La humanidad de G.A. le cabía en el cuerpo sobradamente porque era grande como una torre. En sus tiempos de facultad ganaba pasta haciendo mudanzas los fines de semana. Eso, como algunos sacramentos, imprime carácter. Recuerdo de él dos cosas : su capacidad docente y sus barbaridades.
De su capacidad docente da fe lo mucho que aprendimos quienes lo tuvimos de compañero. Era capaz de explicar los conceptos más complejos de forma sencilla, que la entendías tú y el camarero del bar donde te lo explicaba. Además intercalaba exabruptos constantes acerca de la “ciencia establecida” que te hacían aún más atractiva la explicación.
Sus barbaridades darían para escribir un libro. Atravesó una cristalera en la República Dominicana como si fuera un ciclón. Al preguntarle confesó que estaba borracho y apuntó al hueco, embistió…y se desvió por metro y medio.
Otro día, merendábamos en Arévalo (un kilo de jamón y media botella de vino, su merienda habitual) y la conversación trataba acerca de los incendios forestales, sobre si eran fortuitos o provocados. No llegábamos a un acuerdo y en mitad de la discusión se levantó y se fue.
Estuve hora y media esperando.
Cuando me empezaba a preocupar llegó, sucio y sudoroso. “Los incendios son provocados ¡joder!”. Le pregunté el por qué de esa seguridad repentina: “¿Ves ese pinar de ahí?, llevo una hora intentando prenderle fuego. Sin gasolina o algo así es imposible. Así que deben ser provocados porque no es fácil quemar un bosque…”
Tenía cosas así…
Otra vez en La Alcarria, en cierto pueblo, recordé el pasaje del libro de Cela en que comentaba como un pastor se cepillaba a una oveja. “Eso es mentira, Cela no vio eso, se lo inventó”.
“-Pero hombre G ¿cómo estás tan seguro?
-Sólo hay dos formas de tirarse a una oveja. O la pones contra un precipicio y al empujar tú, empuja hacia atrás ella, o bien le pones las botas de andar por la granja en las patas de adelante, le levantas las de detrás y cómo resbalará dentro de las botas, empujará hacia atrás
-¿Y tu como sabes eso?
-….”
Nunca nos lo explicó.
Siempre presumió de rural y de “vivir en medio de los campos” en su casa de mitad de la meseta. Ahora lo ha fichado, como fichaje estrella, una multinacional estadounidense. Lo vi el otro día, en un edificio de una de esas ciudades de oficinas en el entorno de Madrid. La corbata quedaba minúscula en su cuello de toro. Se ha afeitado la barba y vuelve a fumar. Nos reímos de que ahora tenía un despacho y secretaria. Ya no sale de la oficina. Gana una pasta.
Ya no merienda, tomamos un café, tenía la mirada triste…
Me encanta lo de la oveja.
ResponderEliminarLo de los incendios ya lo sabía.
Tengo varios amigos clavaditos a tu amigo. ¿ No será ingeniero?
No Molinos, veterinario que es casi peor. de todas formas, lo importante no era su profesión ni lo de la oveja sino la mirada triste.
ResponderEliminarDebo mejorar mi prosa...
¿ Los comentarios han de ser para señalar lo importante?
ResponderEliminarTu prosa está bien, pelín apresurada pero bien.
a mi me gustado, y si me quedo con lo de la mirada triste, ultimamente veo a mucha gente asi, y a veces no tienen motivos de verdad , pero es la epoca, es como gris, ¿ sera la crisis ??.
ResponderEliminarGonzalo, tampoco me gustan los blogs con anuncios..aunque en tu caso entiendo los que aparecen de depilación masculina..un tío que se deja depilar las cejas se merece esos anuncios.
ResponderEliminarNo seas envidioso, deja que Hilario descubra que no leo los blogs que son blanco sobre negro.
..pero está bien que te hayas empollado tanto mi blog..eso definitavemente sube mi ego. :)