Una pareja de milanos ha anidado en el valle. El valle está especialmente frondoso este año y les cuesta sacar adelante a las crías. Me gusta observarlos por la mañana, cuando van de caza, hablan mucho entre ellos.
Sigo desayunando pronto en la terraza. En el silencio que sólo rompen los pájaros. Miro alrededor el bosque cada vez más frondoso por la falta de cuidados.
He acabado de rendir cuentas y de pagar todo lo que había que pagar. Es la primera vez que me toca a mi. La primera que le toca a alguien de mi generación. En la casa familiar que llegábamos a habitar holgadamente 30 personas en verano, este año sólo estamos nosotros 4. Y gracias.
Unos se hacen mayores, otros van llevando vidas paralelas... Cada vez es más difícil que la gente tenga tiempo para compartir. Y estamos solos nosotros cuatro. He desalojado a los ratones y me peleo con los murciélagos.
El año pasado fue la última reforma. Pero se van acumulando los pendientes...hay que talar montes, hay que limpiar montes, hay que buscar montes...Hay que hacer cosas, muchas, pero cada vez menos gente está pendiente. La primera vez que alguien se hizo otra casa de vacaciones me pareció una estupidez original... pensé que nadie seguiría su ejemplo... pero ahora pocos vamos al valle. A nadie le acaba de gustar el tiempo regular en verano. Y a pocos les sigue pareciendo bien que estemos medio aislados.
Mi hijo se va a tatuar las coordenadas de la casa.
Hay que talar un magnolio, de más de 100 años y 30 metros porque las raíces empiezan a dañar la casa. Han aparecido grietas. Hay que hacer papeles, hay que pagar sueldos. La casa de al lado, donde nació mi madre, ya no son más que ruinas. El valle cada vez es más agreste y cada vez hay menos gente. Empieza a estar inhabitable la casa que se dejó de habitar en el 90, la naturaleza es implacable.
Miro y remiro cuentas, y miro como disfrutamos en esa casa enorme, ese caserón del que hoy no ocupamos (ni barremos) ni tan siquiera la mitad. Cálculo que volveremos al año que viene...seguramente al otro...Hace 20 años estaba abierta 3 meses, tenía una media de 16 personas viviendo allí. Este año hemos estado 4 durante algo más de dos semanas.
He ido al cementerio, incluso allí nos sobra espacio.
Mi casa se muere
Joser que pena. No dejes que se muera
ResponderEliminarQue entrada tan triste. Entiendo ese sentimiento de pérdida, yo intento revivir la casa del pueblo de mis padres. Un beso
ResponderEliminarque gran tristeza que todo eso se pierda !
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