domingo, 24 de abril de 2011

Historias de mi puta mili

Que si lo cuento, que si no…me he debatido unas cuantas veces sobre si contar aquí o no historias de la mili. Historietas más bien. De esas que tenemos todos, los que la hicimos. Porque pueden ser entretenidas o un coñazo supremo. Y no sabía que hacer. Pero por el interés que han despertado mis 7 cosas que no sabíais de mi, voy a contar por lo menos LA historia que me ocurrió en la mili.
La mili era sobretodo un campo sembrado de burócratas y cumplidores del estricto sentido de la ley, con una cerrazón no equiparable a nada más que ellos mismos. Así que no te podías permitir el mínimo descuido, había que estar siempre alerta con las Reales Ordenanzas en la cabeza para que no te metieran un paquete.
Y era un atardecer que nuestro héroe se encontraba de plantón en la explanada de carros. Consistía esta simpática ocupación en vigilar a pecho descubierto la entrada desde la nada hacía un aparcamiento con unos 50 tanques. A 2 Km del centinela más cercano. Se vigilaba a pecho descubierto, armado con la navaja. Había habido varios suicidios en ese puesto, en el que las noches daban para pensar demasiado, y el mando había adoptado la lógica militar. Las guardias en ese puesto se hacían sin armas. Y nunca se suicidó nadie más.
En mitad de la guardia se acercó un coche. El ocupante era el teniente V. Las ordenanzas mandaban parar al coche, pedir la documentación al ocupante y tomar nota de la hora de entrada. Normalmente no lo hacías, saludabas al tío si le conocías y punto. Pero este era un teniente del tipo cabrón, de los que igual te metían un puro por no cumplir la norma. Así que nuestro héroe le dio el alto. El teniente tenía prisa y no frenó, así que nuestro héroe se aparto de la trayectoria del coche con la mala suerte de caer al suelo. Se levanto, se sacudió el uniforme y saco el libro que tenía escondido (estaba prohibido leer en las guardias) y siguió con su ocupación. Leer “Peñas arriba”.
Al acabar la guardia el otro centinela me comentó (por si no os habíais dado cuenta el héroe era yo) que había tomado la matricula del coche, por si acaso era una prueba. Pensamos que a lo mejor era una prueba para ver si cumplíamos (eran tan esquizofrénicos que después de no parar te podían meter un puro por no denunciarlos). Así que al ir al relevo di parte de lo sucedido.
El oficial de guardia resulto ser un compañero del teniente V, pero un compañero de los que a mitad de carrera los dejan para escala media. O sea que sólo van a llegar a comandantes, no a coroneles. Hay cierto pique entre las dos escalas…Y este era el alférez J. Un tío que había estudiado con el teniente V y a mitad le habían dicho que con sus notas no daba para la superior…ambientazo. El tío me llevó al botiquín donde un compi suyo (el teniente V tenía enemigos en todas partes) hizo un parte con las “lesiones” que mi caída me había producido. Me hicieron firmar la declaración del suceso y listo. Bueno, pensé, no es tan grave…
Al cabo de dos días, se acerco el teniente V a verme…”Hombre Gonzalo que tal.” Y así. Malo pensé…Total que el tío después de varios formalismos y de disculparse “porque tu y yo nos conocíamos y por eso no paré” me pide que cambie mi declaración. La disyuntiva era complicada. O mantenía mi declaración y me enfrentaba al teniente, o la cambiaba y jodía al alférez. Opte por mantenerla, con la verdad por delante el camino parecía más fácil. “Allá tu, dijo el teniente, te quedan cinco meses aquí y yo tengo muchos amigos”.
Pase quince días acojonado y luego ya me relaje. Pero cuando había pasado mes y medio del incidente, me vino a buscar mi comandante (al que no conocía). Me hizo acompañarle y llegamos al despacho del coronel. Allí estaban el teniente coronel que mandaba sobre el teniente V, el alférez J, el teniente V (de paisano) y yo. El coronel con bastante mala leche acumulada leyó todas las declaraciones y nos preguntó si eran ciertas. Luego dijo con un cabreo infinito y mirándome a mi: “teniente V, se le castiga a cinco meses de suspensión de empleo y sueldo y seis meses más de suspensión de mando en tropa”.
Hicimos los saludos pertinentes y salimos de allí. Yo bajaba las escaleras delante. Detrás de mi V (que ya no era teniente, ahora era civil) y detrás el alférez J. Al salir del edificio, en el centro del cuartel, V se dirigió a mí:
-Estarás contento
-No tengo nada que reprocharme- conteste- sólo he cumplido mi deber.
A continuación me volví al alférez J e inicie el complicado proceso de despedirme a lo militar:
-A la orden de usted mi alférez ¿ordena usted alguna cosa más?
-Nada soldado puedes retirarte.
-A la orden mi alférez- saludo militar y taconazo.
Y entonces, no me pude aguantar. Me volví al teniente V, ahora civil y sonriendo le solté algo, silabeando muy despacio, que le dolió en los oídos:
-Hasta luego Pedro V.- Lo había llamado por su nombre y de tú, porque ya no era militar. Algo superior a sus fuerzas.
El bofetón que me soltó me cruzo la cara y me hizo volverla. El alférez J, que andaba al quite se interpuso entre los dos.
-Si quieres denunciarlo, soy testigo.
No lo denuncié. Sabía que sólo era una provocación, que me había pegado para ver si se la devolvía, en cuyo caso, por esos extraños recovecos de la legislación militar, yo habría sido un militar pegando a un civil en un recinto militar. Chungo.
Me despedí y me fui.

Es sólo una de las múltiples historias absurdas que nos ocurrían a los que hacíamos la mili. Si la cuento es sólo porque muestra el absurdo en el que se vivía. Al acabar la mili me leí "Ardor guerrero" de Muñoz Molina, sin duda uno de los libros que mejor narra como era aquello. Me impactó tanto que le escribí, leyó mi carta y me contesto.


N.B.: El episodio esta desfigurado en algunos asuntos para presevar la identidad de los participantes. Puede que no sea legalmente exacto, pero es muy próximo a lo que pasó realmente.

N.B. 2: Contar historietas de la mili es un recurso muy bajo para llenar un blog. Prometo no hacerlo más. Era sólo para explicarle al anónimo que me lo pidió, cuándo escribí a Muñoz Molina.

13 comentarios:

  1. Yo no hice la mili, pero leí"Ardor guerrero" y me dio una idea de lo que podía ser.

    El libro me encantó, pero los que tuvieron que hacer la mili y pasar por esas situaciones... Ojeriza cogí a todos los mandos y tacos es lo que soltaba mientras leía.

    Saludos

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  2. A mí si son como esta no me importa que repitas el recurso. Vaya tela.

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  3. ufff...menos mal que se acabó esa gilipollez del servicio militar obligatorio.

    Menudo gilipollas te tocó Gonzalo... (pero anda que tú también..llamarle por su nombre jejejeje, cuenta más historias de estas por favor, quiero saber cuánto de macarrilla eres o eras) y lo de aquellas guardias.. en fin, piensa por lo menos que podrás contarle historietas de éstas a tus hijos y nietos.
    Besi ;)

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  4. Pues muchas gracias, porque has matado dos puntos de un tiro, el de la mili, y el de Muñoz Molina.

    No te precoupes por el anonimato...según te leía, estaba escuchando casi la misma historia de mi santo. No llegó a tanto la cosa, pero tambiénle temblaban las canillas de denunciar al teniente por no querer identificarse....

    Creo que estabas en otro ejército por lo que cuentas, en el de mi santo, también había puestos ideales para suicidarse...

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  5. seguro que se te llenó la boca al decir su nombre. Veo que eres tan bocachancla como yo...o éramos.

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  6. Soy objetor de conciencia por razones religiosas y filosóficas estas historias me suenan al pleistoceno...¿que un tio te guantee por llamarle por su nombre????

    Creo que tengo muchisima suerte y a los militares que conozco y aprecio como amigos son unos profesionales como la copa de un pino...algunos de ellos con bastante mando y ni me los imagino en imbecilidades como la que cuentas.

    Con muñoz molina estoy enfurruñado...hasta que no escriba otro capitulo de "los misterios de madrid" con Lorencito Quesada.

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  7. A mi las historias de la mili siempre me gustaron y ese libro de Muñoz Molina me falta, así que yo insisto en que desarrolles los siete puntos.

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  8. Muchas gracias. No lo he leído, y ahora tengo algunos pendientes. Creo que lo leeré.
    Por qué no hiciste milicias ?

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  9. Vale, esto sólo se te disculpa si ahora cuentas lo del Hola.

    Que queremos DESABERRR

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  10. Me siento un pelín culpable, pero solo un pelí, y ahora me sumo al coro de peticiones ¿que hay del Hola?

    Un saludo, civil, por supuesto.

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  11. jodo, Gonzalo, qué kinki eres a veces XDDDDDDDDDD

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  12. Aquí otro de los que pasó por la puta mili.
    No sé por qué te frenas en contar más. Las batallitas bien contadas son un deleite.

    Y anda que no hay...

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  13. Pues chico, no sé si será un recurso muy bajo o no, pero a mi la anécdota me ha alucinado ... por mi puedes inaugurar una pestañita de "historias de la puta mili" ...

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