Entonces dirigía un equipo de seis personas, seis tiburones hambrientos que mataban para cerrar una venta. Jóvenes y no tan jóvenes a los que en la universidad sólo les habían disimulado un poco el instinto de supervivencia que les hacia ser agresivos como pocos. Unos fieras seleccionados para ser así. J.D. era la estrella del grupo. Sin formación pero con más inteligencia y habilidad que muchos de sus jefes (yo incluido), tenía un contrato especial que incluía un sueldo como nadie de su nivel y más vacaciones de las que quería. A cambio llevaba la zona de más responsabilidad y clave en los resultados.
Aquel día yo iba en el coche de otro de mis subordinados, soportando los pormenores de su divorcio traumático, haciendo como que le escuchaba para así obligarle a seguir trabajando. Era pronto por la mañana y me llamó J.D.:
-“Hola J, dime
-Gonzalo, que me voy
-Vale, dime a dónde y cuantos días ¿dejas algo urgente?
-No, coño, que me voy de la empresa
-¿Queeeeeeeeeeee?
-Me voy, tengo una oferta y me voy”
Le rogué que me dejara hablar con él y quedamos para comer juntos ese mismo día. Me hice 400 Km, pensando en cómo atar a ese hijo puta, a la vez llamaba a los jefes, los de administración y la distribución de su zona para empezar a recopilar datos, sus clientes, las ventas, dónde hacía las visitas, con quien…comprobando que tuviéramos la información. Mi jefe fue especialmente comprensivo:
-“Pues…si se te va J.D., lo más fácil es que pidan tu cabeza, por no tenerlo contento. Y si no la piden da igual, porque si se va el presupuesto del año no lo alcanzas ni de coña. O sea que te van a dar. Pero bueno, cuenta conmigo para lo que quieras…”
Creo que le di un puñetazo al salpicadero cada 20 Km más o menos…Al fin llegué:
“-J, que coño pasa ¿Dónde te vas?
-Me voy
-Pero ¿qué ha pasado?
-El otro día en la reunión – yo les reunía una vez al mes – me echaste la bronca delante de todo el mundo
-¿Y?
-El mes anterior a C.B. le cogiste aparte y le echaste la bronca al él sólo, sin que os oyera nadie…
-Vamos a ver, J, alma de cántaro. Tu llevas en este negocio doce años, sabes cómo va esto. C.B. es una chavalito recién salido de la facultad, si le echo esa bronca en público se caga por la pata abajo y no vuelve a currar en un año. Tu estas curtido y sabes cuando una bronca es importante y cuando una chorrada. Además sabes que como eres mayor que yo y te respetan, si te pego una bronca reafirmo mi autoridad cojones, que me lo explicaste tu…
-Ya pero no quiero que me riñas tanto en público…
-Vale, y si no te riño ¿no te vas?
-Pues no…”
El viaje de vuelta fui jurando en hebreo del infantilismo de un tío con más mili que el Cetme. Acordándome de todos sus muertos porque me estaba destrozando la espalda (800 Km entre ir y volver) por culpa de su necesidad de afecto, cagándome en todo porque me había retrasado el trabajo un montón…
Pero esa noche dormí de un tirón.
Aquel día yo iba en el coche de otro de mis subordinados, soportando los pormenores de su divorcio traumático, haciendo como que le escuchaba para así obligarle a seguir trabajando. Era pronto por la mañana y me llamó J.D.:
-“Hola J, dime
-Gonzalo, que me voy
-Vale, dime a dónde y cuantos días ¿dejas algo urgente?
-No, coño, que me voy de la empresa
-¿Queeeeeeeeeeee?
-Me voy, tengo una oferta y me voy”
Le rogué que me dejara hablar con él y quedamos para comer juntos ese mismo día. Me hice 400 Km, pensando en cómo atar a ese hijo puta, a la vez llamaba a los jefes, los de administración y la distribución de su zona para empezar a recopilar datos, sus clientes, las ventas, dónde hacía las visitas, con quien…comprobando que tuviéramos la información. Mi jefe fue especialmente comprensivo:
-“Pues…si se te va J.D., lo más fácil es que pidan tu cabeza, por no tenerlo contento. Y si no la piden da igual, porque si se va el presupuesto del año no lo alcanzas ni de coña. O sea que te van a dar. Pero bueno, cuenta conmigo para lo que quieras…”
Creo que le di un puñetazo al salpicadero cada 20 Km más o menos…Al fin llegué:
“-J, que coño pasa ¿Dónde te vas?
-Me voy
-Pero ¿qué ha pasado?
-El otro día en la reunión – yo les reunía una vez al mes – me echaste la bronca delante de todo el mundo
-¿Y?
-El mes anterior a C.B. le cogiste aparte y le echaste la bronca al él sólo, sin que os oyera nadie…
-Vamos a ver, J, alma de cántaro. Tu llevas en este negocio doce años, sabes cómo va esto. C.B. es una chavalito recién salido de la facultad, si le echo esa bronca en público se caga por la pata abajo y no vuelve a currar en un año. Tu estas curtido y sabes cuando una bronca es importante y cuando una chorrada. Además sabes que como eres mayor que yo y te respetan, si te pego una bronca reafirmo mi autoridad cojones, que me lo explicaste tu…
-Ya pero no quiero que me riñas tanto en público…
-Vale, y si no te riño ¿no te vas?
-Pues no…”
El viaje de vuelta fui jurando en hebreo del infantilismo de un tío con más mili que el Cetme. Acordándome de todos sus muertos porque me estaba destrozando la espalda (800 Km entre ir y volver) por culpa de su necesidad de afecto, cagándome en todo porque me había retrasado el trabajo un montón…
Pero esa noche dormí de un tirón.
Que pena que no pueda hablar de mi curro y de como me pongo de los nervios con la necesidad de la gente de que además de pagarles por su curro les pases la manita por el hombro y les digas lo guapos que son.
ResponderEliminarPor cierto, ¿ no tienes vacantes en tu equipo? Veo que como jefe eres un chollo.
y que pasó al final con J.D?
ResponderEliminarAl cabo de un año, yo dejé la empresa. Dos años después J.D. se fue a una multinacional americana donde curra de 8 a 15 y gana más
ResponderEliminarcuanto me recuerdas a mi,eso me pasa cada dos por tres, tengo que ser jefe, padre, madre, pero bueno va con el cargo, ahora cuando se quieren ir, se van,¿ y a los jefes quien les da una palmadita ???
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