Hay
instintos que nos repelen e incluso parecen romper leyes de la naturaleza. Por ejemplo,
el león macho si encuentra una leona con cachorros, mata a estos para así
conseguir que la leona vuelva a entrar en celo y reproducir sus genes frente a
los que llevaban los otros cachorros. Es algo que no podemos comprender ni
evaluar porque está en un plano instintivo que no alcanzamos. Del mismo modo, podemos
estar tomando como comportamientos “inteligentes” o “emocionales”
comportamientos que no son más que una suma de instintos. Nunca sabremos si una
mascota tiene sentimientos hacia su dueño o simplemente obedece a los instintos
que le hacen respetar e incluso puede que “fingir sentimientos” por un ser del
que dependen su alimentación y otras condiciones
A
nivel hormonal, tampoco podemos fiarnos de las reacciones humanas. Es sabido
que el toro de lidia, durante las corridas, presenta muy bajos niveles de
cortisol (la hormona del stress) ¿podemos deducir de ahí que el toro de lidia
no sufre stress durante la faena?. También en la vida salvaje podemos ver
animales que conviven su depredador. Las gacelas Thomson con los guepardos o
los antílopes con los leones. Es su estado normal de vida, ¿pueden vivir en un
chute constante de stress?.
La
cadena alimenticia y las relaciones depredador presa, es algo que hemos omitido
(racionalmente) de nuestra relación con los animales. Una mascota, cualquier
mascota, asume desde el principio que nosotros somos más fuertes y potenciales
depredadores. Del mismo modo que un rebaño de ovejas en el campo se aparta
cuando te acercas, uno de vacas seguramente no se inmuta (salvo que lleves un
palo u otro “argumento” similar). Esa relación de jerarquía y sumisión, se ha
olvidado en todas las teorías del bienestar animal, cuando es algo que los animales
siempre tienen presente.
Nuestras
emociones nacen de tres factores: lo que conocemos instintivamente (innato), lo
que nos ha enseñado la experiencia y lo que nos ayuda la inteligencia. Yo veo a
un hombre con cara de mala leche venir hacia mi con el puño apretado y amenazante.
Sé de forma innata lo que es la expresión de su cara y su actitud, deduzco por
mi inteligencia que me puede pegar y se por experiencia que el golpe me va a
hacer daño y quizá lesionarme. Por eso nacen varios sentimientos: miedo,
angustia, nervios, enfado…que van en un “pack” de reacción.
El
animal, valora cosas diferentes, su posición de superioridad o inferioridad
frente a la amenaza, si está sólo o con congéneres, si el agresor es un depredador…
y además su inteligencia es diferente. Por todo ello, le van nacer unos
sentimientos diferentes. En su cualidad pero seguramente también su relación.
Es
decir. Si yo defino a una persona como feliz, seguramente puedo definir varios
adjetivos que también tendrá por ser feliz. Un hombre feliz también estará
relajado y satisfecho en casi todos los casos. Desde luego es casi imposible
encontrar un hombre feliz, decaído y melancólico. Hay asociaciones de adjetivos de sentimientos
posibles e imposibles.
Sin
embargo, en los animales hemos hecho la misma trasposición sin darnos cuenta de
como funcionan su inteligencia y sus instintos. Así, la misma asociación de
adjetivos y sentimientos no es más que una antropomorfización del animal que
nos induce a error al intentar comprenderlo.
La
vida animal parte de otros parámetros y tiene otros caminos. Los sentimientos y
la asociación de los mismos no tienen por que ser iguales ni aparecer en el
mismo plano. Un animal puede que no sea feliz, porque seguramente ni siquiera
puede entender el concepto de felicidad. Tendrá otros adjetivos y otras
definiciones de estado, más cercanas a satisfecho o tranquilo o asustado… un
rango de categorías simples que se unirán en categorías más complejas que
nuestra visión del animal no puede imaginar ni evaluar.
Es
por todo esto, que nosotros podemos proporcionar confort al animal, alojamiento,
comodidad…pero eso no nos garantiza ningún sentimiento del mismo. No sabemos
como se generan sus sentimientos y seguramente no podemos comprenderlos.
Las
orcas en los acuarios tienen todo para estar más tranquilas que en la
naturaleza. Pero su aleta dorsal está siempre doblada, cosa que en la naturaleza
no pasa. No sabemos que pasa en la orca para que se de ese comportamiento. No
sabemos porque las cerdas prefieren estar alojadas individualmente que en grupo.
No sabemos porque los gatos de repente muestran picos de actividad…
Estamos
bastante ciegos en cuanto a los “sentimientos” y comportamientos de los
animales.
Pero para eso están esos veterinarios mediáticos "súperguays" que saben con solo echarle un ojo si el agapornis sufre "stress" post-traumático o la perezoso depresión post-parto.Que es que tú no has "estudiao" psicología animal.
ResponderEliminarQuerida Pseudo que aun me lees, por cuestiones laborales me ha tocado formarme para tener la más alta acreditación que hay en Europa en Bienestar Animal. Durante el principio de este año. Elk cortocircuito que me produjo lo que tuve que estudiar y lo que sabía/creía fue lo que me motivo a escribir esto. Y desde ese cortocircuito te puedo garantizar que todos los que dicen hacer "psicologia animal" son unos charlatanes...
EliminarGonzalo de incógnito porque no se que le pasa a blogger que no me deja entrar con mi perfil a comentar
Yo también te leo Gonzalito ... en diferido pero lo hago :-) oye, me parece la mar de interesante esto que cuentas, te animo a continuar!!!
ResponderEliminarUn besote