miércoles, 10 de febrero de 2021

Miedo

Hoy he tenido miedo.

He paseado después de comer por un pinar inmenso de Castilla. Un pinar como los que pateaba cuando era pequeño, en el pueblo de mi padre. Castilla profunda cerca de Peñafiel. Iba disfrutando del sol y del aire, sin la puta mascarilla. Si, iba incumpliendo todas las normas. 

Y entonces me ha dado por pensar que qué iba a pasar si esto no mejoraba. Que pasaría si la situación no remontaba. Si iba a peor. Si esto sólo era el principio de un final apocalíptico con un escenario tipo Mad-Max. Había sol, ese sol con algo de aire de Castilla, que te da toda la luz pero nunca llega a calentarte.

He dejado que el miedo poco a poco se apoderara de mi. El miedo es como una sombra negra que te va invadiendo. He temido que no fuera imaginación sino premonición. Y me ha dado miedo que todo empeorase. O que le pasase algo a mi familia o a los míos. O que fuera el final. El miedo lentamente se extiende, y de pronto tengo miedo a que me falle la salud, tengo miedo al accidente, tengo miedo...a todo.

Había tanta luz en el pinar y se estaba en un entorno tan privilegiado en estos tiempos extraños, que hacia raro tener miedo. El miedo se suele asociar a lo lúgubre y lo oscuro.

De repente estaba sólo, echaba de menos poder abrazar a mis amigos. Echaba de menos a la parienta. Estaba muy sólo y tenía miedo. Si le dejas el miedo te va invadiendo.

Lo he soportado, he aguantado el tirón, he imaginado que sólo eran aprensiones mías. He vuelto al coche y he seguido poniendo tonterías en el grupo del Whatsapp

lunes, 8 de febrero de 2021

La alucinante y desconocida historia de una hermandad de motoristas (Parte 1)

Pertenezco desde hace muchísimos años a una hermandad motera. Incluso los años que no tuve moto, porque se puede ser de esta hermandad motera sin tener moto. Una hermandad motera no es un club motero, es algo diferente...ya lo explicaré. La hermandad a la que pertenezco no es secreta, pero no es pública. Es decir no hay una dirección, ni web, ni nada donde acudir para contactar con ella. Normalmente la hermandad contacta contigo. En mi cargo actual en la hermandad (estoy bastante arriba en el organigrama, baste con eso por ahora) tengo el deber de custodiar los documentos de la misma. Entre ellos un maravilloso manuscrito en el que se ha ido desarrollando la historia de la hermandad. Para evitar que el manuscrito se pierda voy a pasarlo a ordenador y dejar aquí una copia. Total este blog lo lee tan poca gente que es un sitio bastante seguro para ocultar algo. Es un rollo pasar un manuscrito a ordenador, así que lo iré haciendo en capítulos... este es el primero.

Para entender la formación y existencia de la Sherman´s Motoclub Brotherhood (SMB en adelante) hay que remontarse al año 1367. En ese año, el rey Enrique II nombra a los arrieros maragatos como arrieros oficiales de la Corona de Castilla para el transporte de los caudales reales y del producto del cobro de los impuestos.

Los arrieros maragatos habían adquirido fama como transportistas desde el siglo XI. Gente de la comarca de El Bierzo, la zona de León limítrofe con Galicia, se acostumbraron a transportar el cereal del Reino de Castilla a Galicia. Y el pescado de Galicia a Castilla. Su núcleo principal de población era Astorga y actuaba como lugar de encuentro para los arrieros y centro de contratación y negocios.

Los maragatos, acostumbrados a las caballerías, único ganado que podían criar en la dureza de sus sierras, se habían acostumbrado a defender muy bien sus caravanas. No tanto por el valor de las mercancías sino porque reconocían el valor de sus bestias. Por esa forma de defender la mercancía, el rey Enrique II decidió darles la exclusiva del transporte de los caudales. Pese a que el precio de los servicios de los maragatos era superior al de otros arrieros.

Esa fama les serviría con el tiempo, para hacerse cargo incluso del porte de los tesoros que llegaban del Nuevo Mundo a la corte en los siglos XV y XVI. Los maragatos protegían su carga y eran gente de palabra. Esas eran sus virtudes.

Inciso: De hecho es paso fino colombiano no es más que lo que el intento de los que iban a América de enseñar a las caballerías el pasportillo, uno de los pasos que usaban frecuentemente los arrieros maragatos y que los viajeros veían en los puertos.

Cuando el rey les nombró arrieros oficiales, a mediados del siglo  XIV, los maragatos que se reunían en Astorga, decidieron que tenían que reforzar la seguridad de sus caravanas. Ya no solo había que proteger las caballerías, sino que sus mercancías ibas a ser valiosas. Muy valiosas. No sabemos exactamente como ni de quien surgió la idea, Pero si en que consistió esta.

Los maragatos llegaron a la conclusión de que las armas y los hombres eran una pobre defensa. Armas y hombres podían ser vencidos por un número mayor de armas y hombres. Así que idearon un plan que les hiciera, de alguna manera, invencibles.

Por eso los maragatos crearon una hermandad. Un grupo de arrieros que sostenía a una parte de ellos, liberados de sus funciones como transportistas, que ocuparon determinadas posiciones en las rutas. Se hicieron bandoleros y forajidos. Asaltaban a viajeros (estaban cercanos al Camino de Santiago) y marcaban determinadas zonas como “peligrosas” o malditas”. Por esas zonas, con forajidos, no se aventuraba nadie.

Salvo, claro está, sus compañeros arrieros maragatos que encabezaban expediciones seguras y, discretamente, además les suministraban toda la logística necesaria.

Pero no sólo eso. La hermandad, como la llamaban los maragatos, hizo correr leyendas. La leyenda de la Santa Compaña, esa caravana de luces que asustaba y sigue asustando a muchos gallegos, no era otra cosa que viajes nocturnos de la hermandad. Que a través del miedo mantenía a la gente alejada.

La hermandad de los maragatos había descubierto que ni las armas ni los hombres. No. El miedo iba a ser su principal arma para defender sus viajes.

Hay que hacer notar que en el castellano de la época el término hermandad en la zona de El Bierzo, con su castellano entremezclado de dialecto gallego, se pronunciaba algo así como “irmandá” (en gallego irman es hemano). Con el paso del tiempo “irmandá” fue cambiando la pronunciación a “irman”. Luego veremos la importancia de este vocablo.

Mientras los maragatos siguen transportando caudales durante los siglos siguientes, nos trasladamos a Irlanda. Otro punto clave en la historia de la SMB.


jueves, 4 de febrero de 2021

Ayer no hubo un incendio en un hotel...

 Lo bueno de esta situación de pandemia y casi prohibición de viajes es que los que tenemos autorización para viajar podemos ir a hoteles de putisima madre por 50€ alojamiento y desayuno. Lo malo es que parecen hoteles fantasma. 

Pensaba yo eso anoche mientras bajaba a las 00:10 a fumar el último pitillo. Había estado currando en la habitación del hotel desde el final de la tarde hasta entonces. Sin cenar. Pero antes de acostarme necesitaba el cigarrito de final del día y en el cojo hotel de esa ciudad de levante estaba prohibidisimo fumar. Así que deje todos los bártulos, me puse el pantalón y un jersey encima del pijama y baje a fumar. Cruce la recepción desierta se abrieron las puertas automáticas, salí y fumé. Apague el cigarro en el cenicero puesto al efecto. Me acerque a las puertas automáticas...y no se abrieron.

Había un cartel, que no había visto al salir, que decía que disculpáramos los clientes pero que estaban en tareas de mantenimiento. Que si hacía falta algo llamáramos al teléfono... Me imagine que con el mínimo personal que tenían, quien estuviera en recepción se iba a dormir. Y para que abrieran las puertas había que llamarle. Con el teléfono móvil.

Como el que había dejado cargándose en la habitación.

Así que estaba en la calle y sin posibilidad de llamar. 

Calcule que con la poca gente que había en el hotel, la posibilidad de que a esa hora saliera alguien era casi nula. Además supuse que habían cerrado  porque ya no tenía que entrar nadie. Y además, a esas horas y con toque de queda, no iba a llegar nadie... "Manda huevos, con lo que has vivido macho, que te quedes aquí colgado" pensé. 

Intente hacer ruido llamando a las puertas de cristal. El cojo hotel tenía una recepción descomunal, no creo que el sonido escaso que hice llegara a ninguna parte. Intente abrir las puertas a lo bruto. Ni de coña. Pero eso si, quedaba una ranura como de 1cm sin cerrar. Así que me quite el cinturón del pantalón, lo metí por la ranura y empecé a agitarlo a ver si así se activaba la célula interior....No. Era buena. Busque otras puertas. Al lado de la puerta del hotel había dos puertas cerradas, una con un ascensor y otra con unas escaleras... Pero estaba el Parking. Bajé la rampa de los coches (el mío se había quedado en la calle vacía) y busque la puerta. Puerta con tarjeta magnética para huéspedes. Probé y mi tarjeta no la abría. Puerta con ascensor para ir a recepción. Respiré aliviado, marque recepción...y salí otra vez a la calle en la puerta de al lado de la de recepción...

Mierda.

Entonces me fije que la otra puerta debía de ser una escalera de incendio. Estaba cerrada pero con un resbalón nada más. La abrí metiendo la tarjeta magnética de mi habitación, como hacíamos en el cole con los despachos de los profesores.

Subí dos o tres pisos sin acceso al hotel sólo escaleras. Supuse que eran los pisos de gimnasio, cafetería salones... De repente una puerta que debía dar hacia el hotel. Se abría empujando. La abrí y estaba al lado de una habitación, exactamente la mía pero 5 plantas más abajo. Sólo me faltaba ir a la sexta donde estaba mi habitación. Inicie el paseo hacia los ascensores y de repente se puso a sonar la alarma más fuerte que he oido nunca.

Supongo que la escalera de incendios estaba conectada a la alarma... El caso es que corrí como alma que lleva el diablo hasta las escaleras, descarté el ascensor porque vi que lo estaban usando. Subí cinco pisos a toda leche (con grave riesgo de infarto). Por lo menos a mitad de la subida oí como paraba la alarma. Me cerré en mi habitación. Tarde un buen rato en recuperar el aliento y otro en conciliar el sueño.

Por la mañana desayuné (te dejan el pack de desayuno en la puerta) y bajé a pagar en recepción. Nadie decía nada... Pero de repente me fije en que a través de la puerta abierta detrás del mostrador se veía una pantalla con vistas a un montón de cámaras de seguridad...Mierda. Esperé la factura impertérrito, y cuando me la dieron, justo al ir a dar la vuelta y salir el recepcionista me preguntó bajito y con una voz muy dulce:

-¿Pero por qué no llamó al teléfono que ponía en la puerta?

Me puse rojo sangre de toro y dije, apunto de hacer pucheros:

-Es que me había dejado el móvil en la habitación...

-Aaaaah. Muy bien.- Sonrio - esperamos que haya disfrutado de su estancia. Que vuelva pronto.

Pues...no sé si tendré huevos...

miércoles, 27 de enero de 2021

Que se callen los sanitarios

 

Sé que no vamos a salir mejor de esta pandemia. Vamos a salir peor. Sobre todo porque habremos visto nuestro lado peor. Lo malos y egoístas que podemos llegar a ser como grupo y como individuos.

También va a ser, está siendo, un momento de examinar nuestras estructuras y recursos. De ver como funcionábamos. Y hay instituciones que van a saltar por los aires. Que han demostrado su inutilidad.

Concretamente, en este país de cuñadismo y navajeo, se ha demostrado la absoluta falta de afiliación y de capacidad de representación. No hablo de los políticos, que ya se sabía. Hablo de los profesionales. Si nos ponemos a contar instituciones y organismos de representación en la cosa de la sanidad pública, nos podemos aburrir. Colegios profesionales provinciales, consejos autonómicos de colegios, consejo nacional, sindicatos de clase, agrupaciones o asociaciones por especialidades… Un sinfín de estructuras con sus cargos y su presunta función de representación.

Pues bien, llegado el momento de necesitar la sociedad una voz autorizada, un interlocutor que informe y tranquilice, toda esa estructura ha demostrado su inutilidad. Ni un solo profesional ha pensado o dicho: “voy a esperar a que mi colegio profesional o mi asociación de especialistas o mi sindicato guay de gente como yo de una versión oficial”. Que va. Todos, los buenos, los malos y los regulares se han lanzado a opinar. Graban videos poniendo por delante su puesto y su número de colegiado y su especialidad y luego empiezan a decir sandeces, o a decir cosas muy inteligentes, da igual, pero lo hacen desde la individualidad y la irresponsabilidad más absoluta. Sin ningún filtro lanzan su visión parcial (porque el individuo que no conoce la totalidad del asunto sino sólo lo que ve cada día, tiene una visión obligatoriamente parcial) para darse importancia y fardar con los vecinos de lo mucho que saben y lo virales que se han hecho.

Y si queda alguno sin malear, les llama una tele o una radio y ahí se lazan a opinar con ningún respeto y sin dar valor a la importancia de la prudencia y la ciencia…Y si algún experto de aquí no viste suficiente, llaman a un experto de algún sitio del extranjero que suene bien, y ese se lanza a opinar sin decoro sobre la sanidad de un país que igual hace 20 años que no pisa.

Sobran expertos. Sobran irresponsables. Sobran representantes autoproclamados. Tenían toda una serie de estructuras muy bonitas y bien financiadas. Y no han servido. Porque no las han respetado y porque no han sabido hacerse respetar.

Sólo espero, que cuando pase todo esto, alguien se dedique a recopilar audios y videos e intervenciones y a ir examinando despacito y con bloc de notas, las tonterías que se han dicho y los mensajes alarmistas que se han difundido. Y se les empiece a exigir responsabilidades a los opinadores.  Tu has opinado esto en este momento, pues te va a caer un paquete por gilipollas, por difundir bulos, por crispar, por hacer propaganda política, por mentir…

Claro que su corporativismo no les dejara ir por ahí…


viernes, 22 de enero de 2021

Historias alucinantes que puede haber en casa de su vecino

 

A poco que te esfuerces, sólo con un poquito de atención y empatía, puedes llegar a conocer historias alucinantes. Vivimos en un mundo globalizado donde tu vecino del tercero puede tener una historia que no desmerecería en una película. Hay que saber preguntar. Y saber escuchar…

Dimitri nació en la Unión Soviética. En la Ucrania de la que era originaria su familia, desde antes de que fuera la Unión Soviética. Sus padres eran maestros, los dos. Estaban titulados y tenían buena reputación. Por eso el gobierno de Moscú les dio una oportunidad. Algo que sólo se ofrecía a gente muy buena.

Irse a dar clase a Sajá.

Sajá es la última parte de Siberia. Algo así como el fin del mundo. En invierno hay -40º y en verano +40º. Lo peor de lo peor. Pero el gobierno soviético tenía la responsabilidad de enviar allí a funcionarios para todo: maestros, médicos, policías…Así que a los funcionarios jóvenes y válidos les ofrecía ir. A cambio, además de un buen sueldo les ofrecía un incentivo: cada año trabajado allí te contaba cómo año y medio cotizado. A efectos de jubilación y de muchas otras cosas en la Unión Soviética, pasar allí unos años te garantizaba bienestar en el futuro…

Así que los padres de Dimitri hicieron cuentas y decidieron irse. Dimitri pasó allí desde los 8 a los 18 años. Cuenta historias de aquella época y alucinas. El avión de suministros llegaba por última vez en Octubre, hasta Mayo no volvía a haber comunicación con el resto del mundo…Las casas se dejaban abiertas, para ir de una parte de la ciudad a otra, cada diez minutos o así, con el aire a -30º tenías que meterte en la primera casa que hubiera…

Y en verano, cuenta, “mosquitos como gorriones”, bandadas que caían sobre un cordero en el campo y podían matarlo en segundos. Humedad y tierra pantanosa. Sólo habitada por mineros y funcionarios.

Los padres de Dimitri habían contado con volverse a Kiev, jubilarse mientras su hijo estaba en la universidad... Y así lo hicieron. A los 18 años de Dimitri se volvieron a Kiev.

Con la mala suerte de que ese año se desmoronó la Unión Soviética.

Cuando fueron a presentar sus papeles al ministerio de educación ucraniano, les comentaron que no es que no les reconocieran el año y medio por año, no. Es que los 10 años trabajados en Sajá no eran en Ucrania, así que no contaban, y si querían jubilarse…les faltaban unos pocos, no tan pocos, años de trabajo.

Los padres de Dimitri se pusieron a trabajar. Dimitri empezó ingeniería. Pero para poder pagarse la carrera (porque a sus padres les destinaron/castigaron a un pueblo de mala muerte, y la universidad estaba en Kiev), se puso a trabajar de taxista.

El negocio del taxi, en la Kiev recién liberada de la opresión comunista, estaba en manos de la mafia ultranacionalista (cuyos jefes, por cierto, eran los mismos que antes eran jefes comunistas). Dimitri empezó como un trabajador normal. Pero era listo y con estudios. Y empezó a ascender. El problema es que en el mundo del taxi no hay muchos ascensos, pero en el de la mafia sí.

Dimitri, que por entonces tenía a su novia estudiando económicas, se sentó y calculo con ella. Quedarse, y vivir en Ucrania y en la mafia o irse. Y a ver que salía. El plan para irse no era fácil. Su novia tenía una prima en España. Así que salieron en las siguientes navidades para ir a ver a la novia de su prima en Madrid. Eso es lo que dijeron a todo el mundo y lo que iban a hacer.

Con la salvedad de que al acabar la visita a la prima no pensaban volver.

Pasaron todas las fronteras y aduanas sin mucha dificultad, poco equipaje, poco dinero, billete de vuelta, datos de la prima… Todo fue muy bien hasta la estación de tren. Cuando llegaron a la estación de tren de una ciudad española, estaba cerrada. Y el tren a Madrid no salía hasta las 6 de la mañana. Se dispusieron a pasar la noche esperando en la puerta. No hacía mucho frío, y ellos no hablaban español ni se fiaban de ir a un hotel o coger un taxi. Mejor esperar en la puerta de la estación. Charlando y haciendo planes de futuro.

A eso de las dos de la mañana llego un coche muy grande y muy negro. Se bajó un hombre que se dirigió a ellos. Antes de que llegara Dimitri ya sintió un escalofrío. Se acercó y les habló en ucraniano.

Les dijo que eso de entrar en España no era así, que tenían que pagarles a ellos, 1000€ por ella, 500€ por él. Que no se entraba así desde Ucrania, que ellos mandaban en Ucrania y en los ucranianos. Estuvieran donde estuvieran.

Dimitri tragó saliva. Y les plantó cara. Se apartó de su novia, llevando con él al visitante y le habló muy claro. Le dijo que venían de Ucrania para evitar cosas así. Y que no tenían dinero, que si lo tuvieran tampoco iba a pagar. Porque no se había venido al fin del mundo para vivir con el mismo miedo y el mismo chantaje.

El visitante asimiló la información y los miró. Luego se alejo diciendo algo de que no llegarían a ver amanecer. Que pasaría con unos amigos en un rato a ver si se lo habían pensado mejor y que se podían estudiar formas de pago…

Pero, a veces, en este mundo endemoniado, las cosas salen bien y ganan los buenos. El vigilante de la estación abrió la misma y llamó a Dimitri. Les hizo pasar dentro. Una vez allí les informó que estaba colaborando con la policía para detener a los mafiosos ucranianos que extorsionaban a los compatriotas recién llegados. Que si colaboraban tendrían protección.

Dimitri llegó a un acuerdo con la policía, que en unas horas detuvo a los extorsionadores cuando volvían a visitarle. A cambio de su declaración, le ofrecieron permiso de residencia y trabajo en alguna ciudad española tranquila, sin muchos ucranianos…

Hace años que Dimitri vive en Vetusta. Su mujer dirige una sucursal bancaria y él es ingeniero de una empresa de montajes industriales. Tienen una hija, un piso, un coche. Tienen una vida normal y feliz.

Y la gente pasa por su lado y no se puede imaginar su odisea.

Y yo me alegré de que fuéramos un país de acogida cuando me contó su historia. Porque hay gente que se merece una oportunidad.

martes, 24 de noviembre de 2020

A fusilar o a ser fusilado

Había niebla. La niebla no era agradable y menos con el uniforme de húsar.  Las charreteras y el capotillo, el tejido adamascado y el morrión no ayudaban a combatir la humedad ni el frío. Pero quedaban bien. El uniforme de húsar de Pavía era de los que más miradas y admiración atraía. 

El teniente Viveiró contuvo un escalofrío. Se recolocó el sable de caballería y apresto el fusil. Oía un galope antes de ver nada en medio de la niebla. A pocos pasos su caballo resoplaba sobre la hierba húmeda, intentando encontrar algo que comer. Era un buen animal. Ya casi no se asustaba en los fusilamientos.

Porque en aquellos tiempos, una cita a esas horas de la mañana era seguro para un fusilamiento. En tiempos turbios ir a aquel prado a aquellas horas no tenía otro motivo. El teniente Viveiró había vivido ya varios, en los últimos meses. Algunos mandando el pelotón y otros simplemente como testigo. No le gustaba. Ni entendía los motivos ni veía justicia en aquello. En muchos casos veía sólo injusticia y descaradas venganzas personales. Pero el era un soldado. Obedecía. Y si no le gustaba luego se desahogaba en la cantina....

El galope se acortó y entre la niebla vio a su compañero, el teniente Daoiz, con el comandante de su escuadrón. La presencia del comandante le hizo inquietarse. La norma en el ejercito español obligaba a que hubiera dos grados de separación entre el ajusticiado y su juez ejecutor.

Antes de poder pensar lo que pasaba escuchó la voz del comandante que habló mientras desmontaba:

-Teniente Viveiró, sabe como va esto. No es personal, ni yo se porque le han montado esta ejecu...juicio sumarísimo. Ni lo sé ni me importa. Pero seamos profesionales. Lo vamos a hacer bien, sin pelotón, solo con su compañero Daoiz. Muera como un soldado. Su final no trascenderá de aquí. Le daremos por muerto en combate...

El Teniente Viveiró había empezado a buscar salida antes de que el comandante dijera la tercera frase. Pensaba mucho y rápido. No le daba tiempo a huir. Habían dejado sus caballos entre él y el suyo.Quizá por casualidad.

La niebla era densa...

El teniente Viveiró pensaba mucho y muy rápido mientras entregaba su fusil. Conservó el sable después de interrogar al comandante con la mirada. Y empezó a caminar los cincuenta pasos reglamentarios...alargando la zancada todo lo posible, sin que se notara que andaba diferente a lo que sería el paso de maniobra normal. 

Calculó que había conseguido distancia suficiente cuando se dio la vuelta para mirar a Daoiz. Éste, acababa de cargar el fusil, se lo encaró y esperó la orden.

El comandante había valorado su silencio. Le había dejado el sable para que muriera como un caballero. Y tuvo el detalle de hacer un fusilamiento reglamentario. Saco su propio sable y tras adelantarse unos pasos, lo mantuvo en el aire, firme. la bajada del sable fue la señal para que Daoiz disparara. Pero justo al notar el primer indicio de movimiento en el sable, el teniente Viveiro se dejó caer hacia atrás. Cual si hubiera sido victima de un certero escopetazo.

Calló al suelo y respiro despacio, No notaba ningún dolor, Creía que estaba ileso. Pero no podía palparse. Tenía que permanecer quieto, muy quieto, mientras Daoiz se acercaba a darle el tiro de gracia. Daoiz iba andando tranquilamente. Recargando su fusil y meditando cuanto tardaría él en caer como el otro o las posibilidades que tenía de lograr un despacho de capitán.

Cuando Viveiró vio al otro casi encima y ya montando el arma actúo.

Casi sin moverse desplegó lo justo el brazo y sacó la Derringer, la bendita Derringer comprada fuera del escuadrón, que tantas veces le había salvado en refriegas absurdas como esta. Mientras desde el suelo apuntaba justamente a los testículos de Daoiz le susurro:

-Daoiz, colega. Hoy soy yo mañana puedes ser tu. No es nada personal pero hemos sido colegas. Hemos luchado juntos y nos caíamos bien. Vale no somos amigos. Pero tampoco me alegraría de tu muerte. Así que estampa el tiro de gracia a unos palmos de mi cara. El comandante desde allí no te ve. Hoy por ti y mañana por mi. Te juro que no me vuelve a ver nadie por aquí. Y si me apuntas a la cabeza o si gritas o dices algo te desencajo un tiro en los cojones. Que no te matará no, pero ya veras que mierda es la vida sin cojones....

Lo dijo todo seguido, sin respirar...

El otro hizo como que repasaba el fusil, muy pálido y con una mirada extraña. Dejó pasar unos segundos y apuntó. Tomo los puntos a unos hierbajos a dos palmos de la cara del teniente Viveiró y soltó el tiro.

El sonido dejo sordo a Viveiró. Miro al otro con agradecimiento para ver como le sonreía y le guiñaba un ojo. Luego se dio la vuelta y empezó a andar para volver con el comandante.

Viveiró quedo varias horas allí tendido, recuperando el oído, la calma y muerto de miedo, por suerte sólo de miedo, por si se acercaba alguien.

Cuando estimó el tiempo suficiente se levantó. Se recompuso el uniforme y se encaminó hacia la academia de marina. Seguro que había vacantes para un buen soldado como él...


Y así niños y niñas es más o menos como sucedió un cambio de curro no planeado durante este mes...

viernes, 4 de septiembre de 2020

Por que he vuelto a tener moto

 HACE 13 AÑOS

La Parienta: No, no quiero que tengas moto ni que vuelvas a montar en moto

Yo: Pero ¿por qué?

LP: Tienes hijos pequeños, si te matas les dejas un trauma para toda la vida...

Yo: ¿Y no puedo tener moto nunca más?

LP: Si. A los 50. A los 50 ya serán mayores, ya no se traumatizaran...

Yo: ¡Pero falta muchísimo!

LP: No tanto. Son 13 años...

La puñalada que supuso darme cuenta que solo me faltaban 13 años para los 50 fue peor que el dolor de no tener moto hasta entonces...

ACTUALIDAD

Llevaba años pidiendo la Vulcan a los Reyes Magos, que pasaban olímpicamente. Pero este año se acercaban los 50 y empecé a mirar motos en internet...

De repente se empezaron a alinear cosas; el confinamiento, enfermedades de familiares, líos varios...todo hacía presagiar que después del año pasado, cuando disfrutamos de 16 horas escasas de vacaciones, este verano iba a ser igual o peor (luego han sido de las mejores vacaciones que hemos tenido, pero en Junio se avecinaba una hecatombe...). A la vez, en mi situación financiera, resulta que si me endeudaba un poquito más, podía renegociar la deuda y mejorar mucho las condiciones (cosas de la banca, yo tampoco lo entiendo). Y en esas apareció un anuncio donde vendían, de segunda mano, mi moto. La misma que fue mi moto hace un porrón de años. Una Guzzi Nevada. Con 13 años pero pocos kilómetros. Vale, no era blanca piel de serpiente, era negra y con adornos de macarra, pero molaba...

Así que fui a LP y le dije: "mira, estamos en un año de mierda, pero me falta poco para llegar a los 50 y ha salido a la venta esta moto. Y además barata y la pagamos fácil...Vale que vamos con una pinta horrible a las vacaciones, que sabe Dios lo que nos va a tocar, que igual nos confinan otra vez... Pero si de vez en cuando puedo salir a dar un paseito en moto..."

LP miró el panorama y después de un rato de silencio me miró y dijo: "no me hace gracia, pero la verdad es que te entiendo..."

Y me compré la moto.

Y ahora de vez en cuando salgo a la carretera. Ni corro ni hago viajes largos. Dos o tres horas, por carreteras secundarias con poco tráfico. Oigo el rugido del motor, me da el viento en la cara, miro el paisaje...

Y la vida se lleva mucho mejor.