No quiero que nadie más
consuele a viudas repentinas. Ni quiero que hagan panegíricos de gente a la que
aún le quedaba tanto por vivir. No quiero ver lo bien que crecen tus hijos y no
poder comentarlo contigo.
No quiero que se muera
ninguno más de mis amigos. Porque nunca les he dicho lo que les quiero. Y la
falta que me hacen. Porque aún me quedan muchas llamadas que hacer. Porque aún
tengo muchas dudas que resolver.
Y ahora, si ya no estás tú,
siempre nos va a faltar una opinión. Moderada y distante. A veces fría, a veces
muy lúcida.
Una vez cuando yo tenía
dudas sobre algo de lo que estaba haciendo con mis hijos, cortaste diciendo “Lo
mejor para los hijos siempre es lo que deciden los padres, que son los que más
les quieren”. Nunca te dije la de veces que use esa frase para tranquilizarme.
Nunca más vamos a volver a
estar todos juntos. Ya nadie sabrá de música clásica. Ni defenderá conmigo a
Javier Marías. Ya no intercambiaré Podcast con nadie. Ni nos enseñaremos las
plumas de nuestra colección.
“Ni se te ocurra cambiar el
embrague del coche”. También tenías razón, han pasado dos años y el coche
funciona perfectamente.
Sin
ti seremos menos sabios. Intentaremos ser igual de alegres. Pero, por favor,
que no se muera ninguno más de mis amigos. Que aún no nos toca.
Lo siento mucho Gonzalo. La pérdida de un amigo es devastadora. Por un lado, la ausencia, que es horrible. Y por el otro, porque de repente se te abre un abismo al que da mucho miedo asomarse. Te diría que se pasa pero no es verdad, solo se aprende a vivir con ello. Disfrutar mientras se pueda y el amor de los que todavía están... os envío un abrazo
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Consultor. La gente que deja huella nunca se va del todo.
ResponderEliminarlo he vivido hace un año. 52 años , todo por delante. No nos toca.
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