lunes, 10 de octubre de 2011

Vidas dificiles...


Cayó al suelo con toda la mierda de la vaca. Era su forma de salir al exterior. Había nacido en el intestino grueso, había ido creciendo y ahora tocaba salir. Y sabía lo que tenía que hacer. Su vida y su existencia eran una suerte de combinaciones fantásticas entre la capacidad de adaptación y la evolución de la especie. Por ejemplo su caída al suelo.
Las vacas suelen defecar cuando van a beber. Y él había salido con la defecación, luego debía estar cerca del agua. Empezó a buscarla por instinto. La detectó y se lanzó hacia ella. Reptó su cuerpo milimétrico, esquivó otros animales, sustancias tóxicas provenientes de vegetales en putrefacción…y llegó al agua.
La noto fría. Y limpia. Claro que cuando has nacido y vivido tu infancia en el intestino de una vaca no es difícil que algo, cualquier cosa, te parezca limpio. Se dejó refrescar durante unos segundos, y empezó a nadar. Tenía por delante una travesía muy dura.
Durante una semana estuvo nadando, sin moverse mucho de la zona. Esquivando peces, insectos, aves…resistiendo al frío y, varias veces, pensando que era el fin. Pero no. Por fin, cuando estaba apunto de abandonar, lo vio. Un caracol acuático.
Se lanzo hacia él. Era su oportunidad, estaba ya casi sin reservas. Contacto con el pie del caracol acuático y con sus últimas fuerzas atravesó la piel del mismo. Se dejo llevar, estaba en el torrente sanguíneo y estaba descansando…
Así llego al pulmón del caracol. Allí vivió unos meses alimentándose y creciendo, cambiando la piel. Se hubiera quedado allí, pero su instinto le decía que no, que tenía que salir, a cumplir su destino…
Así que un día, cuando había alcanzado un tamaño algo mayor, se decidió. Avanzó por dentro del caracol hasta el poro respiratorio y, desde allí, se lanzó de nuevo al agua. Ahora estaba fuerte y el trayecto era más corto. Nadó con energía hasta la orilla. Sabía que era difícil. Pero era un paso más. Había que afrontar la vida paso a paso. Si pensabas todo lo que tenías por delante al nacer, te morirías de miedo. Sólo había que pensar el paso siguiente.
Su paso siguiente consistía envolverse en mucus y viscosidad, en algo que fuera atractivo…para el gusto de una hormiga.
Un mes estuvo esperando. Sorteando toda suerte de penalidades, sin moverse, sin hacerse notar. Hasta que un día llegó su “nueva casa”. Una hormiga. Se acercó y se comió una bola  de liquen…con sorpresa.
Dentro de la hormiga, paso varios días. Era complejo. Vagaba por el torrente sanguíneo esperando cuando su instinto le dijera que estaba en el sitio exacto. Y un día, de repente lo notó. Y se agarró a la pared. Estaba en un ganglio subesofágico de la hormiga. Aunque él no lo sabía, sólo sabía que tenía que estar allí. Y esperar otra mágica conjunción de casualidades.
Las hormigas suelen salir a comer al amanecer. Un día, cuando la “hormiga con premio” estaba comiendo, fue subiendo por una brizna de hierba. Poco a poco. De repente llegó a lo más alto y el sol del amanecer le calentó la boca. Y entonces notó que algo pasaba. Algo iba mal.
Lo que iba mal, es que ese bicho microscópico, que llevaba en el ganglio subesofágico, al notar el calor del amanecer y sentir que estaban en el pico de una brizna de hierba, se había clavado en la pared del ganglio provocando una parálisis mandibular. Y así, la hormiga que lo llevaba se había quedado enganchada a una hierba por la boca. Sin poder soltarse y sin entender nada.
Pero el bicho de su interior si que entendía. Ahora volvía a tocar esperar. Esperar unas horas. Y entonces, una vaca, hermana de aquella en la que nació, se acerco pastando.
La hormiga vio con terror como se acercaba y, de un bocado, arranco la hierba. Así hierba, hormiga y el bicho de dentro de la hormiga antraron en el tubo digestivo de la vaca…los ácidos fueron deshaciendo a la hormiga, que protegía con su cuerpo, un animal dentro de ella.
Cuando se deshizo el último resto de hormiga, nuestro amigo sonrió. Estaba libre. De nuevo en el intestino de una vaca. Ahora sólo tenía que esperar. Esperar a que llegara una hembra, superviviente de mil infiernos, como él, para reproducirse. Pondrían huevos que nacerían en él intestino…
Y seguiría este ciclo que de puro difícil parecía milagroso.

23 comentarios:

  1. Vaya mierda de vida (nunca mejor dicho)

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  2. Que bacteria asquerosilla describes???

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  3. No hagais caso, la vida del Dicrocoelium es mucho más bonita de cómo la pintan...y la capacidad que tiene de amargar la existencia a los estudiantes de veterinaria es sólo compartida con una elite de elegidos...
    Te felicito por estas pequeñas perlas veterinarias que nos brindas, me hace sentir como cuando aún era estudiante.. (¿feliz?¿despreocupada? ejem)

    Genial blog.

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  4. Jolines,que te ha dado con las vacas,pues menos mal que vuelve al intestino de la vaca porque pensé que se la iba a terminar comiendo un humano y que ya estaba liada.

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  5. Que ascazo, no voy a volver a comer caracoles, ni hormigas ni hierba nunca más....

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  6. Pues mi plato preferido son los caracoles....si tengo que comir comiendo caracoles que sean con alioli jejejeje

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  7. Vaya relato que has creado, me has tenido en suspenso
    como la mejor peli de Hitckoch

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  8. Ups!! Qué susto!! Hemos estado a punto de llamar a don Miguel Cordero del Campillo para ver si con el Drontal ya estaba a salvo... parece que si. ¿?

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  9. Que mal rollito, sobre todo porque seguro que su objetivo va más allá de la vaca....

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  10. ¡Mejor no pensar y meterse el filete directamente hasta adentro, y confiar en que los jugos gastricos sean lo suficientemente potentes!!

    Eso...o complementar con actimel jajajajajaja

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  11. "Érase una vez la vida" versión caca de vaca.

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  12. Los veterinarios sois mala compañía a la hora del bocadillo. Puaj. Pero que lo cuentas muy guay.

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  13. Como se llamaba aquella "estupenda" profe q daba parasitarias en 3º ?? No serás su hijo, pareces ella en versión lírica.
    caracola

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  14. Pues a mi me ha dado miedo, parecía un relato de Stephen King

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  15. Eso... qué es lo que es?

    Puagggg!!

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  16. Eres un estupendo escritor (pod ezo teleo).

    Y me he sentido solidario del bichillo. Después de muuuchos años entre la miedda de la tripas de una Vaca Corporación, y tras sortear varias dificultades (un hospital intentó ponerme difícil la vida: creo que les dan puntos canjeables por vales de Mercadona por hacer desaparecer a los parados mayores), ya estoy en la miedda del Paro.

    Esperando mi oportunidad de que el sistema de miedda no se vaya a la Miedda Total y pueda trasvasarme al pensionate jubiloso.

    Todos somos bichicos del señor, con vida complicadas.

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  17. Mierda de vida sí. Y finalidad? Ah, ya. Morir, cómo todos.

    Suerte que los humanos tenemos los blogs para mejorar la espera.

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  18. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  19. Me ha recordado a aquello de la agüita amarilla de los Toreros Muertos, pero en modo bacteria. Y mucho más inquietante, porque el agüita acababa en una merluza, pero eso que tú cuentas, a saber dónde acaba..

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  20. La verdad es que es un bicho que mola muy mucho. Hay que ver, los millones de años de evolución dan para muchas cosas (sólo hay que vernos).

    Salud y saludos.

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