lunes, 6 de mayo de 2019

Querer querer o incluso querer querer querer


Hace poco, en una conversación con un amigo me soltó a bote pronto: “¿Tú quieres a tu madre?”. La verdad es que la pregunta nos llevo a una reflexión bastante compleja, a ver si soy capaz de exponerla aquí.
Uno no elige a quien querer. Salvo en el caso de la pareja. Pero en todos los demás casos, uno tiene una serie de relaciones (familiares, biológicas…) con gente a la que se supone que tiene que querer. Por obligación.
Y claro, en el caso de mi amigo, por ejemplo, fue criado por su abuela, mucho más que por su madre. Y quería mucho a su abuela. Más que a su madre que era una desconocida en muchos aspectos. Pero hay más casos en los que puede ocurrir. ¿Qué ocurre por ejemplo si descubres que tu padre es un delincuente? o simplemente una mala persona… O ¿por qué tienes que querer a tus hermanos? ¿y a tus primos? ¿hasta que grado de vínculo familiar hay que tener cariño a la gente?
Porque no nos engañemos, todos tenemos parientes que son unos perfectos hijos de puta. Así que no entiendo que haya que quererlos. Hay una cierta obligación social, pero llega un punto en que, si tienes dos dedos de frente, tu espíritu crítico te puede llevar a no querer, incluso a odiar a una persona por más familiar que sea…
Incluso sospecho que un hijo puede hacer barbaridades suficientes para que su familia más cercana, sus padres, dejen de quererlo. Algo así debe ser un trauma, debe ser doloroso, pero hay circunstancias en que se puede dar, estoy convencido.
Lo duro es en el caso de que no haya grandes barbaridades en las que basarse. En el caso de que la otra persona no sea un psicópata, ni un monstruo. Pero es que el cariño no se puede forzar, puedes coger aversión a un progenitor, a un hermano y estoy convencido de que también a un hijo.
Lo que ocurre es que en esta sociedad no lo puedes decir. No puedes decir que no quieres a tu padre o a tu hijo. Hay que tragar con los convencionalismos. No lo puedes decir, pero sabes en tu interior que es así.
Siempre puedes llegado el caso, hacer la trampa de el querer querer. Para tranquilizar tu conciencia. Siempre puedes decir que desearías querer a alguien, Que te gustaría quererle, pero que no puedes. O incluso, puedes crearte una trampa mental, cuando sabes que no quieres e incluso no tienes claro si quieres querer, que sea querer querer querer. Y así hasta el infinito. Con que haya un primer querer que figure en la lista de forma sincera, ya puedes tranquilizar tu conciencia. Porque tienes que tranquilizar tu conciencia de alguna forma. Estoy convencido que cualquiera que analice todas sus relaciones “convencionales” descubrirá alguna persona presuntamente querida a la que no querrá.
Yo al menos