Soy
un abuelo cebolleta. Tengo muchas historias para aburrir a la peña, puedo
saltar en cualquier momento con “Ah, Tiritistán, cuando yo estuve en Tiritistán…”.
Es guay.
Así
que como está de moda el estrecho de Ormuz, os voy a contar cuando yo estuve en
el estrecho de Ormuz. En la entrada del estrecho, donde pocos occidentales han
estado…(esto queda bien, pero no es verdad)
El
caso es que hace unos años, cuando yo hacía de Willy Fog por el mundo, estaba
en Teheran, negociando con los iraníes. Iba bastante allí (2-3 veces al año) y estábamos
empezando un negocio bastante majo. En un momento dado, el jueves (allí el día
de finde es el viernes), me dicen “Seguimos el domingo, pero esto hay que
seguirlo en la isla de Kish”.
Yo
no tenía ni puta idea de que era la isla de Kish, de hecho pensé que era algún
restaurante pero dije que de acuerdo. Sobre todo, porque los persas no razonan
en tres dimensiones, razonan en 6 ó 7, nunca sabes a donde te va a llevar una
conversación con un persa. Si algún día negociais con un persa, estad muy
atentos todo el rato porque sus caminos son inescrutables. Y no pongáis esa
cara, yo tampoco pensé nunca que iba a tener que negociar con un persa y luego
lo hice muchísimo…
Total
que salí del despacho del superjefe de la empresa iraní habiendo citado con él
(y su equipo, siempre iban 3 contra 1) en la isla de Kish para el domingo…a las
5:30 de la tarde.
En
todos los sitios donde voy, intento llevarme bien con todo el mundo, desde el
jefe hasta el último mono. Es muy bueno. Así que fui a la chica de recepción
que era guapísima y muy eficiente, Myriam se llamaba. “Hola Myriam, he quedado
con tu jefe el domingo en la isla de Kish, ¿dónde está la isla de Kish?”
-En
el estrecho de Ormuz, en el golfo..
-O
sea ¿es una isla?¿de verdad hemos quedado en una isla?
Se
descojono un poco de mi y me dijo que si, que era una isla y había que ir en
avión…
“Mira
Myriam, tengo un problema, aquí no funciona mi tarjeta de crédito occidental,
voy con pasta en efectivo, ¿Cómo me saco un billete para la isla de Kish? ¿Y
hotel? Yo no llevo pasta suficiente para esto…”
Me
dijo que no me preocupara, que me sacaba un billete para ir el sábado a la isla
de Kish y me reservaba un hotel, diferente al de sus jefes, para dos o tres días.
Y que luego le pasaba la factura a mi empresa.
Me
fui al hotel, a esperar tranquilamente al mensajero que me traería los billetes
y la reserva y aproveché para enterarme de que era la isla de Kish. Resulta que
el Sha de Persia había pretendido hacer un Mónaco del Pérsico hace un montón de
años (lo mismo que han hecho con Dubai ahora) pero salió regular. Cuando
triunfó Jomeini y la revolución, lo mantuvieron como puerto franco. Primera
noticia que tenía.
Al
poco llego el mensajero con los billetes y la reserva de hotel, y una nota de
Myriam, “el hotel se llama Maria, como la madre del profeta Jesús, vuestro Dios”.
Myriam sabía que me gustaba hablar de religión y se choteaba un poco…
El
sábado, después del descanso del viernes, cogí un taxi al aeropuerto. El
taxista me preguntó si volvía a mi país y le dije que no, que iba a la isla de Kish.
Me pidió los billetes extrañado y dijo que entonces no iba al aeropuerto
internacional sino al local. Yo ni idea. Iba charlando con el taxista
(cualquier taxista de Irán habla un inglés de puta madre y tiene un nivel
cultural altísimo) sobre Irán y su circunstancia, cuando el radiador del taxi
reventó. Nos quedamos parados en medio de una de esas avenidas atascadas
siempre de Teherán.
La
escena era casi cómica, un taxi echando humo, con un taxista jurando en farsi y
un europeo con cara de pringado y una maleta azul. Vino un policía en moto a
intentar ordenar el tráfico. Le preguntó al taxista y se quedo fascinado con lo
del occidental que iba a la isla de Kish. A todo esto yo empezaba a estar
apurado por la salida de mi avión, así que le pregunté al taxista que como podía
llegar al aeropuerto. El taxista, muy amable, después de cobrarme el viaje,
paró a un coche cualquiera, le endilgó mi maleta y a mi y le soltó 40.000
rupias diciéndole a donde tenía que llevarme.
Así
desembarque en un aeropuerto de vuelos nacionales que no conocía. Saque mi
billete todo contento, vuelo tal a la isla de Kish y me puse a buscar el
mostrador de facturación.
Todos
los carteles estaban en Farsi
El
farsi es el idioma oficial en Irán y común a todos los persas, tiene una
escritura que no se parece a nada más que al propio farsi. Y allí estaba todo
en farsi, los paneles, las pantallas…lo normal en un aeropuerto de vuelos
internos de Irán.
Total
que allí me quede con mi maleta azul y mi cara de gilipollas mirando signos
raros y sin saber que hacer. Los únicos mostradores vacios eran los de los
gusrdianes de la revolución.
Los
guardianes de la revolución en tiempos de Jomeini eran jóvenes universitarios
muy idealistas (son los que controlan el aeropuerto en Argo si la habéis visto),
con la radicalización del régimen y el desapego de la población (actualmente
solo un 15% de los iraníes son musulmanes practicantes, el resto pasa de las
mezquitas y quiere que la sociedad sea sólo civil, no religiosa, pero eso es
una historia muy larga…) ha dejado los puestos de guardianes de la revolución
en manos de incultos fanáticos preocupados en exceso por la moral. Cuando me dirigí
a ellos en inglés me echaron con toda clase de juramentos, avergonzados por no
saber inglés.
Así
que allí estaba yo con mi maleta azul, etcétera.
En
ese momento, dio la casualidad que apareció uno de la competencia, libanés, que
estaba también de vuelo interno. Hablaba inglés, árabe y entendía suficiente
farsi para indicarme donde facturar y donde tenía que embarcar. Le invite a
cenar en agradecimiento y me subí al avión, donde todos los carteles estaban en
español porque IranAir compraba los aviones que Iberia se quitaba por viejos.
Joer, menudo coitus interruptus Gonzalete ... ¿la segunda pa'cuando?
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