miércoles, 23 de junio de 2010

Amigotes

Los hombres de verdad, los que no caemos en el metrosexualismo, ni nos depilamos, tenemos dos tipos de amigos. Los amigos y los amigotes.
Los amigos son aquellos que conocen primero tus padres y luego tu novia y tu mujer cuando te casas. Son aquellos que incluso sus padres pueden conocer a los tuyos y tú conocer a sus hermanos…lo típico.
Pero, todo hombre de bien, necesita una válvula de escape. Algo que le haga sentirse macho cuando ya está suficientemente castrado por el matrimonio, los hijos, la hipoteca, el curro (si lo tiene…). Y ahí entran los amigotes.
Los amigotes son esos que prefieres que no conozcan tus padres y que si los conoce tu mujer…no le gusta que vayas con ellos. Eso en el mejor de los casos. Lo más fácil es que te prohíba/boicotee los encuentros con “esos amigotes que tienes”.
Lo amigotes, para entrar en esta consideración, han de cumplir varios requisitos. Un amigote por definición es soltero/viudo/divorciado y preferentemente sin hijos. Eso les da una libertad y una falta de responsabilidad que te da envidia a ti castrado por tus obligaciones. Inherente a ese estado civil el amigote lleva una vida sexual tremendamente activa. O por lo menos lo cuenta. Un amigote en condiciones tiene dos o tres parejas sexuales al mes, además son de una actividad sexual rayana en la ninfomanía y conocen técnicas que no se ven ni en las pelis de Jenna Jameson.
Además los amigotes, tienen una tendencia a la nocturnidad que les hace salir de farra dos o tres días a la semana (fuera del fin de semana, que es una farra continua) y sus excesos alcohólicos y gastronómicos, los recuerdas cada vez que te sientas en tu hogar familiar. Frente a las acelgas recalentadas y el vino de mesa de la cena.
Pero hay una característica básica del amigote. Cuando ha comido y bebido y te ha contado todo lo que se / le han comido y bebido desde la última vez que os visteis siempre dice: “lo que me gustaría tener una vida tranquila y familiar como tú”. Y tú, con la mente intentando encajar la última descripción sexual, gastronómica o alcohólica, babeando y con los ojos fuera de las órbitas, te consuelas. Vamos que te lo crees…
Mis amigotes cumplen todos esos requisitos. Son machos libres y sin complejos que se comen/beben/cepillan todo lo que se pone a tiro. Conocen los mejores comederos, abrevaderos y picaderos de la ciudad. Han hecho guardia en todas las garitas. Salvo una excepción: ECDC y yo somos raros especímenes que somos a la vez amigos y amigotes. O sea nos vemos en la parte formal y en la otra. Compartimos amigotes. Yo creo que es porque los nuestros son tan amigotes…que si fuera uno sólo lo arrastrarían a la perdición.
El caso es que a mis amigotes, esa gente sin corazón ni pudor, les veo cada dos o tres meses. Más no lo soportaría mi hígado ni mi envidia. Hace poco me toco. Exceso gastronómico, alcohólico…y a la hora de retirarme, ellos, que escupen y hacen agujeros en el suelo, que dan miedo al mismo Chuck Norris y cortaron ellos con la novia del legionario, dijeron “eh, tú aquí no pagas nada. Que ya se arreglará lo tuyo y hablaremos”
Que majos.

lunes, 21 de junio de 2010

¿Que se puede aprender de esto?

Una de las cosas más duras que te toca aprender en la vida, es que los buenos no ganan. Los malos ganan muchas veces y además duermen bien. Así que tú puedes portarte todo lo bien que quieras que eso no te garantiza nada, ni el éxito, ni la tranquilidad…eso es en las películas de tías. En la realidad tú puedes ser un malnacido ignorante y te ficha un programa del corazón y ganas una pasta, tienes la vida resuelta y la gente te quiere y mueres y te ponen un montón de esquelas.
Así que ya te puedes ir buscando un motivo de enjundia para ser bueno. Porque ser bueno no te garantiza una vida mejor. Puedes creer en el cielo o en lo que quieras, pero que vas a vivir mejor, eso, no viene en el contrato.
Todo esto viene a cuento por la historia que os voy a contar hoy y que ha pasado en mi barrio. Vivo en el barrio que vio nacer a ECDC (en breve pondremos una placa en su casa) y es un sitio en el que aún se hace vida de barrio. Tiene hasta la Plaza Mayor (del barrio) y nos conocemos más de lo que yo creía. De hecho estando una vez en Galicia ardió mi casa (por primera vez, la segunda la he contado aquí) y la policía tardo 15 minutos en llamarme. Cuando nadie sabía mi teléfono ni donde estaba…da miedo.
En este barrio vive J. Es taxista y le teníamos manía porque siempre dejaba el coche en doble fila como las madres malas de Moli. Además cada vez tardaba más en aparecer. Iba sin afeitar y con la ropa sucia…Un día me entere de lo que pasaba. J. era ludópata. Loteria, tragaperras, cupones, bingo…a todo le daba el buen hombre.
Tenía la casa y la licencia del taxi hipotecadas. Lo estaban pasando regular. Afortunadamente J reconoció su problema y entro en un grupo de terapia.
Llevaba allí cuatro meses, había dejado de jugar y estaba rehaciendo su vida.
Un día J. esperaba clientes en el rastro, pasó un vendedor de la ONCE…no se pudo aguantar y compró el cupón.
A los cuatro das le tocaron los nueve millones de euros del cupón del viernes.
El primer millón se le fue en levantar las hipotecas y comprar sendas casa a sus dos hijas. Le quedan ocho.
No sé si se los fundirá jugando, los donará o prenderá una hoguera con ellos.
Pero ¿no es verdad que a veces parece que Dios juega a los dados con el mundo?