Viajas, subes y bajas, entras y sales y no ves nada. Pero algo te deja poso. Poco a poco y no sabes qué es.
Permitidme ahora un intermedio explicativo. Cuando yo era pequeño, cruzábamos España varias veces al año. Imaginad las carreteras de los 70 y los 80, y los coches de entonces. Bajabas hasta Ambasmestas y subías a Piedrafita para entrar en Galicia. La N-6 era un mundo. Horas de coches en carreteras infames, cruzar 13 veces el río Valcarce...un viaje de los de asustar. Luego el tema fue mejorando, con el tiempo. En mi familia los hermanos nos diferenciamos por el número de versiones de la N-6 que conocemos. Desde la original hasta la autovía actual. Hoy, y ya antes con el viaducto de Ruiteland, el viaje Astorga-La Coruña son tres horas. Cuando yo era pequeño salíamos por la mañana y llegábamos a comer.
La primera vez que lleve a La Parienta a Galicia, después de prepararla reiteradamente para el viaje, resultó que estaba la autovía. Ella que esperaba colas de camiones y curvas sin fin, se encontró un paseo militar.
Cierro el paréntesis explicativo.
Permitidme ahora un intermedio explicativo. Cuando yo era pequeño, cruzábamos España varias veces al año. Imaginad las carreteras de los 70 y los 80, y los coches de entonces. Bajabas hasta Ambasmestas y subías a Piedrafita para entrar en Galicia. La N-6 era un mundo. Horas de coches en carreteras infames, cruzar 13 veces el río Valcarce...un viaje de los de asustar. Luego el tema fue mejorando, con el tiempo. En mi familia los hermanos nos diferenciamos por el número de versiones de la N-6 que conocemos. Desde la original hasta la autovía actual. Hoy, y ya antes con el viaducto de Ruiteland, el viaje Astorga-La Coruña son tres horas. Cuando yo era pequeño salíamos por la mañana y llegábamos a comer.
La primera vez que lleve a La Parienta a Galicia, después de prepararla reiteradamente para el viaje, resultó que estaba la autovía. Ella que esperaba colas de camiones y curvas sin fin, se encontró un paseo militar.
Cierro el paréntesis explicativo.
Pues viajando, viajando he llegado a Transilvania, el país de Drácula, y estaba yo por aquí y me encontraba raro. No sabía lo que notaba. Pero era especial. Y de repente me he dado cuenta. No había cicunvalaciones. La carretera pasaba por mitad de los pueblos, con casas a la orilla de la carretera y gente andando por la orilla, ganado cruzando la carretera y tenderetes de venta de productos de los huertos. Era lo mismo que hace años. Me sentí treinta años más joven.
Y me he dado cuenta, he descubierto, que viajar, aunque no me deje ver nada, si que me aporta. Me da sensaciones. Recuerdo momentos e imágenes. Y he estado en Grecia y no he visto nada, pero si puedo recordar la sensación de decadencia y resignación. Puedo transmitir perfectamente la admiración por alguien de México y el compartir rancho con los trabajadores que están un punto nada más por encima de la pobreza. Tengo muy grabada la inquietud y el notar que te miran con recelo y cierta antipatía en algún pías árabe donde eres un infiel.
Y poco a poco esas sensaciones, te van dando una visión, una imagen de los sitios. Y vas creándote un mapa de sentires. Por la noche, cuando salgo a veces a mirar las estrellas, para ver las misas que veo en Galicia y no sentirme tan lejos, voy recordando vivencias y percepciones y quizá le encuentro algún punto de interés a esto de viajar.
Y así no me duele tanto mi hija llorado mientras me dice "papá, ¿por qué no te desapuntas de este trabajo?", y lo intento asimilar como otra sensación para poder contársela algún día.
Y me he dado cuenta, he descubierto, que viajar, aunque no me deje ver nada, si que me aporta. Me da sensaciones. Recuerdo momentos e imágenes. Y he estado en Grecia y no he visto nada, pero si puedo recordar la sensación de decadencia y resignación. Puedo transmitir perfectamente la admiración por alguien de México y el compartir rancho con los trabajadores que están un punto nada más por encima de la pobreza. Tengo muy grabada la inquietud y el notar que te miran con recelo y cierta antipatía en algún pías árabe donde eres un infiel.
Y poco a poco esas sensaciones, te van dando una visión, una imagen de los sitios. Y vas creándote un mapa de sentires. Por la noche, cuando salgo a veces a mirar las estrellas, para ver las misas que veo en Galicia y no sentirme tan lejos, voy recordando vivencias y percepciones y quizá le encuentro algún punto de interés a esto de viajar.
Y así no me duele tanto mi hija llorado mientras me dice "papá, ¿por qué no te desapuntas de este trabajo?", y lo intento asimilar como otra sensación para poder contársela algún día.
No lo dejes,¡coño!, ya lo entenderán.
ResponderEliminarEl viajante es lo que tiene: nostalgias. Y son muy buenas.
Ma gustao la entrada
Sin duda se tiene que estar haciendo duro, pero crecerá y lo entenderá.
ResponderEliminarUn abrazo viajero.
Me sumo al comentario de Suso...eso queria decir yo.
ResponderEliminarTal y como lo describes. Me voy mañana de "sensación", lo peor es dejar a los míos. Lo mejor, es que viajando vuelves de algún modo a ser niño de nuevo: lo ves todo, lo captas todo, lo miras todo, te interesa todo, curioseas todo...
ResponderEliminarEsas carreteras gallegas, Pasar Pidrefita do Cebreiro era todo un logro en invierno, ¡qué recuerdos!, y cuántas veces he hecho yo ese camino por la N-6
ResponderEliminarYo de vez en cuando todavía viajo por esas carreteras en España.
ResponderEliminarNo te trajiste un plato de Vlad y su castillo? Eso queda bien en cualquier sitio ;)
Para empaparte de sensaciones también se necesita cierta predisposición y sensibilidad, que yo conozco muchos que no se enteran de "ná".
ResponderEliminarOdio las circunvalaciones, incluso las rotondas, restan personalidad al lugar.
que buena observación, viajar no solo es ver, es empaparte de eso de lo que tu bien hablas, sensaciones, que se palpan en el ambiente, en la gente, en las calles, en el aire...y esas sensaciones se acumulan, se acumulan y acaban formando parte de ti,el mapa de sentires del que hablas (me ha encantado esa expresión) y es el hecho de recibir sensaciones tan diferentes lo que hace que viajar nos abra la mente...
ResponderEliminarLlevo poco tiempo en la blogosfera leyendo en silencio, pero hoy me has tocado la fibra especialmente y tenía que salir del armario.
bicos
Estoy con Suso, nada de dejarlo, lo entenderan perfectamente y tendrás muuuuuuuuchas cosas que contar.
ResponderEliminarSigue disfrutando de esas sensaciones que ya sabes que no es bueno eso de viajar como las maletas.
Un beso.
"Viajar" no solo es "visitar", es ver, sentir, oler, oir, saber, conocer... Entiendo lo que te pasa porque engancha.
ResponderEliminarCuéntaselo a tu hija, para que ella pueda sentir lo mismo cuando sea mayor. "Ciudadana del Mundo".
Saludos :)
Lo bueno de los que viajamos a menudo es que tenemos mucho que contar. Lo malo es que también hay muchas cosas que nos las tienen que contar porque no las hemos podido vivir.
ResponderEliminarAnimo.
Un mapa de sentires. Es exactamente eso. Eso y lo que dice Tocaweb.
ResponderEliminarEstoy convencido de que las “chinas” que hoy molestan en tus zapatos pasarán al olvido y sabrás transmitirle la sabiduría que te están proporcionado estos viajes.
ResponderEliminarUn saludo
(Curiosamente hablaba yo la semana pasada de Transilvania en mi blog. Del castillo de Vlad.)
Jo....(sobre lo importante)
ResponderEliminarCambiando a tonterías, me ha recordado lo de Grecia a Gila, que decía que estaba todo roto, tó tirao por todas partes...
Piensa en guiri..esa es la idea.
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