lunes, 11 de enero de 2016

Vida paralela de Jax Teller y Don Draper, dos depredadores estadounidenses


Aviso de spoilers: Este post contiene referencias al argumento de “Hijos de la Anarquía” y “Mad men”. Si no las ha visto y piensa verlas mejor no lea el post. O igual si.

 

Hace poco tuve ese ahogamiento que te ocurre cuando acabas un buen libro o una buena peli. Y notas que tienes que coger aire porque te falta. Fue con el final de Hijos de la Anarquía, una de las mejores series de televisión que he visto nunca. Siete temporadas “in crescendo” hasta la apoteosis final. Al acabarla retome las dos últimas temporadas de Mad men, ya sólo me faltan dos o tres capítulos para el final, pero me imagino lo que va a pasar.

Me lo imagino porque pese a las diferencias, las dos series hablan de un mismo tipo de macho alfa. Quizá por eso me gustan las dos

A ver, SOA (acrónimo en inglés de Hijos de la Anarquía) es una serie de moteros de California a principios del siglo XXI. O sea, hay móviles pero no datos ni Whatsapp. Es lo que tiene la tecnología, que ayuda a centrar las épocas.

Los moteros empiezan por pasar un poco de marihuana, luego la cosa se complica y acaban formando una banda de delincuentes. Y claro, como son malos hacen cosas malas y, esto es la clave, les pasan cosas malas. Es la clave, porque el espectador empieza cogiéndoles cariño. Y luego empieza a ver como les ocurre de todo. Sufren asesinatos, asaltos, violaciones, matan a sus familias…Tienes que hacer un esfuerzo para darte cuenta de que todo eso no ocurre porque si. Ocurre, porque esos chicos tan majos, con los que te habías encariñado, se han ido degradando y a la vez, asaltan, matan, asesinan…Lo normal. Una vez abierta la caja de Pandora, nadie puede controlar su furia.

Pero en medio del caos surge Jax Teller. Jax tiene un secreto, el libro de su padre, fundador del club, que explica cómo hay que dejar la violencia y volver al paz y amor hermanos. Con ese secreto, Jax se erige en jefe. Acto seguido, se autoconvence de que el puede controlar la furia incontrolable. Y se lanza a dar órdenes y organizar.

Pero el caos es eso, el caos. Y cuando su propia madre le miente por la jeta, el se lo cree. Y acaba siendo el peor de todos los malos. Acaba sembrando más muerte y violencia que cualquier otro antes que él. Su propia soberbia, su afán de controlar y su sentimiento de ser “el elegido”, “el redentor” le hace caer en la más absoluta miseria.

“Mad men” trata de la vida y el trabajo de los ejecutivos de la publicidad en la era pre-marketing. Allá por los años 50 a 70 del siglo pasado, justo en el momento en que se estaba entre contratar anuncios por palabras en un periódico y la fase de “hay que crear la necesidad”.

Es un mundo que hoy sorprende ver. Porque resulta complicado de asimilar. Es difícil, pero hay que asimilar que entonces en las oficinas se fumaba (no sólo tabaco), se bebía mucho, se practicaba el acoso sexual sin ningún pudor y las tácticas para hacer clientes era todo lo que a uno se le pudiera ocurrir que le gustaba a un cliente. Darle vicios vamos.

En medio de este panorama está Don Draper. Don tiene un secreto. Su secreto es que no es el hombre perfecto que aparenta sino un tipo traidor, ruin y resentido. Pero él controla. El piensa que puede controlar la situación. Y salir adelante pasando por encima de todo eso para alcanzar una felicidad y estabilidad que se le negó desde niño.

Pero es imposible.

Don acaba sumergido en la mierda tanto o más que cualquiera de ellos, se alcoholiza, se vuelve cínico, cambia de mujeres, amantes, amigos y objetivos con la facilidad de quien cambia de camisa. O más. Se lleva por delante la vida, la felicidad y los sueños de quien haga falta, en aras de una presunta justicia en la que ya sólo cree él, porque perdió la razón de su lucha hace varios millones de dólares.

Jax y Don. Dos ideas pararelas, dos fracasos iguales.

Jax piensa que él es superior al resto de sus iguales. Por eso quiere liderarlos. Don sabe que es inferior a todos sus iguales, por eso quiere destacar. Ninguno quiere ser uno más. Los dos quieren ser “el más”.

Jax administra justicia en un principio de forma serena y objetiva. Calma a los exaltados, consuela a los afligidos, da de comer a los hambrientos…

Don se toma la justicia que se merece, en un principio con razón. Se apodera de la vida de otro, se asigna un trabajo, consigue una familia.

Cuando la vida se vuelve en contra de Jax, reacciona como un auténtico salvaje, impone una dura ley de hierro y fuego convencido de que tiene la razón. Pero lo único que tiene ya es la furia, y actúa según ella.

Cuando Don recibe un revés, pasa por encima de quien sea y huye. Huye de su mujer, huye de sus amigos, huye de su segunda mujer, huye de sus hijos. Y sigue cobrándose más “vidas” para pagarse una felicidad a la que hace tiempo dejo de tener derecho. Y arruina compañeros, usa a amantes, desprecia amigos.

Don Draper anda siempre ligeramente escorado, vigilante, ofensivo. Jax Teller sube siempre en la moto por el lado contrario, desde la derecha de la moto.

Los dos ponen su entorno a su servicio, los dos pisotean a quien haga falta para lograr unos objetivos que hace tiempo dejaron de ser legítimos.

Los dos, en fin, entran en una espiral autodestructiva que no pueden controlar. Su debilidad, cuando llegan a la cima de sus aspiraciones, se transforma en miedo. Y el miedo se combate atacando.

Dos épocas, dos historias. Dos víctimas de si mismos.
Ustedes sabrán disculpar el gafaplastismo de este post. Pero estando en La Mancha, los minutos parecen horas, las horas días, los días...lo que sea