miércoles, 31 de marzo de 2010

Ayuno cuaresmal

Pasé muchos Viernes Santos de mi juventud en un pueblo minúsculo de la Castilla más profunda. Calles sin luz, sonidos de carracas y La Virgen en procesión cubierta con un manto negro. Canciones tétricas que cortaban el frio.
Empezábamos el día con chocolate, porque ese día no se podía almorzar, esa sana costumbre de los labradores castellanos, no iba a haber el almuerzo de huevos y matanza. Y desayunábamos chocolate.
Luego comíamos un potaje de bacalao. Contundente. De segundo el bacalao acompañado de huevos cocidos rebozados. Porque claro era la única comida del día…de postre torrijas, riquísimas. Porque no habías comido.
De cena una tortilla castellana. Esa tortilla en la que se hacen a la vez el huevo y la patata. De postre arroz con leche cruda. Porque no habías comido.
Todo el día en las casas los vecinos te invitaban a entrar en sus casas y matar el hambre (presunta, nada más) con naranjada y limonada hechas en casa, para socorrer al visitante en su ayuno.
Echo de menos aquellos ayunos de Viernes Santo, auténticos muestrarios de gastronomía.
Felices vacaciones a todos.

4 comentarios:

  1. Por fin entiendo que haya tanta gente que practique el ayuno y la abstinencia en tiempo cuaresmal. Yo creo que es que no me lo habían explicado bien...

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  2. Jajaja Gonzalo, cómo buena castellana hoy hice torrijas, si te ves con hambre del ayuno cuaresmal ya sabes...hmm que fallo no hice limonada.

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  3. ¿Y lo de la abstinencia iba igual?

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