jueves, 28 de octubre de 2010

La silicona, la novia de mi amigo y mi cambio de imagen

Me voy a cambiar las gafas. Es una noticia intrascendente si no fuera porque esta vez me voy a cambiar del todo. Es decir voy a romper con el modelo que llevo los últimos 18 años. Me cambio de gafas y de modelo. Porque no quiero que vuelva a pasar lo de hoy.
Las gafas (salvo las de pasta) tienen dos pequeñas piezas que se apoyan en la nariz. Son de plástico y tienen la virtud de ir acumulando una especie de roña color verde-marrón que no se va con nada. La única solución es cambiar esas piezas.
La novia de un amigo trabaja en una óptica. Así que voy allí cada cierto tiempo y me las cambia por el morro. Hoy entro y digo como siempre:
-Hola N. vengo a que me cambies las "esas", si no estas muy liada- a la vez que digo "esas" señalo las piezas en cuestión.
N. se lleva mis gafas. Vuelve y me dice:
-Me voy a poner las tetas de silicona.
Así. Sin más.
Especificare que N. es mayor que yo (y mi amigo también) pero además es de Salamanca. Lo cual quiere decir que tiene lo que llaman la "ruda dulzura castellana". O sea que de coñas poquitas. Y me suelta eso.
Bueno, en realidad me dijo: "Te voy a poner las "esas" de silicona". Pero yo entendí lo otro. Yo entendí que la novia de mi amigo me hablaba de sus tetas. La conversación siguió así:
-Bueno, pues tu misma....
-Hombre, son mucho más cómodas
-¿Ah si?- este concepto me extraño
-Si, ya veras, no molestan nada
-Eeee ¿ya veré?
-Pues claro. Ya me dirás que tal...
-¿YOOOOOOO?
-Pues claro, ¿quien si no?. Lo único que se manchan igual que las otras.
-N...esto...¿de que coño estamos hablando?
-De lo que tu llamas las "esas", vamos de las plaquetas de las gafas como se han llamado toda la vida.
-Ah, vale las plaquetas...y dime ¿hay modelos de gafas sin plaquetas?
-Si, las de pasta, ¿por qué?
-Porque me voy a mirar unas, que esto podía haber acabado muy malamente....

martes, 26 de octubre de 2010

Aquellos maravillosos años: La bella y la bestia. Una historia real

Era un tío de una inteligencia excepcional. Nadie lo duda. Pero su apariencia...Lo primero es ponerle un nombre ficticio, el real era demasiado original para conservar el anonimato, así que le llamaremos Cromañón. Pues bien, Cromañón era un tío bajito, a eso unía el andar encorvado desde los hombros. Su porte era...inexistente. Eso lo acompañaba de una indumentaria original: pantalón de chandal azul marino ajustado a las canillas y jersey de lana de cuello alto, de los que tejen las abuelas. Por si fuera poco iba despeinado y se afeitaba una vez a la semana.
Quizá alguien podía pensar que eso lo compensaba con locuacidad y simpatía. Ni de coña. Veías a Cromañón y le saludabas:
-Hombre Cromañón, si hace tres días que no te veo ¿que tal? ¿en que andas?
Y el se volvía retorciendo su medio joroba y decía:
-Grñññ
Porque Cromañón hablaba poco, su mayor riqueza lingüística provenía de el uso de gruñido y otros sonidos raros.
Ojo, era un tío con unas notas de escándalo y una inteligencia fuera de lo común. Eso que quede claro. O sea, no era un tío con problemas. Era raro.
Ella era...La mejor descripción era compararla con Winnie Cooper, la novia de Arnold en la serie "Aquellos maravillosos años", pero más mujer. Tenía su toque exótico, morena, alta, con formas varias...En fin no sigo. Destacaba no sólo porque en el ambiente de pañuelos palestinos y sobacos sin depilar de las féminas que entonces nos rodeaban la limpieza fuera virtud. Destacaría en cualquier ambiente. De hecho El Chico de la Consuelo que ejercía de su chofer ocasional, los días que la llevaba estaba hasta simpático. Y cambiaba el carajillo de coñac por una tila matutina...
Y un día empezaron a salir.
Nadie entendía aquello ¿que coño tiene Cromañón para salir con la Cooper? ¿cómo se lo ha pedido, gruñendo?. El caso es que salían juntos. Y ella empezó a venir en nuestra pandilla. Trabé con ella cierta amistad. Es decir, no tenía su número de teléfono por ejemplo pero fuimos a estudiar juntos un par de veces. Con ella he sentido vergüenza de ser hombre. Te esperaba en la barra de un bar y te acercabas y veías al de al lado mirándola de arriba abajo, y de abajo arriba... y te daban ganas de decir "tío córtate". El vivía cerca de mi casa, me encontraba con ella muchas mañanas, cuando salía de pasar la noche con él y íbamos juntos en el autobús. Era muy simpática. Le gustaban mis excentricidades en el vestuario. Igual que ahora llevo sombrero, por llamar la atención, entonces llevaba camisa de doble puño y tirantes, no de goma cutres, sino de seda. Le molaban mis tirantes de seda. Debí regalárselos.
El caso es que estaban juntos, el con su chandal y su jersey y su pelo sin peinar y ella un palmo más alta, elegante...nadie entendía nada. Corrió un rumor-chiste: "Cromañón tiene una tranca de dos palmos... si no no tiene explicación..."
Al cabo de un año o año y medio, en una cena de compromiso por no se qué, me acodé en la barra libre dispuesto a beberme todo. Y él se me planto al lado
-¿Que haces Gonzalo?
-Pues mira, he comido como un general, hay barra libre...me voy a beber todas la botellas de ginebra que pueda. Vamos que me voy a tajar.
-Pues yo contigo
-Pero hombre de Dios, Cromañón, yo no doy cuentas a nadie, pero tu si te tajas ¿que le vas a decir a tu novia?
-He cortado con mi novia
-¡¡¡¡¿Que has qué?!!!!
-Que la he dejado, que me agobiaba
-¡¡¡¡¡¡¡Pero eres gilipollas Cromañón, si no vas a encontrar otra así en tu puta vida desgraciao!!!!!!¡¡¡¡¡¡¿Tu has visto la pinta que tienes?!!!!!!- Si, es una barbaridad, pero el alcohol me soltó la lengua.
Total que le dio por descojonarse, y se encogorzó conmigo. Aquella fue la última vez que nos vimos. El se fue y ella dejo de venir con nosotros.
Siempre me he preguntado que habría entre ellos, como sería aquella relación.
Y me arrepiento de no haberle regalado, a la Cooper, los tirantes de seda.