Me ha tocado bastante acudir a la oficina central ultimamente. Los que trabajamos fuera de la central en cada país, cuando vamos a la oficina tenemos que mantener la leyenda. La gente que curra allí piensa que eres un tío raro porque llevas coche de empresa, te pagan la ADSL, tienes gastos que pasar y están convencidos de que estas todo el día en casa.
Hay que darles motivos para que hablen, yo estoy todo el rato contando farras y esta vez he ido con un coche tuneado con música a todo volumen... de Jarcha.
Eso ha dejado descolocados a todos los chavalotes y las niñas hipermodernos que trabajan en las oficinas. Todos recién licenciados super agresivos que te ven como un bicho raro. Yo he constatado dos cosas, por primera vez una de las chicas de administración o contabilidad, o lo que sea me ha tratado de usted. Debo estar ya mayor. Quizá sea también por eso que gente más joven que yo está subiendo más alto. Allá ellos, yo se en que piso me tengo que bajar del ascensor...
Cuando estoy en la oficina y no por ahí viendo a gente, procuro entrar dos o tres veces al día en el despacho del Director General para hacerme notar y que se vea que curro mucho..
El caso es que al entrar por primera vez esta mañana estaba con un tío encorbatado en mangas de camisa y con gafas de dos colores:
-Hombre Gonzalo, te presento al nuevo contable
-Consultor, le interrumpe el moderno- consultor de contabilidad
-Vale, consultor, Gonzalo es...
-Puto- interrumpo yo
-¿Como?
-Puto. Soy el puto responsable de que salgan las ventas, el puto responsable de la atención al cliente, puto responsable de los comerciales, puto responsable de que entre la pasta que te paga el sueldo. Cuando pregunten ¿quien es el puto responsable de...? Ese soy yo. Así que ya ves, tu tan joven y moderno y ya eres consultor. Yo con más mili que los elefantes de Anibal sólo he llegado a puto.
El D.G. me ha mirado con medio complacencia y medio bronca.
Realmente cada día se despierta un tonto.
Un consejo,que no me has pedido: no vayas de tío con muchas muescas en el revolver.No lo digas, por muy cabreado que estés.
ResponderEliminarCuando dispares, sabrán quién eres...y entonces, pero sólo entonces, pones otra muesca en tu revolver.
Y no se lo digas a nadie.
Eso sí, cuando te mueras, deja en herencia tu revolver. Cuando el heredero/a lo vea, y se sorprenda de lo gastado que está y de las muescas que lleva, ella se encargará de hablar de ti.
Deja en paz a los pobres que no saben dónde les da el aire y que los tíos como tú y como yo les parecemos patéticos.
Clin Eastwood,sin perdón.