miércoles, 3 de octubre de 2012

Una historia de amor

Cuando viajo siempre me gusta ir un día a comer a un sitio llamémosle auténtico. Algo así como sería irse a comer en España a un restaurante de polígono, el menú de los currantes. Algo suficientemente “kitsch” para poder empaparte de lo que de verdad hay en el país. O por lo menos que sea peculiar, que no sea un sitio normal de comida normal.
Así he acabado por ejemplo en un garito de los que van los árabes ricos a comer en plan “vamos a un sitio con mantel de papel y cutre pero que se come de puta madre” viendo la mezcla de ricos de visita y clientes pobres habituales. O almorzando en un garito de ganaderos en Irán. No sé, me gusta, es una forma diferente de ver las cosas.
No albergaba muchas esperanzas de encontrar un sitio así en este viaje. Esto es Inglaterra, un sitio civilizado. A un par de horas de Londres. Y además sólo tenía un día y medio. Pero por si acaso fui a la vía directa y le explique el caso a mi chofer. El tío (de Ghana, y la recepcionista del hotel de Granada, Europa rica) me escucho muy atento y luego me indico un bar. Lo entendió perfectamente.
Tenía que haber hecho fotos del local para que pudierais verlo, pero sabéis que este es un blog minimalista y tal, así que os lo contaré a ver si podéis haceros a la idea.
Imaginaros una pareja joven, estamos a principio de los 80. Ella es la tía más guapa del instituto y él es el guapo con cabeza. Son la pareja ideal, el orgullo del pueblo. Y entonces, en su pueblo, abren un pasaje comercial en los bajos de la estación de autobuses. Ellos lo comentan y estudian posibilidades. Y sueñan. Sueñan con abrir un local, tipo cafetería / restaurante / pub. Muy “Grease”, muy años 80. Sueñan que se pondrán de moda y que ira la gente de la comarca. Incluso de Londres habrá gente que cogerá el bus para ir a su local.
Y se lanzan a la aventura. Al principio ella atenderá a los clientes y él se encargará de la cocina. Luego…luego sabe Dios como puede acabar todo. Siempre bien, en sus sueños acaba siempre en un garito de éxito.
Pero claro la fortuna es una zorra vieja y se las sabe todas, y el tiempo pasa, y los “pasajes comerciales” van como van, y las franquicias…
Y llegamos al día de hoy. A mí entrando en ese garito.
La decoración es absolutamente ochentera, con las letras negras en carteles luminosos blancos y un halo de luces rojas alrededor. Con las paredes llenas de ídolos de otra época, Bruce Willis, Sean Connery, Travolta…aun se han colado la Alliston y Angelina. Pero el tono general es de la época de Mad Max. Techos con celdillas, colores fuera de tono. En su origen tenía notas de color, una pared pintada como la selva y una escultura bastante real de un gorila. Con un cartel “No tocar…y no alimentar el gorila”. Hoy está bastante viejo, han aparecido algunos carteles que denotan el cambio de un sitio de buen rollo a la realidad “Tu madre no trabaja aquí, recoge todo antes de levantarte”
La clientela es la lógica de un sitio así, un viejo encorbatado tomando un café…con un agujero en los zapatos, un gentleman venido a menos, que se toma el desayuno inglés…después de limpiar discretamente los cubiertos con la manga. Lee el Daily Telegraph y se le nota que en otro tiempo ese desayuno se lo servía el mayordomo. Ahora solo puede pagárselo en un sitio así. Madres adolescentes gordas y desempleadas…y yo. Que miro el entorno. Y me pido Fish and chips con peans. Y sigo mirando y empiezo a tomar notas.
Y ahora imaginaros como son ellos. Ella conserva mucha de su antigua belleza. No os digo nada nuevo si os cuento que a mi me gustan las señoras con cierta edad. Ella conserva su belleza. Pero en sus ojos hay un fondo de desilusión, de la historia que pudo haber sido y no fue, de estar encerrada en un bar cutre venido a menos y encontrarse en las reuniones de antiguos alumnos a compañeras que se fueron a la capital y ahora tienen criada y conducen un todo terreno. El se conserva en forma, calvo y con algún tatuaje. Sigue teniendo buena planta, pese a pasarse un montón de horas encerrado en una cocina miserable. No tiene ilusión, ya no, pero sigue teniendo orgullo. Ya nunca va a sacarla de allí, no van a triunfar. A duras penas llegarán a jubilarse y cobrar una mierda de pensión. Pero ahí se han dejado el alma, currando, sobreviviendo, llegando a fin de mes.
Y están juntos y se siguen queriendo.

20 comentarios:

  1. Me quedo con ese final, que a pesar de los pesares, sigue siendo feliz.

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  2. Me encanta :D

    Un abrazo grande, Gonzalo :)

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  3. nuestra historia se hace con muchos trozos de lo cotidiano, no con uno solo de lo excepcional. Magutao.

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  4. Ese final es lo importante...
    Beso Gonzalín

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  5. Con ese final, el resto de la historia me sobra

    Un saludo

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  6. Escribes bien, Gonzalo. ¡Pareces francés! Lo de fish and chips....pues eso: ¡ya te vale!

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  7. Muy bueno. ¿Te has planteado cambiar los Pollos por las guías Viveiro´s Planet, así en plan minimalista como el blog?

    Lo de Fish & Chips no tiene perdon y los beans te dieron un dia horrible seguro

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  8. que sensible estoy últimamente,casi me emociono con el final
    Unbesazo

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  9. Algo parecido vi el siglo pasado al pasar por una ciudad llamada Christchurch.

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  10. Echo de menos las fotos... la verdad...

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  11. Qué va, no han hecho falta fotos. Lo has retratado como la pura realidad. Con un deje de cierta amargura y sabor a fish and chips and love.

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  12. Lástima que no hubiera pedido el plato de la casa para ver cómo era la cocina. El resto, muy bien retratado; la vida es dura, sí.
    Me gusta el blog. Con permiso, me pasaré por aqui.

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  13. Bonito relato, y sí estoy de acuerdo: el escenario cerca de Londres lo pinta pelín surrealista

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  14. He aterrizado aquí no sé muy bien por qué
    Me ha encantado.
    Te leo

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  15. "Y están juntos y se siguen queriendo"
    Que no es poco.

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