Ahmed era católico. Había vivido en Bagdag, pero su familia se harto del clima hostil y esquizofrénico y decidió emigrar. Al norte, a la parte de Irak donde había menos terrorismo y casi paz. Casi paz era que ellos sólo se relacionaban con otros católicos, en la iglesia que pasaba a ser un centro de convivencia. Era técnico de sonido y tenía 24 años. Estaba pensando en casarse. Pase una tarde con él, en la cabina de proyección, ajustando el sonido y el paso de las diapositivas con el traductor para la conferencia que yo iba a dar al día siguiente. Charlábamos en inglés y comparábamos nuestras vidas entre risas.
Mousad era taxista. Cuando me quede colgado en Suleimaniya, había perdido el autobús por visitar a un último cliente, tuve que acordar con él que me llevar a Erbil, más de 400 Km y metiéndonos por la Bagdag - Mosul, la ruta de la muerte, porque había caído una nevada espectacular. La ruta más tranquila estaba bloqueada. Me hizo un turbante con un foulard que yo llevaba y así hicimos el viaje. Bajo la nieve con su Toyota Camry patinando. Yo le explique lo que eran las cadenas y si no tenía unas. El pensó que eran un gran invento, pero no tenía. Almorzamos juntos en mitad de la carretera. Luego consiguió esquivar los controles para que no me pidieran un visado que no llevaba para esa zona. Se quedo un rotulador Parker mío, como si yo no me diera cuenta. Estaba casado, tenía dos hijos y muchos planes de futuro. 36 años, no le pregunté su religión.
Adj el Mourab era ganadero. Tenía una granja de pollos. Estaba entusiasmado con la idea de que yo fuera a verla y todo lo que podía explicarle. Porque el criaba pollos por instinto. Sin nadie que le hubiera explicado como se hacía. Nunca había visto otra granja que la suya. Tenia 56 años. Era zoroastrista. De los últimos adoradores del dios negro, una religión monoteista, la primera, con más de 4000 años de antigüedad. Eso le daba una cierta superioridad sobre judíos, moros y cristianos. Estaba orgulloso de su linaje. Cambiamos algunas cosas en su granja. Espero que le fuera bien.
XX era ministro de Agricultura de la región del kurdistan iraki. Me recibió en su despacho y hablamos bastante. me contó como estaban organizando el desarrollo agrícola de una zona que era como un país diferente al resto de Irak. Vestía completamente a la occidental, tenia 62 años y hablaba un inglés casi perfecto. Defendía el progreso y la democracia. De hecho era un agnóstico liberal en un puesto de bastante relevancia. En su provincia, las mujeres vestían sin velo. igual eran las únicas mujeres en miles de kilómetros a la redonda que podían ir con minifalda y salir solas a la calle. Mientras cenaba con él en mi hotel, había cuatro de ellas cenando en otra mesa. Parecía Europa.
Fui un actor más lejano que secundario. Fui un tío que una vez pasó por su vida, de lejos. Igual no me recuerdan. Yo estuve allí una semana. Tampoco debían de suponer mucho en toda mi vida.
Pero veo las noticias y no puedo menos que imaginarme que han muerto todos.
Y no lo entiendo.
No creo que nadie lo entienda, Gonzalo.
ResponderEliminarTal vez no lo entendemos porque lo que hace 50 años era una excepción -la paz- es ahora, para nosotros en la Europa Occidental- la norma. Pero igualito a eso que cuentas pasó en Yugoslavia, donde de la noche a la mañana vecinos pacíficos pasaron a degollarse, por no mencionar nuestra guerra civil...
ResponderEliminarY una cosa es que te lo cuenten las noticias.. y otras que a la destrucción le puedas poner recuerdos, nombres y caras.
Un post muy hermoso en la semana en que todo el mundo es Charlie, y nadie, salvo tú, es además Ahmed, o Mousad....acordándose de los sitios donde falta la paz y la libertad cada día, desde hace ya.
ResponderEliminarTienes que leer a Joe Sacco.
ResponderEliminarY me ha gustado mucho el post.
Sí, es terrible. Es terrible que pase y más terrible no entender por qué pasa, qué pieza falla, para poder arreglarlo.
ResponderEliminarGran reflexión.
Gran post.
ResponderEliminarA mi me sigue costando entender cómo valoramos unas muertes más que otras, como 20 siguen pesando más que veinte mil según el lugar o el color de la piel, o la religión .
ResponderEliminar¿Y has aguantado dos años sin comentar semejante aventura?
Los vericuetos de la mente masculina se me escapan, las más de las veces.....
Lo conté aquí:
Eliminarhttp://losconsultoresllamanlosviernes.blogspot.com.es/2012_01_29_archive.html
Pero es verdad que sólo cuento un poco de lo que me pasa...
Igual es el pesimismo de la edad pero pienso que vamos para atrás, que poco a poco iremos (vamos) perdiendo libertades y sentido común y que la ignorancia, los ignorantes, acabarán venciendo. Me gustaría equivocarme, sobre todo por mis sobrinos, mas no sé yo.
ResponderEliminarSalud.
No se entiende nada, a la escala persona/persona nada de lo que sucede aqui o allí se explica, no consigo entender dónde esa realidad cotidiana donde cada uno es normal, ni buenísimo ni malísimo pasa a ser un espacio de elevados, sangrientos y no me cabe duda rentables principios en los que Amhed, o Adj o XX dejan de ser personas para ser "el enemigo"
ResponderEliminarEL que lo entienda que nos los explique. Maldito dinero.
ResponderEliminar...a mi me ha dado por decir que con Sadam vivían mejor.
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