Por qué? Pues no lo sé, supongo que empezó un jefe y a partir de ahí, por imitación, un montón de capullos se lanzaron a seguirle.
Y con las palabras. A lo largo del 2009 llegó un momento que en una reunión dije que al próximo que dijera “contemporizar” lo capaba. Coño con la palabrita, que no se les caía de la boca. Contemporizar por aquí, contemporizar por allá. Contemporizar quiere decir que si mientras te joden te hacen mimos pues te aguantas. Hay que joderse.
Hubo un tiempo en que a la gente le dio por llamar a la empresa “la casa”. “En esta casa…” tócate las narices. “No es el estilo que impera en esta casa” llegó a decir un capullo. Yo hubo un tiempo que intenté poner de moda una palabra: paralogísticamente. La metí en dos o tres informes, pero no cuajó.
También hay épocas en que les da por hacer todas las gráficas en un estilo, con un fondo... Hubo una temporada que un tonto del haba no hacía más que hablar de las tendencias en cuanto veía una gráfica. Resultó que había descubierto una función del Excel para hacerlas…
O lo del valor añadido “tenemos que resaltar el valor añadido de los productos de la empresa”, si y con mis cojones veintitrés, valor añadido quiere decir que somos más caros porque la empresa saca más beneficio joder, que no somos nuevos… O cuando empecé a escribir yo en el curro con mi súper lápiz Graf Von Faber Castell, con su capuchón de plata…se acabaron las existencias porque todo el que quería ser algo se compro el lápiz aquel. Luego empecé a ir con plumas de las caras, a ver si hay huevos para seguirme, ahí se cortaron.
Total que en lo de las modas del curro yo soy más o menos como con la ropa. Me opongo por sistema. Prefiero hablar clarito y dejarme de chorradas de diseño.
Pero contemporizo con el resto.