Una empresa no alcanza la categoría de “empresa imbécil” hasta que algún gilipollas desocupado, generalmente del departamento de Marketing, organiza algo llamado “juegos de motivación” o “actividades para ejecutivos” o alguna parida similar.
La cosa empieza cuando te llega un invitación en sobre como de boda hortera. Lees de que va: cena de gala y al día siguiente “actividades para generar motivación y confianza entre los equipos” y comida. Obviamente la invitación va directamente a la basura, pero luego llega un mail del gran jefe supremo explicando que es obligatorio pero con bonitas palabras. Y te jodes.
Por si fuera poco, la empresa en aras de mostrar que es “humana” y “familiar” se empeña en que vayamos con las respectivas. En vez de eso podía no despedir a la gente de una patada o alguna otra idea pero bueno, dejémoslo. Total que convences a La Parienta, que está harta de “las tonterías de ese curro absurdo que tienes”, y sales a ver si acaba pronto todo eso.
El hotel está bien, de lujo y tal. Lo de la cena de gala es un desastre. Todos con las respectivas disimulando. Porque claro ni somos amigos ni leches, somos compañeros del curro. Y ahí está uno que todos sabemos que se harta de cepillarse todo lo pagable, con su mujer al lado y acojonado por si alguien cuenta algo. Las conversaciones son algo así como “y ¿os acordáis de aquella reunión en Burgos…?” y veinte miradas le cortan en seco al que empezaba a hablar. Como para que cuente la que nos corrimos en Burgos…Vamos que aquello es un muermo y encima todos atacados. Quizá sea verdad que tenemos que aumentar nuestra confianza en el equipo…
Nada más acabar la cena nuestras respectivas tuvieron a bien irse a dormir porque estaban aburridas de cojones. Nosotros nos emborrachamos con mala leche y en silencio. El jefe supremo aprovecho para decir que el mañana no podría ir a la actividad…
Al día siguiente la cosa no mejoró. Nos llevaron a una finca en las afueras de Madrid, no sé si Tres Cantos, Majadahonda o Torrelodones. Todos esos sitios me parecen iguales. Allí tenían montado un garito que lo mismo valía para una boda que para las bobadas nuestras.
El que dirigía el cotarro era un tío que aparentaba estar súper-animado y daba gritos constantemente. Le seguían en las tonterías un grupo de chavales con camisetas naranjas que no se si eran resacosos zombis o mileuristas cabreados. Empezó haciendo una sesión de aerobic de “calentamiento”. Le mirábamos alucinados mientras los de las camisetas naranjas le seguían la marcha.
A todo esto la invitación decía que para la actividad había que llevar ropa “sport” con lo que había desde una moza en chándal y tacones hasta un gachó con americana y sin corbata…
Luego nos dividieron por equipos, obviamente me toco con los que curro, eso por lo menos te da la tranquilidad de que ante la duda se hace lo que tú digas. Eso sí, todos con una cara de mala leche de cojones. Y las parientas alucinadas…Empezamos el primer juego absurdo, nos tapan los ojos a todos menos a uno que nos tiene que guiar con un silbato. Tarde tres minutos en quitarme la venda, fui el último en hacerlo.
El chaval de la camiseta naranja que se encargaba de nuestro grupo se cabreo muchísimo y dijo que no estábamos nada motivados. Nos paso a otro juego que consistía en montarnos todos en unos esquíes gigantes y andar cien metros. El tema es que había que apretarse mucho para caber todos, note a mi espalda la presión de O. mide 1,90 y pesa cerca de 130 Kg, me apreté hacia delante descubriendo que estaba su mujer, la que dirige un centro de cirugía estética. Sonreí y me apreté más. Estaba dura…En ese momento volví la cabeza y veo a “El Pajas” con su cuerpo tísico y su sonrisa babeante apretándose contra mi mujer…
-¡¡¡¡Me cago en la puta, a ver si acabamos pronto!!!!-Estallé.
-Muy bien Gonzalo, ¡MOTIVACIÓN!- contestó el de la camiseta naranja.
Me cague en su puta madre. Nos llevaron a otro jueguecito, con unas tuberías había que llevar una pelota a una cesta. Cogí al tonto l´haba de camiseta, después de que se me cayera tres veces la pelota, y le dije: “Mira capullo soy el jefe de estos tíos y no voy a perder mi autoridad por el puto juego este…”
-¡Venga chicos, Gonzalo quiere vuestro apoyo! ¡Animo Gonzalo!
Mi equipo miraba alucinado, menos mal que nos e atrevieron a reírse…
Para que seguir, toda una mañana de gilipolleces. La comida fue seria y aburrida y suspiramos de alivio cuando nos fuimos. Entre compañeros de trabajo, cuando son personas normales, se establece un vínculo especial, ni amistad ni compadreo. Todos sabemos donde están los limites y los respetamos. Eso no lo saben ni el imbécil que lo organizó ni el también imbécil animador.
No somos amigos, no conocemos a nuestras familias. Somos colegas y sabemos cómo tratarnos y de que podemos hablar. Nos unía un vínculo de respeto y confianza.
Va a ser difícil recuperarlo.
La cosa empieza cuando te llega un invitación en sobre como de boda hortera. Lees de que va: cena de gala y al día siguiente “actividades para generar motivación y confianza entre los equipos” y comida. Obviamente la invitación va directamente a la basura, pero luego llega un mail del gran jefe supremo explicando que es obligatorio pero con bonitas palabras. Y te jodes.
Por si fuera poco, la empresa en aras de mostrar que es “humana” y “familiar” se empeña en que vayamos con las respectivas. En vez de eso podía no despedir a la gente de una patada o alguna otra idea pero bueno, dejémoslo. Total que convences a La Parienta, que está harta de “las tonterías de ese curro absurdo que tienes”, y sales a ver si acaba pronto todo eso.
El hotel está bien, de lujo y tal. Lo de la cena de gala es un desastre. Todos con las respectivas disimulando. Porque claro ni somos amigos ni leches, somos compañeros del curro. Y ahí está uno que todos sabemos que se harta de cepillarse todo lo pagable, con su mujer al lado y acojonado por si alguien cuenta algo. Las conversaciones son algo así como “y ¿os acordáis de aquella reunión en Burgos…?” y veinte miradas le cortan en seco al que empezaba a hablar. Como para que cuente la que nos corrimos en Burgos…Vamos que aquello es un muermo y encima todos atacados. Quizá sea verdad que tenemos que aumentar nuestra confianza en el equipo…
Nada más acabar la cena nuestras respectivas tuvieron a bien irse a dormir porque estaban aburridas de cojones. Nosotros nos emborrachamos con mala leche y en silencio. El jefe supremo aprovecho para decir que el mañana no podría ir a la actividad…
Al día siguiente la cosa no mejoró. Nos llevaron a una finca en las afueras de Madrid, no sé si Tres Cantos, Majadahonda o Torrelodones. Todos esos sitios me parecen iguales. Allí tenían montado un garito que lo mismo valía para una boda que para las bobadas nuestras.
El que dirigía el cotarro era un tío que aparentaba estar súper-animado y daba gritos constantemente. Le seguían en las tonterías un grupo de chavales con camisetas naranjas que no se si eran resacosos zombis o mileuristas cabreados. Empezó haciendo una sesión de aerobic de “calentamiento”. Le mirábamos alucinados mientras los de las camisetas naranjas le seguían la marcha.
A todo esto la invitación decía que para la actividad había que llevar ropa “sport” con lo que había desde una moza en chándal y tacones hasta un gachó con americana y sin corbata…
Luego nos dividieron por equipos, obviamente me toco con los que curro, eso por lo menos te da la tranquilidad de que ante la duda se hace lo que tú digas. Eso sí, todos con una cara de mala leche de cojones. Y las parientas alucinadas…Empezamos el primer juego absurdo, nos tapan los ojos a todos menos a uno que nos tiene que guiar con un silbato. Tarde tres minutos en quitarme la venda, fui el último en hacerlo.
El chaval de la camiseta naranja que se encargaba de nuestro grupo se cabreo muchísimo y dijo que no estábamos nada motivados. Nos paso a otro juego que consistía en montarnos todos en unos esquíes gigantes y andar cien metros. El tema es que había que apretarse mucho para caber todos, note a mi espalda la presión de O. mide 1,90 y pesa cerca de 130 Kg, me apreté hacia delante descubriendo que estaba su mujer, la que dirige un centro de cirugía estética. Sonreí y me apreté más. Estaba dura…En ese momento volví la cabeza y veo a “El Pajas” con su cuerpo tísico y su sonrisa babeante apretándose contra mi mujer…
-¡¡¡¡Me cago en la puta, a ver si acabamos pronto!!!!-Estallé.
-Muy bien Gonzalo, ¡MOTIVACIÓN!- contestó el de la camiseta naranja.
Me cague en su puta madre. Nos llevaron a otro jueguecito, con unas tuberías había que llevar una pelota a una cesta. Cogí al tonto l´haba de camiseta, después de que se me cayera tres veces la pelota, y le dije: “Mira capullo soy el jefe de estos tíos y no voy a perder mi autoridad por el puto juego este…”
-¡Venga chicos, Gonzalo quiere vuestro apoyo! ¡Animo Gonzalo!
Mi equipo miraba alucinado, menos mal que nos e atrevieron a reírse…
Para que seguir, toda una mañana de gilipolleces. La comida fue seria y aburrida y suspiramos de alivio cuando nos fuimos. Entre compañeros de trabajo, cuando son personas normales, se establece un vínculo especial, ni amistad ni compadreo. Todos sabemos donde están los limites y los respetamos. Eso no lo saben ni el imbécil que lo organizó ni el también imbécil animador.
No somos amigos, no conocemos a nuestras familias. Somos colegas y sabemos cómo tratarnos y de que podemos hablar. Nos unía un vínculo de respeto y confianza.
Va a ser difícil recuperarlo.
Con esto has conseguido hasta darme pena..
ResponderEliminary veo que mi empresa no es tan imbecil..
¿Pero dónde trabajas tú?...parece una escena de "Aida", o peor de "La verdes praderas" de Garci,¡y mira que han pasadp años!
ResponderEliminarFaltó la guerra con pistolas de pintura.
ResponderEliminarParece que peor lo tienen los japoneses. Tienen que ir a un karaoke a cantar y emborracharse, cuanto más haces el ridículo mejor le caes al jefe.
Don Mendo
Pero, ¿tú empresa a qué se dedica? Porque es la primera vez en mi vida que veo que se lleve a "las parientas", como tú dices, a un outdoor training... !Dios!
ResponderEliminarjajajaj..he vuelto a leerlo...y me caen las lágrimas de imaginarlo.
ResponderEliminarlo siento :) :), en mi empresa nunca hacemos estas cosas de juntar a las parejas, es algo que no me gusta nada, y creo que funcionamos mejor, ni cenas juntos, ni juergas juntos, en fin, lo siento tio. :) :)
ResponderEliminarYo me lo pasaría genial en tu trabajo, con tantas cosas que haceis. Al menos, supongo, te has librado de un día de curro.
ResponderEliminarUn saludo.
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